
La relación entre Reino Unido y Escandinavia no siempre ha sido bidireccional, pero sí que ha resultado constante desde que en el año 793 d.C. los vikingos saquearan la abadía de Lindisfarne. Las crónicas anglosajonas, al margen de remarcar lo cruel del momento y resaltar la inteligencia política de varios reyes sajones para evitar ser conquistados, hacen hincapié en el brutal choque de culturas que supuso dicho enfrentamiento. Además, se vanaglorian en cierta manera de que el mundo anglosajón no sucumbiera ante el vikingo. Sufrieron, resistieron y perduraron lo suficiente para que, años más tarde, el transcurso de la Historia fuera propiciando ciertos intereses comunes (la religión, el comercio, la industria…) que iban a permitir a los británicos expandir su influencia sin tener que blandir la espada.
Hodgson hizo una gran carrera en Escandinavia Así, cuando Gran Bretaña necesitó hierro y acero para alimentar su gran revolución, allí aparecieron Noruega y sobre todo Suecia, los países que desde la perspectiva británica conforman Escandinavia, pues Dinamarca suele considerarse aparte. Y así también, cuando el fútbol escandinavo estaba buscando un estilo del que nutrirse, los ingleses acudieron a la llamada con su querido «kick and rush». Una relación que perduraría en el tiempo hasta el punto de que, sin ir más lejos, el actual seleccionador de Inglaterra, Roy Hodgson, hizo carrera en Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia antes de que su Fulham, con un recobrado y marcado estilo british, le sirviera para ocupar primero el banquillo de Anfield y más tarde el de Wembley.
Cuatro fueron los protagonistas del legado del fútbol inglés en Suecia. El primero, George Raynor.
Aunque la primera selección en contar con un entrenador inglés fue curiosamente Dinamarca, quien con Charles Williams al mando consiguió una plata olímpica en Londres 1908, lo cierto es que el más influyente fue George Raynor en Suecia. Su historia comenzó con un telegrama en 1946 en el que la federación de fútbol sueca le pedía a su homónima inglesa la colaboración de alguno de sus técnicos para mejorar sus conocimientos tácticos. Desde el S.XIX Suecia llevaba acogiendo por sus negocios a mercaderes y empresarios ingleses, no obstante Göteborg es conocida como «Little London», así que cuando tuvieron dudas sobre cómo consolidar su emergente fútbol no dudaron acerca de a quién acudir. Y no se equivocaron. Al uso, Raynor no ejercería como seleccionador porque por entonces los comités eran los encargados de elaborar la lista de jugadores, ni tendría tampoco una trayectoria continua como técnico, ya que se simultaneaba con Putte Kock, pero su influencia sobre el combinado sueco fue mayúscula y está fuera de toda duda. Él fue el encargado de llevar a Suecia al oro en los Juegos de 1948, al bronce en los Juegos de 1952 y al subcampeonato en la Copa del Mundo de 1958.
Su empate ante la gran Hungría demostró que no era tan inflexiblePero más allá de los títulos, su figura cobra trascendencia al ser, en cierta medida, el encargado de ir profesionalizando a la brillantísima generación de Gunnar Gren, Gunnar Nordahl y Nils Liedholm (Gre-No-Li). No es de extrañar, por tanto, que el estilo futbolístico impuesto por George Raynor, «the old British style» como decía él, se tomara como propio y natural durante muchos años en el fútbol sueco. Hay de hecho un partido ante Hungría en 1953 que simboliza todo lo hablado. Nueve días antes de que los «Magiares Mágicos» arrasaran Wembley con el famoso 3-6, Suecia logró empatarles a dos en Budapest. Lo hicieron, exactamente, a la inglesa: corriendo, saltando y chocando a partir de una táctica bastante defensiva. «¿Dónde está vuestro equipo de fantasía ahora?», escribía Alan Hoby en «People». «Hungría, a pesar de los ‘publicistas’ ingleses, que han dibujado un equipo inimitable, imbatible e infalible […] ayer demostró tener las fragilidades de un equipo ordinario», hacía lo propio Scottie Hall en «Sketch and Graphic». Ciertamente, Hungría no había podido superar a una selección de marcado carácter británico, pero a los ingleses no les iba a durar demasiado la mofa porque Walter Winterbottom, pese a estar viendo el partido en directo, no demostró la inteligencia táctica de Raynor. Éste sabía que Hidekguti no era un punta de referencia cotidiano, sino un «falso 9″, así que actuó en consecuencia y Suecia no cayó en la trampa de movimientos trazada por Gusztáv Sebes que después tanto confundiría a los ingleses.
