En el último lustro, el fútbol español ha experimentado una serie de cambios que han afectado a la mayoría de ámbitos deportivos. Uno de los más reseñables e importantes, aunque quizás no de los más mediáticos, es la evidente regeneración que están viviendo los banquillos de la Liga BBVA. Poco a poco han aparecido nuevas caras con nuevos métodos, nuevos talantes y nuevas visiones que han ayudado a compensar la crisis económica en la que, todavía, sigue sumergida gran parte de la competición. Es más, si la Liga aguanta e, incluso, se impone a cualquier otro torneo en términos de competitividad es, a buen seguro, por el talento de sus técnicos.
Dentro de este proceso, como nos alertaba Alberto Carrasco, insigne miembro de la «Comunidad Ecos», destaca y sorprende cómo en los últimos tiempos muchos de estos entrenadores han llegado tras haber iniciado su carrera como segundos, ayudantes o miembros del staff de otros técnicos, cuando éste no es un camino demasiado típico en el fútbol nacional. Actualmente, de hecho, son mayoría: Eduardo Berizzo (Marcelo Bielsa), Fran Escribá (Quique Sánchez Flores), Víctor Sánchez del Amo (Michel), Eusebio (Frank Rijkaard) y, por supuesto, Gary Neville (Roy Hodgson) y Zinedine Zidane (Carlo Ancelotti), los dos últimos en desembarcar en la Liga.
En Hungría, por ejemplo, esto sí era lo habitualSi apuntamos que no es el camino tradicional es porque, normalmente, estos solían iniciarse en categorías inferiores, ya fueran del fútbol base o del profesional. Sin ir más lejos, basta con echar un ojo a los entrenadores en activo que cuentan con más recorrido (Ernesto Valverde, Quique Setién, José Luis Mendilibar o Marcelino García Toral) para observar cómo se estrenaron de una de estas dos formas. Sin embargo, lo de empezar a la sombra de otro «colega» sí que llegó a ser muy habitual en el fútbol británico o centroeuropeo, como nos cuenta Chema R. Bravo: «En Inglaterra tenemos la dinastía del Liverpool que nace en Bill Shankly o Malcolm Allison como ayudante de Joe Mercer en el Manchester City. Y en Hungría, casi todos los entrenadores habían sido antes delfines de alguien. Hay un caso muy curioso en este sentido y no pertenece al fútbol de clubes: la selección alemana tuvo 3 entrenadores entre 1925 y 1978, y el cargo se fue regenerando con los ayudantes principales del seleccionador anterior: Sepp Herberger había sido segundo de Otto Nerz, y Helmut Schön fue ayudante de Herberger».
En otras latitudes, este proceso era muy habitual.
Sobre las causas que han llevado al fútbol nacional a importar esta técnica, Chema entiende que es un producto de tres dinámicas confluentes: el gran cambio de velocidad del fútbol, el creciente protagonismo de la expectativa y la cotización del técnico español. Tiene sentido. Además, varios de los entrenadores más reputados de la actualidad comenzaron así, caso de Carlo Ancelotti (Arrigo Sacchi), Van Gaal (Hans Eijkenbroek & Leo Beenhakker) o José Mourinho (Robson & Louis), con lo que los técnicos que empiezan ahora tienen ejemplos bien claros con los que mirarse en el espejo.
Porque, en definitiva, -casi- todo se trata de aprender. El perfil de subordinado leal que ejercía como eterno contrapeso de un entrenador principal al que acompañaba durante toda su trayectoria ya no es tan habitual, ya que muchos profesionales entienden este rol como una etapa formativa más. Fran Escribá confesaba que no le costó independizarse porque, cuando se preparó, era para entrenar en solitario, solo que al principio tanto él como Quique vieron que trabajan bien juntos. A su vez, Víctor Sánchez del Amo reconocía que sus años al lado de Michel habían sido muy importantes porque, gracias a eso, ya ha vivido «todas las situaciones que se pueden terciar en el fútbol”. Pero si de conocimiento hablamos, seguramente el ejemplo más interesante sea el de Eduardo Berizzo. “Fue una gran oportunidad para mí poder trabajar a la par que un entrenador como Bielsa. Significó un gran aprendizaje. Lo conocía por haber sido futbolista a sus órdenes, pero no conocía sus ideas por dentro. El laboratorio de sus ideas. Y después de tres años puedo decir que fui un afortunado de haber vivido ese periodo de tiempo. Conmigo ha sido un especie de guía o de compañero, educándome sobre cómo empezar a dirigir”, contaba el técnico del Celta, un equipo con claro trasfondo bielsista.
Su relevancia es tanto grupal como individualEvidentemente, este intercambio de conocimiento también es recíproco. A Eusebio, Frank Rijkaard le dedicó unas elogiosas palabras en su despedida: «Me ha ayudado muchísimo, es un gran estratega». Y es que el aspecto táctico es en el que esta relación suele descubrirse más productiva. Víctor Sánchez del Amo se encargaba del trabajadísimo balón parado sevillista, Gary Neville estudiaba a los rivales de Inglaterra y el «Toto» hizo callo refutando las ideas de Bielsa en Chile. «Siempre hay que decirle la verdad al técnico. Ellos al estar en el foco se pierden cosas. Nosotros vemos más. Trabajamos por delante», explicaba el «Mono» Burgos, que -de momento- no ha dado el paso. Al final, es tal esta circunstancia que, en muchas ocasiones, se ha terminado diciendo que «el bueno» o «el importante» en la pizarra era el segundo, caso de Ten Cate con el propio Frank Rijkaard o de Paul Clement con Carlo Ancelotti.
Opiniones sin mucha importancia, pues todo redunda en el mismo beneficio, pero que hablan de la relevancia que pueden llegar a adquirir los segundos, que además suelen ejercer de eslabón entre «comandante» y el «pelotón», como contaba Álvaro Arbeloa en relación a Zidane: «Un segundo entrenador es más importante de lo que la gente se cree. Tiene más contacto con los jugadores, que nos atrevemos más a hablar con el segundo que con el primero: ‘Joder, es que el mister esto, el mister lo otro’. Zinedine Zidane ha ido soltando esa personalidad tan callada y está creando vínculos».
Zidane es el ejemplo más reciente de todo este proceso.
Zinedine Zidane es, precisamente, el último en imitar el camino que varios de sus hoy rivales tomaron antes. En el caso del francés, el destino siempre pareció muy obvio. Se trataba de aprender, de experimentar y de crecer para lo que, desde hace unos días, es el mayor reto de su carrera profesional. En su momento, Zizou resumía así su experiencia a «L’Équipe»: «He elegido tomarme mi tiempo antes de entrenar y creo que es lo mejor. […] El aprendizaje es necesario. […] Ahora estoy en las mejores condiciones para aprender y creo que hay que pasar por esto. […] Lo bueno con Ancelotti es que hay un verdadero diálogo, sea sobre la táctica, los jugadores o la composición del equipo. Yo aprendo, veo cómo funciona y de qué forma puedo aportar algo, junto con el otro adjunto, Paul Clement. […] Mi función es decirle a Carlo Ancelotti cómo veo las cosas. […] En algún momento he hablado ante toda la plantilla, pero mi labor es hacer las cosas de forma discreta e ir a ver a los jugadores a parte». Dos años después de esto, Zidane ya es el entrenador del Real Madrid. Ahora sí que sí, todos le mirarán a él.
Roberts 15 enero, 2016
Como quisiera que Juan Carlos Unzue sea de ese proximo grupo