Cuando uno trataba de imaginarse cómo podía ser la eliminatoria entre Villarreal y Bayer Leverkusen, se iba encontrando cómo todas las virtudes de los españoles iban coincidiendo exactamente con las debilidades alemanas, y viceversa. Por su estilo de juego, por la competitividad del plan, por momento de forma, por la dura lesión de Kevin Kampl… Digamos que si el Villarreal de Marcelino García Toral lleva tiempo comportándose como un puño firme, compacto e impasible, el Bayer de Roger Schmidt venía a ser su guante de lana.
El Bayer no fue capaz de batir el 4-4-2 españolY lo que tan sólo resultaba obvio en la teoría, no tardó demasiado en serlo en la práctica. A los cuatro minutos, en su segunda gran ocasión del partido, el Villarreal logró cumplir con la parte más complicada de su plan de juego: el 1-0. De Roberto Soldado para Cédric Bakambu, por aquello de escenificar lo previsible que podía llegar a resultar el encuentro si el Bayer no encontraba la forma de desbordar el sólido 4-4-2 amarillo. Y nunca lo encontró.
Decía Cruyff que «jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay», y esto es precisamente lo que engrandece la propuesta del Submarino. Su 4-4-2 en campo propio, que sólo buscaba encimar tras pérdida, dio una nueva clase maestra de cómo debe bascular un equipo. El Bayer movía el balón de lado a lado, siempre con dudas y casi nunca con velocidad, pues ni encontraba la grieta por la que comenzar a inclinar el choque ni tampoco conectaba con sus futbolistas más decisivos. Calhanoglu en la base no pudo filtrar ningún balón, Kiessling no se impuso jamás a un fenomenal Víctor Ruiz, Chicharito sólo disparo una vez y Brandt perdió no menos de diez balones, lo cual tiene bastante mérito porque no debió recibir más de cinco. Al menos, al encuentro sí comparecieron tanto Christoph Kramer como Karim Bellarabi, lo cual otorgó una sensación de falsa tranquilidad, incluso de falso dominio, al conjunto aspirino. Y es importante remarcar lo de «falso» porque aunque Bellarabi intervino bastante, nunca pudo sacar nada productivo. No por culpa suya, sí por mérito rival. Fue puro placebo.
El 2-0 de Bakambu llegó en el mejor momento alemán.
De esta manera, el partido terminó derivando en una serie de infructuosos ataques alemanes que, además, pintaban a ser el prolegómeno de más de un tanto local. Porque mientras el Bayer no conseguía desbordar en ningún momento a la zaga amarilla, el Villarreal sí tenía dos caminos evidentes hacia el gol. Por un lado, la velocidad de Cédric Bakambu. El delantero congoleño se le está quedando un poco corto a Marcelino en según qué escenarios, ya que éste siempre lo enfoca todo al espacio y esto a veces no es lo más apropiado. Pero, claro, en un choque en el que Jonathan Tah y Papadopoulos debían marcarle con cuarenta metros de espacio a sus espaldas, Bakambu resultó una amenaza permanente. Además, desde la banda izquierda, esta vez sí que Samu Castillejo pinchó a su defensor para comprobar cuanto sangraba, y Tin Jedvaj tiño de rojo su costado hasta, finalmente, recibir la tarjeta del mismo color.
El 2-0 final no fue más que la comprobación empírica de lo mucho que tienen que hacer los rivales para marcar un gol al Villarreal, y de lo poco que necesita el Submarino para hacer lo propio. Un córner mal tirado, un pase al espacio, una carrera de Bakambu y un gol más. Al puño de Marcelino García Toral no se le escapa nada, y si el rival encima se amolda a sus condiciones, todavía perdona menos.
@ElCarrilDelOcho 11 marzo, 2016
La verdad es que fue tal cual, Miguel. También lo leí así yo el partido en Garrincha Magazine, y sólo me sorprendieron las palabras de Marcelino en la rueda de prensa previa. A partir de ahí es donde entiendo yo que el plan inicial tal vez era más arriesgado, pero finalmente sólo necesitó serlo durante cuatro minutos. Con el gol era el molde perfecto para el plan A del Villarreal, y lo asumió encantado.
Sólo me queda esperar a una vuelta que promete ser de emociones fuertes, con un Leverkusen que por seguro buscará arriesgar para meterse con un gol en la eliminatoria, y un Villarreal que encontrará espacios con relativa frecuencia. A ver cómo corrige Schmidt para minimizar éstos y maximizar los ataques de su equipo.