Esa capacidad de George Raynor para mezclar el modelo de juego inglés con una mayor flexibilidad táctica fue la que provocó que, mientras se alejaba del fútbol de su país, se convirtiera en toda una celebridad en Suecia. Sea como fuere, su huella iba a necesitar de refuerzos para que dicho legado no sucumbiera al paso del tiempo y al nacimiento de nuevas corrientes de pensamiento. Y los tendría. En 1974, el Malmö FF contrató a Bob Houghton, uno de los entrenadores más fieles al famoso «F.A. Guide to Training and Coaching», el libro que Allen Wade publicó un año después de que Alf Ramsey llevase a Inglaterra al triunfo de su Mundial en 1966. Éste fue considerada la Biblia de muchos técnicos ingleses, y también una de las causas por las que Inglaterra siguió -¿y sigue?- «atrapada en el tiempo». Fiel a estos principios, Houghton convirtió al Malmo en el equipo dominante del fútbol sueco en los setenta y, además, facilitó la llegada de su amigo Roy Hodgson al Halmstads BK, quien a la postre fue su gran competidor. El éxito de ambos técnicos ingleses abrieron un debate en Suecia acerca del estilo a seguir. En los últimos años, el estilo de fútbol alemán había tenido un impacto muy fuerte y, pese al recuerdo de Raynor, se llegó a ver el 4-4-2 inglés de Houghton como un enemigo a combatir, según cuenta Gunnar Persson en «The Blizzard». El debate, sin embargo, concluiría a favor del lado inglés de forma definitiva en 1982 cuando el IFK Göteborg de Sven-Göran Eriksson, futuro técnico de Inglaterra y también seguidor del modelo de juego británico, ganó por 0-3 la UEFA al Hamburgo de Ernst Happel.
Al contrario que en Suecia, la influencia británica en Noruega partió desde dentro.
Este proceso que convirtió al fútbol sueco en un hermano pequeño del inglés tuvo su replica en Noruega por aquello de los vasos comunicantes. Pero su caso, en realidad, es bastante diferente al de sus vecinos escandinavos. Aunque a lo largo de las décadas el fútbol noruego fuese contratando entrenadores británicos tanto a nivel de clubes como de su propia selección, como Ron Lewin (1956-1957) o George Curtis (1972-1974), fue un técnico noruego quien instaló el germen del «kick and rush».
Olsen es un confeso admirador de Charles Reep y de Stan CullisAntes de llegar a la selección absoluta, Egin Olsen había desarrollado su carrera como futbolista en su país, había entrenado a varios clubes de la Tippeligaen y también había dirigido a Noruega Sub-21 durante seis años. Es decir, no había salido de Noruega. Un hecho que no le había impedido aproximarse a las fuentes más originales, más extremas y más pragmáticas de la historia del fútbol inglés. Olsen sentía una especial admiración por Charles Reep, aquel comandante de la Royal Air Force que había estudiado más de 500 partidos para ayudar a Stan Cullis a preservar su querencia por el juego directo. «Reep descubrió que el 80% de los goles se marcaban con menos de tres pases. Es la cifra que tuvo la mayor influencia en mi visión del fútbol», comentaba Egin Olsen, a menudo conocido en Noruega como «el profesor del fútbol». Este dato tuvo, además, un nuevo enfoque táctico a partir de un artículo de George Curtis, el seleccionador de Noruega en el momento en el que él empezaba su carrera como entrenador. Así lo explica Olsen: «Curtis escribió un artículo titulado «Flat Black Four» a finales de los años 60. Esto me influenció para jugar con una defensa plana y un marcaje en zona. Me acerqué al concepto y lo llevé aun más lejos, haciendo un «flat four» con el mediocentro. Fui el primero en hacerlo».
En base a esto, Egin Olsen fue dándole sentido al fútbol de su país. Noruega no destacaba ni técnicamente ni tampoco por su orden táctico, pero gracias a su modelo encontró la forma de canalizar lo que sí podía tener: físico, agresividad e intensidad. «Meter el balón en el área pequeña es esencial, ya que en sus seis metros es donde se marcan el 90% de los goles. […] Por eso, nuestras secuencias de juego no pasan jamás los seis u ocho pases», comentaba recientemente en una entrevista. Con su lineal 4-5-1, una trabajada defensa zonal que se protegía muy atrás y sus envíos en largo sobre Jostein Flo (1’92 de altura), o también sobre Tore André Flo (1’94), Noruega logró clasificarse para su segundo y tercer Mundial de forma consecutiva en 1994 y 1998. Un éxito sin parangón que propició que su estilo perdurara en el tiempo. Sin ir más lejos, ya sin él en el cargo, Noruega le ganaría a la España de Camacho en la Eurocopa de 2000 con un gol de cabeza de Iversen tras un envío en largo de Thomas Myhre, su portero. Aunque después, irónicamente, la Selección les eliminó con aquel pelotazo al área que enviaría Pep Guardiola, que bajaría Isma Urzaiz y que “Alfonsito” embocaría ante Yugoslavia.
