El FC Barcelona completó su partido más convincente en mucho tiempo en su victoria por 0-3 en el campo del CA Osasuna. Más allá de la baja resistencia local, llamó la atención descubrir un plan de juego reconocible tras unas semanas en las que, seguro que contra el deseo de Luis Enrique, el ataque azulgrana aparentó poco orden y menos ideas.
Ante el 4-4-2 de Caparrós, Sergio Busquets fue la primera figura en pesar sobre el encuentro. Bajó a hacer la superioridad con Piqué y Umtiti en la primera línea pero sin dejar en ningún instante de ser una presencia en la segunda, que es donde más falta hace. A su vez, eso daba cancha y margen al central zurdo nacido en Francia, que durante el primer periodo brilló como un elemento ofensivo de mucha calidad. Su toma de decisiones fue soberbia y ello permitió que tanto su conducción como su pase largo contrastasen su nivel. Un pase largo que, eso sí, era siempre recto y vertical, pues la idea del Barça era, en cada acción, fijar por la banda izquierda ya fuese con Arda o con, principalmente, la bala Jordi Alba. Iniesta sacrificó su propia presencia y se centró mucho a modo de distracción ciega.
El esfuerzo grupal y el show de León fueron poco contra el Barça.
Ese mecanismo colectivo depositó la posesión culé en campo rival y alimentó con frecuencia suficiente (muy superior a la promediada en las últimas fechas) a Luis Suárez y un Messi que no precisaba bajar hasta su campo a recibir, lo que permitió a las dos estrellas ir tomando el pulso al encuentro, recobrar sensaciones y recuperar el acierto. La MSN falla poco, pero si su equipo, con el soporte de su juego, le deja fallar, «poco» se convierte en «prácticamente nunca».
Foto: JANEK SKARZYNSKI/AFP/Getty Images
Andrés 11 diciembre, 2016
Lo mas positivo sin lugar a dudas, es que se vio al Barça con un plan.Aunque yo creo que todo esto claro también se debe a la presencia de Iniesta ^^ para no decir de Messi porque esta de más decirlo.