Al Madrid le están pasando muchas cosas buenas últimamente. Antes le salía casi todo mal, y de un tiempo a esta parte, la moneda le viene cayendo en cara: por fin tiene a toda su plantilla sana, ha gozado de fortuna en los sorteos de la UEFA, ha conquistado el Camp Nou, ha recortado ocho puntos en tres jornadas al líder de la Liga española y anoche, lo más reciente, logró lo que, antes, solo se había logrado un escueto par de veces, remontar un 2-0 en la siempre venerada Champions League. El gol definitivo, encima, lo marcó Cristiano de falta, que es algo tan poco habitual que bien podría identificarse como una señal del destino. Sin entrar en misticismos, la evidencia dicta que ha habido un cambio de dinámica en el Santiago Bernabéu.
Existe la legítima tentación de achacar esta avalanchilla de buenas nuevas a un golpe de suerte, y cabe la opción de que así sea, pero las personas que más éxito han cosechado en la vida afirman sin vacilaciones que la suerte no se regala, si no que se busca. Estudiando el caso merengue, pronto se identifica como su punto de inflexión la llegada de Zidane al banquillo de La Castellana, y profundizando en su aporte, lo cierto es que, a título táctico, se observan muchas diferencias en su equipo pero no demasiado positivas. Puesto sobre una pizarra, su Madrid es diferente, pero no mejor que el anterior. Sin embargo, el fútbol es algo más que táctica, y en el resto de factores sí parece haber causado un efecto decisivo. Por ejemplo, en el estado anímico de Cristiano Ronaldo, que es una de las cosas más centrales vinculadas a la gestión del Real. Si el portugués está bien, hay que ser uno de los mejores equipos del mundo para sacarlo de la Copa de Europa.
Carvajal, pletórico, por la derecha y Benzema, regateador, por la izquierda fueron los más profundos.
El pequeño VfL Wolfsburgo arribó al Bernabéu con una renta de dos goles, su idea de juego intacta y cierto pánico escénico. Es normal que algo grandioso nunca antes experimentado requiera de unos minutos de adaptación, y defender un resultado ante un templo del fútbol bramando por una remontada respondía a esa definición para el conjunto de Dieter Hecking. Así que tendió a oponer demasiada poca resistencia a la hora de acularse hacia su portería, lo hacía en cuanto Marcelo, Kroos o Modric conducían unos metros el balón, y así convirtió al comprometido equipo de Zidane en un firme aspirante a cumplir sus objetivos. Más que por la producción ofensiva blanca -suficiente sin más-, por el buen ejercicio de presión que ejercían cuando perdían la pelota arriba tras una posesión duradera. Su parte débil -los centrales- no aparecía en la pantalla.
Pero llegaron los dos primeros tantos de Cristiano (minuto 17) y el Wolfsburgo encontró agallas para seguir con mayor fidelidad la hoja de ruta trazada por su entrenador. El principal valor de la misma residía en elR. Rodríguez, Arnold y Draxler sacaban muy bien el balón de atrás triángulo conformado por Ricardo Rodríguez, Arnold y Draxler para sacar el balón jugado por la banda izquierda; mientras que su rasgo más singular derivaba de la altura de su línea de cuatro defensas, que se paraba a 30 metros de su portero Benaglio. Ambas circunstancias menguaron el fútbol del Madrid. El Wolfsburgo se asociaba en corto con una facilidad incluso extraña, y si bien Keylor Navas apenas se sintió en peligro real durante dos ocasiones aisladas, al ambiente aquello le sentaba muy mal. Daba la impresión de que eran los visitantes, y no los locales, quienes estaban eligiendo el tipo de envite que se iba a disputar.
El Wolfsburgo se sintió francamente cómodo en la segunda parte de la primera mitad.
En parte, porque su línea defensiva adelantada fue un riesgo asumido que se saldó con éxito. La posibilidad de que Ramos, Kroos o Modric habilitasen a Ronaldo, Bale o Benzema a la espalda de la misma -sirviéndoles un mano a mano contra Benaglio- siempre fue real, pero condicionó para mal el juego de quien, en cuanto daba cinco pases seguidos, tenía todas las de ganar. En primer lugar, porque el impulso de tomar la vía rápida resultaba casi irrefrenable, lo cual propició multitud de posesiones regaladas. Y en segunda instancia, porque, subiendo su zaga, el Wolfsburgo también subió su medular, efectuando un modesto pero útil acoso sobre los centrocampistas del Madrid que no se veía superado casi nunca debido al desequilibrio ofensivo que late entre Casemiro, Kroos y Modric. A nivel táctico, de ello emana la única incongruencia del sistema merengue. Lo demás está poco engrasado pero luce coherencia. En esto, no la ha encontrado aún.