Las historias cruzadas de Inglaterra, Suecia, Noruega, Dinamarca y Hungría se vuelven a cruzar otra vez.
Años más tarde, el legado de George Raynor, Bob Houghton, Roy Hodgson, Allen Wade, Charles Reep y Egin Olsen sigue presente en las selecciones de Noruega y Suecia; dos países que además siguen masivamente la Premier League y que, de hecho, la suelen nutrir de jugadores, como sucede ahora con Martin Olsson (Norwich), Sebastian Larsson (Sunderland), Alexander Tettey (Norwich) y Joshua King (Bournemouth). Es por todas estas circunstancias por lo que el sorteo para la repesca de la Eurocopa 2016 guarda un interesante simbolismo. Mientras hoy Noruega se enfrenta a Hungría, la nación que hirió de muerte a la WM, el orgullo del fútbol inglés, el domingo Suecia hará lo propio con Dinamarca, la selección que huyó de la influencia británica para abrazar la holandesa. De ahí que lo que suceda esta semana no sólo tenga un interés presente, sino también pasado y quien sabe si futuro, pues al final lo que demuestra la historia, como diría el profesor Vilariño, es que la táctica que perdura es la que gana.
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danityla · hace 493 semanas
He disfrutado miles.
danityla · hace 493 semanas
@David_Mata_Ecos · hace 493 semanas
Abel Rojas 130p · hace 493 semanas
Es un tipo que crea ocasiones de gol. Eso casi siempre tiene cabida. Siempre y cuando pueda competir en igualdad de condiciones (físicas) con sus rivales. Que no tengo ni idea de si es el caso.
@migquintana · hace 493 semanas
Algunas crónicas hablan de que los ingleses, por esa rutina de movimientos, no llegaba ni siquiera a tacklear o cargar a los jugadores húngaros, algo que los suecos sí hicieron continuamente desde esa táctica defensiva que se especifica, por ejemplo, en "The Anatomy of England". Así que entiendo que el tema de Hidekguti, de la adaptación a Hidekguti, que curiosamente cambio de posición durante el partido porque entró Palotas, fue clave en el buen hacer sueco. Aunque como me decía Chema, el tema de la proximidad del partido contra Inglaterra también debió ayudar.
Los húngaros lo que querían hacer era tomar Wembley. De ahí, en parte, que jugaran contra esta Suecia de Raynor, que jugaba con esas tácticas similares y podía ser un buen entrenamiento previo. Y ojo, que el propio Raynor creía que Inglaterra sí podía ganar a Hungría, así lo recogen en su biografía a través de unas declaraciones: "Estoy convencido de que jugando con "the old style and spirit" los futbolistas ingleses pueden ganar el miércoles en Anfield. Los húngaros no son demasiado fuertes en defensa, pero tienen un gran poder: la calidad de su línea atacante. Su jugador clave es el delantero, Hidekguti. Los delanteros húngaros son extremadamente bueno pasando, tocando y moviéndose rápido para recolocarse".
La cuestión es que nuestro amigo Winterbottom... oyó llover.
@9LutherBlissett · hace 493 semanas
No quiero repetirme con lo puesto en el texto de Hungría pero vaya selección tuvo Suecia en la decada 48-58. Y es q encadenaron oro en los juegos del 48, 3er puesto en el mundial de Brasil, bronce en los JJ. OO del 52 y finalistas en el mundial del 58 y eso que hasta el mundial de Suecia solo competía en los mundiales con amateurs. La generación de GRE-NO-LI, Skoglund, Henry Carlsson, o Hamrin es muy potente y hay que situarlos entre los mejores del mundo.
También merece una mención la selección sueca de 1974 de Torstensson, Edstrom o Kindvall que aunque quedaron a la sombra de Holanda, Alemania Federal o Polonia practicaron un fútbol total alejandose del modelo británico.
@9LutherBlissett · hace 493 semanas
Desconozco que equipo presentó Suecia pero puede ser que se juntase el que lis húngaros estaban más interesados en el partido de Wembley, que los suecos no fueran tan rígidos como sus homólogos ingleses y que, porque no decirlo fueran mejores que los ingleses.
@Chemaerrebravo · hace 493 semanas
danityla · hace 493 semanas