Nuestro fútbol está triste. Desde ayer, el Rayo Vallecano ya no forma parte de la Primera División. Basta mirar un poquito atrás para comprobar que es mucho lo que hemos perdido. Con la llegada de Paco Jémez en el verano de 2012, los de Vallecas labraron una personalidad balompédica marcadísima, tan fuerte que hoy, con el cierre del ciclo, es justo señalar al club madrileño como un potente elemento cultural de nuestra historia reciente. Jémez demostró que la fe ciega en una idea servía si ésta se ejecutaba con creencia absoluta. Dicho esto, hay que precisar que Paco no tuvo malos jugadores en su etapa vallecana. Al contrario. El estilo asociativo (y ganador) del Rayo se sustentó en los nombres de Chori Domínguez, Leo Baptistao, Alberto Bueno, Jonathan Viera, Javi Fuego, Saúl Ñíguez, etc. En Vallecas la calidad nunca faltaba, aunque apenas durara un suspiro. Ese ha sido el gran problema de la presente campaña y el motivo real del descenso. El Rayo, después de años resistiendo la marcha de sus figuras, ha pagado el descenso cualitativo de su plantilla. Tan simple como eso. Sus futbolistas, que en general han rendido, no eran ni tan buenos ni “tan Rayo” como en el pasado. A Paco Jémez le faltaron ingredientes de su gusto.
1- LASS Y BEBÉ SEPARAN AL EQUIPO
El resumen de todo en el primer tramo de temporada lo pondrá la pareja Lass y Bebé. Sin culpa de nada, ambos representan la “nueva cara” del Rayo 2015-2016. El diagnóstico perfecto lo da Jémez el 24 de enero en rueda de prensa. Nosotros no podemos mejorar la explicación, así que citamos sus palabras: “Por nuestra manera de jugar, se nos hace muy difícil jugar con dos futbolistas de características similares como Lass y Bebé. Tener a los dos en el campo, para nosotros, es un problema. Y lo es porque perdemos mucha posesión, porque ellos son tan rápidos y corren tanto que no dejan llegar al resto del equipo. Muchas veces, cuando llegamos, ya es tarde.Tener a dos jugadores tan verticales, tan lineales, que juegan tanto en la banda, que no se meten por dentro, que no nos dan posesión y que no aparecen por otros lugares donde puedan sorprender, nos hace más daño que bien”. Meridiano. Sin pretenderlo, el Rayo inicia un peligroso camino de “desnaturalización” en su juego que además no viene acompañado de un peligro ante el gol de sus regateadores que justifique el cambio. En ese sentido, la lesión de Patrick Ebert supone una pérdida importante. El Rayo confiaba en recuperar al extremo que marcó diferencias en Valladolid en 2013, pero una grave lesión apartó al alemán de las canchas. El Rayo intenta mantener su esencia contra viento y marea, pero algo no va bien. Paco está más nervioso que nunca pero, como siempre, va en busca de soluciones.
2- JOZABED, LLORENTE Y PABLO. EL MOMENTO
Era enero y parecía que Jémez había vuelto a dar con la tecla. El Rayo más reconocible regresaba a nuestras pantallas con una estructura que le permitirá exhibir de nuevo su fútbol asociativo y arriesgado. La base creativa la sigue poniendo Trashorras como cerebro absoluto.Jozabed y un gran Pablo resucitaron un rato al Rayo más auténtico A su lado entrará puntualmente Diego Llorente, destacado todo el año como central impulsivo y cuya energía servirá (en ocasiones) de apoyo físico para Roberto. Por delante, la figura de Jozabed en la mediapunta será capital. Juego entre líneas, llegada a gol y movilidad, factores que encontrarán en Pablo Hernández al complemento perfecto desde la banda. El valenciano interpreta de maravilla el sistema de permutas y pases del Rayo. Volvemos a citar a Paco como narrador del caso, en idéntica rueda de prensa: “(…) Pablo Hernández sí que nos da eso. A lo mejor tiene menos verticalidad, pero nos da más posesión, nos da criterio con balón, hace jugar al resto de jugadores, que esto en un equipo como el Rayo Vallecano es muy importante”. El Rayo, después de meses, se reencuentra con su fútbol más familiar. Paco sigue dando espacio a un futbolista agresivo en uno de los costados (a menudo Bebé, sin olvidar al “menos loco” Embarba) pero el discurso es otro.
El Rayo entra en febrero empatando en Mestalla, goleando al Celta de Berizzo, empatando ante un Deportivo todavía rocoso y ganando a Las Palmas. Ocho puntos de doce y la sensación de que, un año más, Jémez había hallado a tiempo la senda correcta.
3- LESIÓN, REMONTADAS… Y MUCHOS CENTROS
La fatalidad y el azar se cruzarán en el camino del Rayo en el momento clave. El 21 de febrero, Jozabed cae lesionado y los pronósticos hablan de que ya no volverá a jugar en la presente campaña. Nueve goles hasta ese momento son motivo más que suficiente para llorar el infortunio, pero los vallecanos pierden todavía más. El juego rayista verá mermada su calidad, pues nadie aporta en el enganche la constancia del sevillano. A esta circunstancia se unirá un hecho curioso que marcará el desenlace táctico del campeonato. En Vallecas, el Sevilla de Unai se imponía 0-2 a los 20 minutos de partido. El choque parecía encarrilado, pero Paco, en uno de sus célebres cambios, introduce de forma casi seguida a Manucho y Embarba (ariete y extremo) por Nacho y Baena (lateral y pivote defensivo, respectivamente). A lo loco y a base de muchos centros, el Rayo empata el partido con goles de Miku y el propio Manucho, sus dos rematadores. Una semana después, ante el Betis, se repetirá la historia. Los verdiblancos vencían 2-0 y en cuestión de segundos, dos pelotazos sobre el ingresado Manucho supusieron la igualada a dos tantos.
El Rayo, que había sufrido mucho para recuperar su estilo futbolístico, tuvo que volver a agarrarse a algo ajeno a sus creencias. Y no es que en el libreto de Paco no existiese el centro al área. Todo lo contrario; en Vallecas, llegadores como Alberto Bueno hicieron carrera y se consagraron. Pero eran eso; llegadores. Futbolistas que, después de mucho toque, aparecían en el área por sorpresa en vez de ocuparla. La hipérbole del tema la vivimos en los momentos finales de aquellos encuentros en los que el Rayo necesitaba marcar. Ahí Paco solía tirar del triple tanque formado por Manucho, Javi Guerra y Miku. Jugadores que, debemos aclarar, individualmente han rendido de manera muy aceptable, pero que, unidos, han simbolizado una imagen de inseguridad y descrédito que finalmente ha terminado en drama. El Rayo no parecía el Rayo con tres nueves sobre el campo. Y Paco seguro que lo sabía. Claro que lo sabía. Ha sido éste un año duro para Jémez, consciente como nunca de que su equipo no dibujaba sobre el césped su idea, la que con tanta brillantez dio tres salvaciones al club. Faltaba calidad, medios para plasmarla. Así surgieron las dudas. Así se fueron a Segunda.
@DavidLeonRon 16 mayo, 2016
Algún día tenía que pasar. Apena en cierto modo porque el libreto de Paco seguro que, con otras piezas, tenía todavía tardes de fútbol que darnos.
Como integrante de Las Gaunas, bien puedo decir que Paco ha sido una mina estos años. Se echará de menos.