Samu Castillejo se asentó en la élite en la primera temporada de J. Gracia al frente del Málaga CF, formando parte de aquel ataque de La Rosaleda que, alguna vez, llegó a alinear cuatro chicos nacidos en la provincia. Entonces, quizá se trataba del menos productivo de todos, si bien, en cuanto a potencial, siempre fue el número uno.
El principal don de este extremo zurdo residía en su extraordinario control de balón: Samu Castillejo era y es uno de esos virtuosos que llevan la pelota cosida a la bota. Su incesante zig-zag, su habilidad para cambiarle la dirección y el ritmo en cualquier instante sin que pie y esférico rompan su vínculo, avisaba sobre sus posibilidades en esta era del fútbol en la que desequilibrar en espacios reducidos establece la diferencia entre lo bueno y lo verdaderamente ganador.
Gracia y Marcelino enseñaron a Castillejo a trabajar en defensa.
Por eso lo fichó el Villarreal CF, donde fue entrenado durante una temporada entera por el disciplinado Marcelino García Toral, un técnico que construye sus sistemas desde la defensa y que mecaniza sus atataques -usualmente transiciones- de manera bastante intervencionista hasta el punto de, por norma, prefijar los movimientos de sus futbolistas. Y aunque dicha mezcla se pueda leer como una privación de la libertad que a un crío como Castillejo le penalizaría según la lógica, a tenor de lo visto, aquella experiencia lo que hizo fue curtirle.
Castillejo está aprendiendo a soltar el balón con atino por fin.
La llegada de Fran Escribá ha supuesto el boom de varias piezas -siendo Trigueros el gran paradigma- porque ha dotado de ánimo, margen y contexto a sus jugadores para que hagan uso personal e improvisado de aquello que aprendieron, en parte, de Marcelino. Con una ventaja: al atesorar mayor poder de decisión, se adaptan a las circunstancias en tiempo real y, por ende, si muestran talento, con mayor eficacia. Y la noticia radica en que Samu Castillejo, además de su intacta habilidad, está mostrando talento. Es el mejor jugador del Villarreal conduciendo la bola, y por tanto el más capaz de atraer marcas y dividir el sistema defensivo contrario, y tanto Sansone como Bakambu, y antes Pato, están sacando buen rédito de ello.
Foto: JOSE JORDAN/AFP/Getty Images
Nuevo 11 noviembre, 2016
Justo eso es lo que le costaba el año pasado, soltar el balón a tiempo.
El aguantarlo de más muchas veces, restaba más que sumar tanto en ataque como las pérdidas de balón que conllevaba.
Este año está siendo igual o más ofensivo (cuestión de confianza, supongo), con menos pérdidas y mayor productividad.
Creo que es tanto mérito de Marcelino, como de la capacidad ofensiva de las nuevas piezas en el equipo este año.