Isco nunca ha tenido el estatus de titular en el Real Madrid. Ni con Benítez ni con Ancelotti. Para explicarlo, buscamos y pronto apuntamos sus peros más graves, y como fueron objeto de debate recurrente, fueron casi memorizados: ralentiza el juego, estropea contragolpes, flojea en el último pase y mete menos goles de los que debería porque su lenta técnica de disparo da tiempo a que el defensa lo bloquee. Pero de repente, el banquillo blanco cambió de inquilino, y parece que el nuevo sí ha apostado por el andaluz. Y repitiendo la tarea aconsejable -intentar entender a los que saben-, se recuerda o se descubre que Isco es un fenómeno.
Zidane ha cambiado el estilo del Real MadridSin la intención de aludir a la calidad del fútbol del Madrid, sino al estilo que le define, puede afirmarse sin titubeos que el impacto de Zidane en el Santiago Bernabéu ha sido impresionante. En tan solo cuatro partidos, no solo ha borrado los recuerdos de lo anterior, sino que ha creado e implantado una identidad propia y nueva que resulta sumamente reconocible. Su idea troncal crece a partir de la posesión del balón, que ha pasado a recibir un cuidado casi desconocido en el estadio de La Castellana. Semana a semana, mejora y se radicaliza. Contra el Deportivo, quiso pero no supo; contra el Sporting, pudo pero falló muchos primeros pases; contra el Betis, llegó hasta arriba pero dudó una vez allí; y anoche ante el Espanyol, hubo detalles tan concluyentes en relación a la filiación como que Carvajal y Marcelo juntos colgasen sólo tres centros al área. La idea de Zizou no admite interpretación.
Hay razones para pensar que el Madrid saldría favorecido si arriesgase menos la posesión del balón.
Y Zidane tiene motivos para volcarse hacia esta tendencia. El primero guarda vínculo con esta frase suya: «Para defender menos hay que tener más el balón». Sus jugadores sufren cuando no lo poseen, les cuesta prolongar esfuerzos en la presión y acostumbran a desesperarse si deciden replegar; una combinación poco compatible que les resta control sobre el juego. El remedio, en efecto, estriba en disminuir la cadencia de pérdidas, pero ni siquiera con Ancelotti, adalid del fútbol reflexivo, logró hacerlo con regularidad. La razón es doble y nació durante el mandato de Mourinho. De la mano del luso, el Madrid desarrolló una habilidad inaudita para crear peligro con pocos toques; con apenas un par, montaba un ataque letal. La personalidad caló hondo porque iba en consonancia, al 100%, con la exuberancia del mejor futbolista de su plantilla, Cristiano Ronaldo, pero ocurre que hoy nada es como entonces. Por ejemplo, no siguen Coentrao, Arbeloa, Di María, Khedira o Xabi Alonso para aportar nivel defensivo directo, que sería necesario si se aceptase un intercambio constante de dueño del balón. Y por si esto fuera poco, tampoco parece que el Real obtenga demasiado rédito ofensivo cuando hoy verticaliza sus ataques, lo cual también se descifra sin esmero: ni cuenta con el talento de Mou diseñando sistemas para ello, ni conserva aquella plenitud física de Ronaldo que le hacía imponerse a cualquiera en aquel ritmo infernal. En apariencia, sólo la nostalgia atrae al Madrid hacia ese tipo de fútbol que en aquel momento le sirvió para competir contra el Barça de Messi y Guardiola.
Kroos y Modric, dos futbolistas dominantes en Europa, son mucho mejores con el balón en sus pies.
Toni y Luka suman sin la pelota, pero no tantoHay más. El tema de Kroos y Modric, por continuar con uno de los gordos. Hablamos de dos pasadores sensacionales que necesitan la posesión del esférico para expresar todo su talento. Un talento que les permite, y citamos la gran proeza que concibe el fútbol del presente, someter a la genuina MSN en su Camp Nou natal durante 45 minutos. Como esgrime Paco Jémez, cualquier jugador de Primera puede jugar a cualquier cosa, pero siendo honestos, parece un desperdicio que la asignada a Toni y Luka no ostente relación con el balón. Especialmente, cuando nos topamos con la limitación ofensiva que afecta a este Real cuando es su contrincante quien lleva la iniciativa.
El contragolpe blanco ya no parece tan eficazEn pos de defenderse con eficacia, a causa de la consabida dificultad para prologar esfuerzos en campo contrario, el Madrid necesita replegarse hacia su mitad y juntarse en pocos metros. Ahí estacionado, debe elegir entre dibujar una línea de 4 y otra de 3, o dos de 4. Ante los oponentes más modestos, el 4+3 insinúa suficiencia; si bien ante los candidatos a ganar la Champions, a los entrenadores del Madrid les ha solido saber a poco. Por eso bajaban a Bale. ¿Consecuencia? Que el contraataque potencial del equipo alejaba muchísimo del área contraria al único delantero blanco con verdadera capacidad de desborde. El Madrid perdió la Liga (segunda parte del Clásico en el Camp Nou) y en Europa (Juventus) por no ser capaz de resolver este rompecabezas. Lo que Zidane parece proponer, una subida fija del porcentaje de posesión, podría convalidar como solución. Si la lograse.
