Cada vez más preparado para ello, el Atlético de Madrid afrontó el repliegue más sofisticado en lo que va de su temporada. Puede sonar y parecer una exageración hablando del modestísimo FC Rostov, un conjunto de escasísima relevancia internacional y de una calidad a todas luces inferior al de cualquier conjunto del campeonato español, pero en lo que se refiere a la defensa de su propio campo, a las ideas planteadas y a las maneras con las que lo intentó, el conjunto ruso, dirigido por Kurban Berdyev, respondió a dicha consideración. No renunció a ninguna zona de su campo, trabajando en todas direcciones, con sus diez hombres y con la aplicación y el sentido de un equipo labrado con mimo y de elogio merecidísimo.
La propuesta del Rostov, trabajadísima en su propio campo
En el grueso del encuentro, en el que se jugó con 0-0 y con los papeles bien definidos, los hombres de Simeone, con Carrasco y Correa como hombres de banda, chocaron contra uno de esos muros que te reciben con un río que salvar, un posterior foso y trampas por todos lados. El Atlético, que ya luce estructura, técnica y sentido propios de un equipo de notable elaboración, tuvo que ir más allá. Y las circunstancias del partido probablemente se lo impidieran, pues en varias fases del mismo eligió persistir en jugar por el centro sin abrir por ambos costados del terreno -sólo lo hizo Juanfran-.
El escenario comenzó desde la doble punta, Azmoun y Poloz, inmersos en una misión similar a la que el propio Simeone encomendó a Torres y Griezmann ante la circulación del Bayern en el Calderón. Funcionando como una línea más en basculación, protección y desgaste, los dos delanteros presionaban primero, recuperaban sitio después y siempre protegían el centro para acercarse a la banda a incomodar, separando y retrasando la incorporación de Koke y Gabi. Por detrás, un bloque con línea de cinco defensas que trataba de achicar atendiendo en todo momento la altura y el movimiento del balón. Si la pelota se cedía hacia atrás, la línea defensiva daba varios pasos hacia delante; si el Atlético abría a banda, las líneas se juntaban para terminar guardando el área con mucho efectivo. Girar las líneas por dentro fue realmente complicado para el conjunto español.
Carrasco vuela con más libertad en cada partido
Para intentarlo, los mediapuntas jugaron siempre por dentro. Carrasco, el hombre más inspirado en las últimas semanas, está creciendo en su juego al mismo ritmo que en confianza, lo que le está llevando a intervenir en zonas que le eran ajenas, indagando qué le puede ofrecer su atrevimiento actual, elevado por su idilio con el gol y acercándose al motor del equipo, Antoine Griezmann, algo más reducido que hace un mes. Entre que las bandas se cerraron y que el Rostov taponaba la mediapunta, el talento francés tuvo dos opciones; jugar todo a un toque si recibía por dentro, pues no tenía tiempo ni espacio para girarse o conducir hacia fuera tras control, o moverse con libertad únicamente hacia la zona de medios, de arriba hacia abajo. Hacia las bandas, directamente no podía, pues Ángel Correa nunca recibía abierto, en funciones análogas a las de Carrasco.
Con los rusos clausurando el centro con firmeza, el Atlético se vio separado en sus líneas por el formidable trabajo de los puntas y centrocampistas, y comenzó a tenerle cierto respeto a la posible pérdida. Filipe, siempre generador por dentro, no compensó los movimientos de Yannick, por lo que se quedó cerrando en posición de interior izquierdo. Ya en la segunda parte y tras abrir el marcador en el lance para el que el Rostov pareció más seguro de sí mismo -centro al área-, aparecieron los espacios y el encuentro se abrió más. Las noticias ya se habían sucedido: el Rostov dejó una imagen fantástica y el Atlético del 4-4-2 sin Saúl no parece el mejor ecosistema para el Griezmann más omnipresente.
Foto: Denis Doyle/Getty Images
MiguelSanz_ 20 octubre, 2016
Conforme a lo que comentáis acerca de Griezmann, haciendo referencia a la duda de Abel acerca de su relación con Correa, vi que su influencia aumentó considerablemente tras su cambio. El cambio lo que hizo fue cambiar los papeles: Grizi donde iba Correa y Gameiro donde Grizi. Aquí, en 25', Antoine la tocó las mismas veces que en todo el primer tiempo y parte del segundo. Al Atleti, con ayuda del gol y la nueva posición del francés, lo vimos más suelto. Ayudó también a la causa el hecho de que Koke que volviese a tener socio. El francés tiene un peso mayestático.