Contaba Aguirre que el mejor consejo que le habían dado jamás era el de que no era «necesario que los once mejores futbolistas de la plantilla fueran titulares», pues la mayoría de los partidos se deciden al final. Es una cuestión de necesidad, de desgaste y de convicción.
En este sentido, no hay equipo en toda Europa que le esté sacando un mayor partido a esta triple combinación que el Sevilla de Jorge Sampaoli. Lo curioso es que no es que el técnico argentino esté dando grandes volantazos, cambiando de sistema o introduciendo variantes tácticas concretas, sino que a partir de la profundidad de su plantilla, sobresaliente en términos de cantidad y de calidad, está entendiendo perfectamente los momentos del partido en los que una sustitución puede provocar un -necesario- cambio de ritmo.
Porque el Sevilla, por lo general, es un equipo que juega partidos en los que durante la primera hora de los mismos suceden muy pocas cosas. Tiene mucho el balón, controla lo que sucede a su alrededor y, aunque involucra a bastantes jugadores en ataque, ni desordena mucho al rival ni tampoco es demasiado desordenado, con lo que las áreas pasan a un plano mucho más secundario de lo esperado.
Para marcar, el Sevilla necesita cambiar el ritmo.
Esta cuestión no parece formar parte del plan o del deseo del entrenador, sino más bien una consecuencia de un juego al que todavía le falta madurar en todos los términos no relacionados con la seguridad. Además, como este Sevilla en esta ocasión no tiene jugadores demasiado rápidos, con mucho olfato o, simplemente, con un gran 1vs1, tampoco encuentra más atajos individuales que los detalles de lucidez puntuales de Samir Nasri o Vitolo. Y aquí es donde suele entrar el trabajo al alimón de Monchi y Jorge Sampaoli.
Este verano el director deportivo sevillista fabricó una plantilla bastante homogénea, más incluso de lo habitual, en la cual la calidad técnica y creativa de los suyos ejerce de hilo conductor. La mayoría de sus atacantes, desde el más titular hasta el más suplente, como podrían ser Correa o el propio Ganso, son capaces de realizar una jugada de gol si hay espacios. Y los espacios Jorge Sampaoli los está encontrando en la segunda mitad, sobre todo a través de su gran calidad física y competitiva, la cual está marcando diferencias en el momento en el que el resto duda. O se cansa.
Es en ese preciso instante cuando Sampaoli toca la tecla indicada. Sarabia ante Las Palmas o el Leganés, Ganso contra el Alavés, Vitolo y Ben Yedder frente al Deportivo… Y así hasta firmar un registro impresionante: el Sevilla ha marcado 6 goles a partir del minuto 85 cuando iba empatando o perdiendo. Sin estos tantos, sin este recurso, el conjunto de Sampaoli tendría diez puntos menos, lo que le haría bajar otras tantas posiciones en la clasificación. Pero el caso es que hacer esta cuenta es injusto, porque ni que esté sucediendo esto es incoherente ni parece fortuito. Además de la profundidad de plantilla, de la convicción de todo el grupo y de la inteligencia táctica de su técnico, está lo que comentaba Aguirre: no siempre hay que alinear a los mejores jugadores. Y esto es algo que Sampaoli, de forma más o menos buscada, rara vez está haciendo.
Vitolo suele ser un recurso muy eficaz desde el banco.
Esta noche, con el acceso a octavos de final en juego, no sería raro que el argentino vuelva a condicionar el encuentro a partir de su dirección de campo. El Olympique de Lyon necesita remontar un 1-0 ficticio, y para ello va a tener que asumir una serie de riesgos que ni conjugan bien con su estilo ni con el pragmatismo del Sevilla en esta Champions League 16/17. Sea como fuere, si el resultado se complica, Jorge Sampaoli cuenta con unas cuantas cartas más que el resto. Sólo quedaría por saber qué mano tiene en ese momento el Sevilla para saber cual debe utilizar: si la de Sarabia, la de Kiyotake, la de P. H. Ganso, la de Ben Yedder o, incluso, la de Vicente Iborra.
Foto: JORGE GUERRERO/AFP/Getty Images
Abel Rojas 7 diciembre, 2016
¿Ha habido algún regateador puro a las órdenes de Sampaoli alguna vez? No jugadores con regate (Alexis, Mati, Escudero, Nasri…). Me refiero a regateadores puros como Neymar, Mahrez, Moura, Di María, Carrasco, Ousmane y compañía.