Sin querer, Isco sube el porcentaje de posesión del Real. Queriendo, tiene capacidad para dispararlo.
En este punto, rescatamos a Isco y empezamos la exposición de sus bondades. La más relevante consiste en su excepcional influencia sobre el juego de un equipo. Debido a su altísima participación, a la cantidad de compañeros que implica en esta y al peso visual de la misma, Isco transforma por sí mismo el estilo del equipo de Cristiano, Bale y Benzema. Quizá no tanto su sentido, pero desde luego sí la presentación. Ancelotti repetía una y otra vez algo que el análisis contrastaba con rigurosidad, su Madrid no modificaba el sistema cuando Isco formaba parte de él; tomaba exactamente el mismo hueco que James en el once de gala -pasando el colombiano al sitio natural de Bale-; sin embargo, la afición recuerda aquellos encuentros como un absoluto punto y aparte. Imaginemos qué ocurriría si el técnico blanco buscara cambiar de verdad.
Aunque no hace falta emplear la imaginación. Basta con abrir los ojos. Zidane lo está haciendo. Por primera vez desde que llegó a Madrid, a Isco no se le está pidiendo que se adapte a la BBC, sino que ayude a la BBC a acercarse a Modric y a Kroos. Y para ello, paradójicamente, se le ha desligado de la salida desde atrás. A menos que Marcelo o Modric se encuentren muy arriba por algún motivo atípico, Isco renuncia a su ademán de bajar abajo a recoger el balón y subirlo personalmente -lo cual, dicho sea, agiliza el tránsito-. De hecho, Zidane parece situarle en una posición muy inspirada en la que él mismo ocupó durante su etapa como futbolista merengue: si Zinedine alternaba el extremo izquierdo con la mediapunta según los movimientos de Raúl y Ronaldo, Isco hace lo propio en virtud de los desmarques de Cristiano y Benzema. Y casi siempre con la intención de ofrecer una línea de pase hacia delante y realizar una descarga hacia atrás o hacia una banda. Es decir, se trata de un elemento de mantenimiento, progreso y orden para la posesión. Para captarlo a la perfección, se recomienda revisionar la jugada completa del 4-0 al Sporting de Gijón. Para Isco, no tocar el balón es como sumergirse bajo el agua, como quedarse sin aire. Obligándole a estar muy arriba, Zidane se garantiza una movilidad constante e inteligente entre líneas que da mucho juego a quien lleva el balón en cada instante. Isco necesita convencer a cada uno de sus compañeros en cada segundo de que pasárselo a él es la mejor opción. Y una vez recibe, está siendo él en su española esencia, no un aspirante a lanzador de la BBC. Juega sin prisa y contagia. Todo él es un mensaje. Suyo y de Zizou.
Individualmente, Isco produce mucho menos que el hombre a quien sentaría. Zidane deberá calibrar si los cambios que su presencia genera mejoran lo suficiente al resto como para compensar esa pérdida.
No es fácil vaticinar si Isco conservará la titularidad cuando James y Bale alcancen su versión óptima. El coste de oportunidad es elevadísimo, radica nada menos que en sentar a uno de los mejores futbolistas del mundo, a un jugador que, de modo directo, produce mucho más que él. Ahora bien, léase esta declaración de Zinedine Zidane acerca de Toni Kroos al diario alemán Sportbild: «Toni es perfecto para el Real Madrid. Desde que él está en Madrid, nuestro estilo ha cambiado. Espero que esté con nosotros durante muchos años. Es una pieza que hemos echado mucho de menos tiempo atrás y que ha encajado perfectamente en la filosofía del Madrid». Zidane fue el centrocampista más dominante de su década con cifras relativamente modestas de goles y asistencias. Entiende el fútbol como algo más colectivo porque así lo ganó todo; cree en el juego, y no en la jugada, como el elemento resolutivo. Y parece presumir que el juego, con la plantilla de la que dispone, alcanzará su punto más álgido a través de la posesión. E Isco es arriba lo que Kroos es abajo. La finalización del cambio de estilo, la pieza para corroborarlo. En resumidas cuentas, el otro camino.
A.S. 1 febrero, 2016
Qué buen análisis, Abel. Parece que por fin, si no hay contratiempos en forma de lesiones, ha llegado el momento de ver a Isco titular en el Real Madrid. Y tiene sentido. Vaya si lo tiene. ¡A disfrutarlo!