La última decisión de Zidane -o la última consecuencia de su proceso- consiste en convertir a Casemiro en un elemento invisible cuando el Madrid tiene el balón. Se aleja del círculo central para que Kroos y Modric,El Real Madrid no sitúa ningún centrocampista entre líneas juntos, lo ocupen pero, a cambio, no desempeña ningún rol alternativo. Sencillamente, espera a que el Madrid pierda la pelota para «volver a jugar». Y con solo dos centrocampistas activos y ambos sobre la línea divisoria, nadie habita el entre-líneas. Solo Ronaldo, que a veces se escapaba de Dante y Naldo y conseguía engañar al notable pivote Luiz Gustavo, servía como punto de conexión, si bien sin una constancia que compensase el déficit grupal. De esta guisa, la mayoría de las asociaciones blancas eran horizontales y ante la atenta y fija mirada de Henrique, Guilavogui, Arnold y Draxler. Por supuesto, no los eliminaban, porque los pases horizontales son inofensivos, y acababan buscando en largo a la rápida BBC.
No cabe duda de que con Isco o James al 100%, el Madrid sería un rival mucho más poderoso. Pero…
Para el Madrid, las dificultades se aflojaron tras la lesión de Draxler. No tuvo un impacto inmediato, pero sí paulatino. Tanto unos como otros terminaron interiorizando la gravedad de su pérdida. En el segundo periodo, el Wolfsburgo salió mucho menos de su campo y resultó inocente cuando lo hizo (solo dio siete pases en el último cuarto de terreno y, entre ellos, solo uno en el carril central). Por su parte, el Real seguía con una dinámica similar pero algo más constante; cambió el 43% de posesión que tuvo desde el 2-0 hasta el descanso por un tranquilizador 60%, y con Carvajal entrando por la derecha y Benzema entrando por la izquierda, creó peligro por goteo hasta el libre directo de Cristiano. Resta señalar que la dirección de campo de Zidane pareció conservadora y lenta, casi todos pensaron hacia dentro que con James o Isco sobre el terreno -y por consiguiente con nexo entre líneas- el Wolfsburgo no podría resistir, pero analizado en frío, comprender al entrenador francés no reviste complejidad. Zinedine no es el técnico de un equipazo, sino de un conjunto cogido con pinzas. Quitar a, por ejemplo, Casemiro, que fue un titán tras el 3-0 dominando el tráfico aéreo y los balances, para poner a un jugador que, a día de hoy, no garantiza rendimiento no deja de ser una medida de riesgo que cuesta adoptar si la necesidad no lo impone. Ahora bien, conste también en acta que, salvo milagro difícil de vislumbrar, la necesidad lo va a imponer. Al Real le están pasando muchas cosas buenas, y quienes saben de esto creerán que se debe a algo, pero en el fútbol, si las dinámicas no generan fútbol, se secan pronto. Y un semifinalista sí puede eliminar a Ronaldo si su Madrid no da el nivel.
Carlos Quintana 13 abril, 2016
Para apuntar:
1) Ramos comento que es el primer partido en tiempo que juega sin dolor. A tener en cuenta para el debate. Y no en modo justificación.
2) Hay un cambio de mentalidad. Lo que llaman los american boys un "mindset" propiciado por Zidane (muy bien explicado en el reciente especial de este portal). Ese discurso de la paciencia y el futbol, rindio su fruto. Yo no vi ese desespero del equipo, en acelerar todo, que tantas veces no dio resultado. Y esto si no es suerte. Es llegar con tu discurso (aqui es donde Zidane pesa y cala hondo) y conseguir influenciar en tu equipo. Por alli viene la suerte, es paciencia y esperar por lo que hicieran tus mejores hombres. Arco en cero y 3 goles de su majestad.
3) Tácticamente el Madrid es la nada cuando le toca salir a proponer. Lo mejor que le pueda pasar es un Barca y Bayern de aquí en adelante. Yo veo peligro con el Atl. De Madrid y el City, equipos con los que habria que salir a proponer. Sin juego entre lineas, es muy complicado.