De todos los grandes derbis que alberga nuestra liga, el gallego es quizás el más infravalorado. Todos tenemos muy presente la descomunal pasión del duelo sevillano. Disfrutamos, cómo no, de la grandeza pasada y reciente del choque madrileño. El catalán es desigual, sí, pero de ese desequilibrio nace su morbo. Del derbi gallego, en cambio, solemos hablar poco. Recordamos con nostalgia la etapa en la que Mostovoi y Djalminha revoloteaban por el campo acompañados de un buen puñado de cracks. El nivel de aquellas batallas será difícil que se repita, pero quién sabe si no estamos ante un resurgimiento de “o noso derbi”. Para ello habrá que ver hacia donde van en el futuro Celta de Vigo y Deportivo de la Coruña. Por lo pronto, anoche nos ofrecieron un partido de alta calidad.
El Deportivo de la Coruña se llevó un derbi bien jugado y competido por ambas partes. Gran partido
Víctor Sánchez del Amo se revela día a día como un técnico al que seguirle la pista. El madrileño afrontó el encuentro después de una semana plagada de malas noticias. La peor de todas, la lesión de larga duración de Celso Borges, uno de los pivotes habituales en sus alineaciones. A ella se sumaba la de Juan Dominguez, posible sustituto del costarricense en la formación. Así pues, el elegido fue Alex Bergantiños, no sabemos si por gusto o por obligación. Donde sí pudo elegir Víctor fue en el resto de su ataque. Casi por sorpresa se colaron al once el zurdo Luisinho, Cani y el delantero Jonathan Rodríguez. Víctor había metido el bisturí en su equipo. Berizzo salía con lo de siempre, que para eso le funciona a las mil maravillas.
El historial de ambos equipos indicaba un partido con el Celta como dominador de la posesión. De entrada no fue del todo así. Como buen derbi, el arranque fue intenso y disputado, con mucha pelota dividida aunque nunca feo. Ahí comenzó a vislumbrarse la estrategia local. Sin la pelota, el Deportivo se paraba en un 4-4-2 Mosquera completó una actuación tremendacon Bergantiños y Mosquera en el doble pivote, muy alineados, como pendientes de que por esa zona no se colase nadie, sobre todo Fabián Orellana. Luisinho y Cani, extremos zurdo y diestro respectivamente, se colocaban cerquita, formando una doble muralla de cuatro. No obstante, la clave del encuentro no iba a radicar en la paciencia defensiva del doble pivote sino en la perfecta –y cambiante– lectura del partido que ambos hicieron. En especial Mosquera. Lo de Mosquera fue, sin matices, alucinante. Su despliegue en la presión fue tal que se pasó toda la noche llegando hasta los dominios de Augusto Fernández, el mediocentro creativo celeste. Bergantiños también salía a morder, por supuesto, pero la pieza fundamental fue Pedro. Del equilibrio de la dupla y la ayuda de los de fuera nació la superioridad del Dépor, que no dejó al Celta maniobrar pese a que los gestos técnicos de Wass, Pablo Hernández y Orellana eran todos acertados. El Deportivo robaba y contragolpeaba con su pareja de atacantes, Jonathan y Lucas Pérez. Una vez más destacó el goleador gallego, pero hay que valorar la aportación de su compañero. Los desmarques cruzados de ambos –desmarques de pizarra, de nuevo Víctor– desnudaron la falta de velocidad de Fontás. Para sumar hombres al remate, el encargado de descolgarse sería Bergantiños, con Mosquera como pasador más retrasado.
Pero el Celta tiene a Nolito, que mientras siga a este nivel ostenta con merecimiento la vitola de crack. Un minuto después del gol deportivista, el extremo –a esas alturas, la única solución ofensiva real de su equipo– se sacó un pase de rosquita digno de Messi que Iago Aspas transformó en penalti. Pero Nolito lo falló, dejando claro que no iba a ser uno de esos días en los que el Celta y él lo meten todo.
El Deportivo tenía ligero control táctico de un choque igualado pero siempre incómodo para el Celta
Los minutos pasaban y al Celta, más allá de Nolito, le seguía faltando un puntito extra de profundidad, así que Berizzo tomó decisiones cargadas de fundamento. Carles Planas entró por Fontás (lesionado), recuperando así la figura del lateral izquierdo natural. Salvo que te llames Philip Lahm y estemos en 2006, un zurdo en la izquierda casi siempre atacará mejor que un diestro. Jonny pasaba a actuar de central, buscando contrarrestar la velocidad de Jonathan y Lucas que había hecho polvo a Fontás.
La otra modificación de Berizzo fue eminentemente táctica. Orellana pasó a la banda izquierda, juntando de esa forma a Nolito, Planas y al propio Orellana en ese sector. El Celta reunió a sus dos futbolistas más desequilibrantes con la pelota en los pies y lo cierto es que la montaron durante un rato. Tanto que Víctor reaccionó metiendo a Laure y luego Jonás para redoblar esfuerzos en ese lado. El combate entre los dos estrategas era fantástico. El partido, también. El Celta apretó con todo el fútbol que tiene y llegó hasta el punto de penalti, pero allí surgieron Arribas y un titánico Sidnei, autor de mil y un despejes y cabalgadas. El Deportivo supo sufrir hasta que en el último minuto, Jonny se marcó uno de los autogoles más bellos y meritorios que se recuerdan. Ganó con justicia el Dépor a un Celta que cayó con honor. Qué buen partido.
@CeltaAnalisis 22 noviembre, 2015
Sorprendió Víctor con la alineación y la verdad que acertó. Yo vi un Celta incapaz en todo momento. Le costaba sumar pases, que la tocase Orellana y, en definitiva, avanzar. Estaban muy incómodos, superados. La única forma que encontró permanentemente para ganar metros fue el balón largo al Tucu.
En general, me parece que estuvieron bastante mal todos los celestes, por lo que la explicación debería ser colectiva, no individual. El Depor fue mejor, su presión asfixiante; no dejaban pensar. Y sí, los movimientos de Berizzo tienen lógica, aunque yo no vi su efecto en el campo, no vi a Nolito, Orellana y Planas liarla. Creo que costaba mucho llevar el balón arriba y, en ese sentido, eché en falta alguna solución más allá de "juntar a los buenos".