Lo del Sevilla en la Europa League es definitivamente tiránico. Su dominio del torneo es tal que siempre parece preparado para superar cualquier problema que se presente. Ayer ganó y remontó un partido marcado por la descomunal intensidad de un Athletic Club demasiado pasional. Quiere tanto San Mamés a los suyos que en noches así los sobreexcita, pudiendo llegar a apartarles del camino competitivo y la reflexión. Ayer sucedió así. El resultado fue un encuentro descontrolado, sin pausa y con más goles que ocasiones y aciertos.
Los de Unai Emery vencieron por su muy superior experiencia
El arranque fue exactamente el esperado. El Athletic propuso una presión infernal que ningún futbolista sevillista a excepción de Ever Banega podía combatir. Los andaluces asumieron que no se podía avanzar, así queEl Athletic Club no tuvo calma decidieron no arriesgarla atrás y buscar siempre en largo a Gameiro. El Athletic recuperaba rápido pero atrás, por lo que se veía forzado a iniciar el juego una y otra vez ante el repliegue bajo del Sevilla. Aquí comenzó a pesarle el ambiente a los de Valverde, que atacaban de manera absolutamente recta, anunciando cada pase y chocando una y otra vez ante la muralla de Unai. Destacamos la presencia de N’Zonzi, fabuloso en los despejes y las ayudas en área propia. Siendo francos, nada pasó en la primera media hora. La rutina de disputas y golpes la detuvieron Iñaki Williams y Vitolo. En un minuto, dos desmarques en profundidad de los extremos les sirvieron para encarar portería. Fueron las únicas ocasiones ante del descanso.
Aunque el Sevilla estaba cómodo, San Mamés es San Mamés, y en una cita así es imposible que no se manifieste. El Athletic volvió de la caseta con idéntico empuje, convencido de rematar alguno de los miles de centros que colocaban. El exitoso lo puso Muniain, y fue de verdad para verlo. Con el interior del pie, la pelota fue superando con desdén a cada zaguero sevillista hasta llegar a la cabeza sagrada de Aritz Aduriz. Golazo y locura. Demasiada locura.
Sobreexcitados, es difícil que nadie en el Athletic se equivoque
Cuando se juega al borde del colapso y el deseo de ganar te engulle, errar es inevitable. Es ahí cuando el objetivo de 90 minutos sin fallo, difícil incluso para los mejores, se torna imposible. La víctima esta vez fue Muniain, autor de un mal despeje que desembocó en el empate de Kolodziejczak. La acción hundió al jugador (sustituido cinco minutos después) y alentó al Sevilla, que poco necesita para oler la sangre.
De aquí al final, lo del campeón fue una exhibición. No piensen en acciones de gran belleza, combinaciones preciosas y multitud de ocasiones. La cosa no fue por ahí. El Sevilla apenas superó el 60% de acierto en pases en la segunda mitad. Lo suyo fue otra cosa. Para empezar, su área quedó cerrada a cal y canto, con un David Soria muy valiente bajo palos. Consciente del tipo de partido que quedaba por disputarse, Emery prescindió de la retención de Banega para dar entrada a Iborra, excelso llegador y a Konoplyanka, notable conductor. El Sevilla, que no la perdía nunca en zona de riesgo, comenzó a salir a la carrera. En una de esas, Gameiro vio a Iborra y entre ambos hilaron un golazo que destruyó la fe de San Mamés. El rostro de Aduriz expresó al término del encuentro el profundo dolor local. El Sevilla la había vuelto a hacer en la competición donde es rey absoluto.
Raúl Gonzalez 8 abril, 2016
El Sevilla tiene el culo pelado en la Uefa. Es impresionante. Aunque el Athletic también es top en eliminatorias, y van a dar guerra. Los equipos españoles compiten muy bien en eliminatorias, yo creo q tiene algo que ver con la dureza y la importancia que dan a la Copa del Rey.