España venció a la debilísima selección de Liechtenstein por ocho goles de diferencia en un partido que no hubiera tenido historia si no la hubiera escrito aposta el debutante Lopetegui. Consistió en el par de variantes que esbozó sobre la hierba, una en cada mitad, y por concretar, en el uso que dio primero a Koke y luego a Sergio Ramos.
Inmerso en una dinámica de clara libertad de movimientos, Koke arrancó el encuentro en la banda izquierda del 4-1-4-1 que propuso JulenKoke, director desde la banda en el periodo inaugural. Una de las principales virtudes asociativas del madrileño estriba en su capacidad táctica para dibujar triángulos sobre el terreno de juego; de manera natural, selecciona dos compañeros y se sitúa allá donde completa el triángulo más equilátero posible, lo que favorece el flujo de pases diagonales (mucho más ventajosos que los verticales y los horizontales para quien los recibe) y, con ello, el ritmo del ataque. Y eso fue lo que hizo en todo momento con el inspirado Silva, Busquets y un omnipresente Ramos que, no se sabe si por petición del nuevo seleccionador o porque ha marcado los goles de la Décima y de la Undécima y eso le ha (re)subido la autonomía/independencia, hizo más de mediocentro que el propio Busquets.
España presentó un 3-4-3 tipo «Dream Team» en la segunda parte.
La reanudación trajo consigo el cambio de Nolito por Thiago y la consecuente reformulación del esquema: del 4-1-4-1, se pasó a un 3-4-3 tipo Cruyff (o sea, no de esos que juntan cinco defensas puros y cuentan a los carrileros como centrocampistas, sino de los que exhiben un rombo con un mediapunta en la medular). Ramos, central izquierdo, se puso como defensor diestro, con Piqué en el centro y Jordi Alba en la izquierda; Sergi Roberto abandonó el lateral, subió unos metros y se situó como interior, Koke bajó un poquito y se centró para hacer lo propio en el sector izquierdo, Silva se lució de mediapunta y Vitolo, Nolito y Diego Costa completaron la delantera. Valiéndose de la inoperancia ofensiva de su rival, Alba y, sobre todo, Ramos jugaron en posiciones de ataque casi todo el tiempo, aunque más cerrados que abiertos, pues Nolito y Vitolo, pinchados en la cal, eran los encargados de contrastar lo mucho que le gustan a Lopetegui los extremos con uno contra uno. Ellos abrieron la puerta por la que entraron Sergi Roberto y Silva. Y por lo expuesto y algo más, un choque condenado a la intrascendencia resultó, como mínimo, sugerente. Lopetegui se lo está pasando bien.
Foto: JAVIER SORIANO/AFP/Getty Images
dAVID 6 septiembre, 2016
Lo interesante más allá del rival, muy flojo, fue la capacidad de introducir las variantes que hacían falta, y no siempre realizar los mismos cambios programados independientemente de las necesidades.