Decía Dieter Hecking en la previa del partido que «en Alemania se estaba subestimando al Gent», pero que el de Hein Vanhaezebrouck era un buen equipo y que, además, esto podía afirmarlo con plena consciencia porque «estaba muy bien informado sobre ellos». Y lo cierto es que, desde el saque inicial, el VfL Wolfsburgo demostró tener un plan de juego específico para adaptarse al conjunto belga.
Esto, per se, ya resulta especialmente llamativo, pues el de Hecking no es un equipo demasiado propenso a los cambios. El estilo, los matices y el dibujo suelen ser los mismos, y por ende los partidos que disputa suelen tener los mismos ingredientes: mucho ritmo, muchos errores, muchas transiciones… y poco orden, control o equilibrio. Es decir, todo lo contrario a un Gent que es equipo de octavos de final por su capacidad para controlar y ordenarse a través del balón. Idea que, en esta ocasión, no pudo realizar hasta el minuto 80, cuando el Wolfsburgo ya les aventajaba en tres goles.
Con un plan muy simple, el Wolfsburgo se demostró superior.
La presión alta alemana dio sus muchos frutosLa maniobra de Dieter Hecking fue la siguiente: rompió su sempiterno 4-2-3-1 para formar con un 4-1-4-1 que tenía a Christian Träsch (interior derecho) y a Maximilian Arnold (interior izquierdo) como futbolistas clave, pues se emparejaban con Sven Kums y Renato Neto desde el primer pase del Gent. De esta manera, el Wolfsburgo lograba presionar a todo campo con suma facilidad y sin asumir demasiados riesgos, lo que fue lastrando la calidad de la posesión belga. Los de Vanhaezebrouck se veían obligados a saltarse a su referencia, Sven Kums, enviando el balón en largo y cediendo el control a las transiciones alemanas -y cuando no, arriesgaban el primer pase y el resultado era aún peor-. En ciertas ocasiones, incluso a pesar de este contexto adverso, el capitán del Gent logró asentar y ordenar a su equipo en campo rival, pero su heroica actuación no fue más que un grano de arena en el desierto.
El control del partido era de las transiciones del Wolfsburgo, que martilleaban la defensa belga con suma constancia. En este sentido, el cambio de sistema, que venía a meter a un centrocampista por un atacante, no se estaba notando para mal, pues lo que quería Dieter Hecking era que sus dos extremos estuvieran tan abiertos como fuera posible para así dañar la defensa de tres que sitúa el Gent cuando tiene el balón. El encuentro, por tanto, estaba en Vieirinha, que asumió el peso de la media hora inicial, y en el talentoso Julian Draxler, que como quien dice intervino dos veces para marcar los dos mejores goles de los octavos de final. La suya fue una exhibición de detalles concentrados en dos jugadas, pero qué detalles y qué dos jugadas. Primero por la izquierda, conduciendo, batiendo líneas, asociándose y colocándola en el ángulo. Después, cuando el Wolfsburgo pasó a 4-4-2 tras el descanso por la lesión de Jung, lo que hizo fue robar el enésimo pase arriesgado del Gent, tirar un caño con el exterior y definir con la tranquilidad de quien debe decidir eliminatorias de aquí a diez años. Fue impresionante.
Julian Draxler dejó una exhibición de dos jugadas.
Lo cierto es que, pese a la notable ejecución, el plan de Dieter Hecking y las jugadas de Julian Draxler habían salido todo lo bien que podían salir. No había un escenario ni un resultado mejor. Y en esto tenía mucho que ver un Gent superado desde el minuto uno por los acontecimientos. La Champions League pesa mucho, pero por suerte para ellos no siempre lo hace de la misma manera. Con 0-3 en el marcador y sin gozar del control del partido, el Gent marcó un gol. Y luego otro. Lo fácil sería decir que el Wolfsburgo es un equipo propenso a estas situaciones, lo cual es cierto, pero esta vez poca responsabilidad tuvo. La culpa fue de un orgulloso Sven Kums y de una curiosa Copa de Europa, que no quiso que la eliminatoria quedara cerrada del todo. ¿Por qué? En 15 días lo averiguaremos.
HugoMac 18 febrero, 2016
A Draxler le quedan dos telediarios en el Wolfsburgo…