En medio de un diluvio monumental, River Plate se consagró campeón de la Copa Libertadores por tercera vez en su historia. Lo hizo diecinueve años después del último título, con uno de los jugadores de entonces sentado en el banquillo. Marcelo Gallardo se erigió como héroe nuevamente. Su River tiene mano de autor y quizás la palabra que mejor define el accionar millonario es ‘canchero’. Gallardo ha creado un equipo que se adapta a cualquier situación posible, saca el máximo provecho de sus limitaciones y compite con enjundia en cualquier escenario. Anoche lo volvió a hacer. River no sufrió en ningún momento, supo moverse entre los recovecos del fútbol para imponerse con autoridad sin que pareciese que hiciera mucho. Y así, River ha ganado todo lo ganable en Sudamerica en los últimos doce meses. Es marca registrada de la casa.
El River de Gallardo tiene sello estilístico
Damn fue la mejor carta de TigresEl partido arrancó donde terminó en México. Tensión, patadas, problemas en ambos equipos para imponerse con balón y una cierta pasividad de Tigres frente a la intensidad de River. El equipo regiomontano volvió a mostrarse frágil frente a la presión millonario y no pudieron jugar el balón por bajo ni ganaron mucho en el juego directo. El mayor peligro volvió a venir desde los extremos, donde especialmente Damn fue desequilibrante y puso los mejores momentos para el equipo de Ferreti. River, más allá de luchar cada pelota con saña y mostrarse mucho más cómodo con el devenir del partido, tuvo problemas para hilar jugadas de fútbol ofensivo. La baja de Mora dejó sin enlace en campo contrario al equipo y prácticamente minimizó el ataque de River a incursiones individuales con poco éxito. La dinámica se mantuvo toda la primera parte, con un par de llegadas sin mucha chicha por parte de ambos conjuntos. El partido era gris, de más lucha que virtuosismo y olía a Gallardo. En el último hálito de vida de la primera mitad, Vangioni rompió el hechizo, hizo una jugada de crack porteño y lanzó un balón perfecto que Lucas Alario cabeceó con maestría de escuela; inatajable y directo a la historia para siempre.
River no sufrióAl minuto y medio de la segunda etapa, Funes Mori dejó en claro que pocas cosas iban a cambiar. Aun así, Tigres se envalentonó y pudo profundizar con más claridad, mientras Ferreti fue modificando el sistema para dar cabida a futbolistas más ofensivos. River aguantó con molde de campeón, respiró y se encontró un penalti que derrumbó a su rival. Ya con todo cuesta arriba, Tigres se apagó a medida que la lluvia aumentaba y dentro del Monumental iba corriendo el rumor de una nueva Libertadores. La estocada final vino, cómo no, tras un córner cobrado por Pisculichi. La pelota quieta había sido una de las armas más letales de los de Gallardo y cerrar la final de esa forma tenía su punto poético. River campeón.
La pelota parada, una de las armas de River
En resumen, River ha vuelto a los días de gloria jugando un fútbol de poco calado histórico dentro de lo que es su identidad, pero que seguramente será recordado en Sudamerica. River compite, no sufre y saca rédito de eso. Es campeón justo. Fue el mejor de octavos en adelante y tiene un entrenador que ha convencido al grupo de jugadores de todo lo que hacen con una estela faraónica, de emperador. Seguramente este ciclo de River, que ya ha sufrido bajas sensibles en el camino, acabe en Diciembre en el Mundial de Clubes. Para entonces, la leyenda de Gallardo podrá alargarse mucho más. Esta es su era. Su triunfo. Hay algo especial en él.
@jsmrnt10 6 agosto, 2015
emocionante final, como todo en el fútbol sudamericano, pero mucho más por el desenlace y el escenario. veremos si este equipo tan sólido y camaleónico que ha firmado el muñeco es capaz de hacer buen papel en diciembre contra el barcelona. pero el triplete continental de gallardo en solo un año no se lo quita ya nadie.