Los argentinos Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, paso del tiempo mediante, serán considerados la epigenética de Chile: los que probablemente hayan modificado los genes de La Roja por medio de una serie de experiencias vividas en estos años y cuyo triunfo marcaría el devenir futbolístico y social de próximas generaciones. Una victoria hoy legitimaría aún más lo que sobre el papel es una creencia de fe pero cuya traslación al terreno se ha demostrado del todo creíble. No hay cinco selecciones en todo el mundo con una identidad tan robusta como la chilena, pues la más mínima disociación de su esencia no tendría ningún sentido; el camino elegido es tan atractivo como también la asunción de sus propias carencias y su posterior y exitoso disimulo.
Chile decidió presionar siempre y muy arriba porque buscó ser protagonista y orgulloso. También porque su ADN carece de envergadura y esta generación no tiene grandes especialistas si se organizaba defensivamente en su mitad. Chile decidió atacar con todos y vivir lejos de su arco porque ha asimilado un sistema continuista desde que Bielsa marcara el rumbo. También porque sin mando, recibir ocasiones cerca de su portería lo condena a maldecir su escasez de centímetros. La intensidad de su fútbol y la coherencia y profundidad de su propuesta mataron dos pájaros de un certero disparo. Ganar cerraría el círculo, pero el camino elegido ya es un recuerdo. Pocas cosas más poderosas.
danielgi610 4 julio, 2015
Es muy divertido ver que una selección se crea su idea, vaya a muerte con ella, y le funcione. España-TikiTaka. Uruguay-Garra. Chile-Presión endemoniada. En gustos se rompen géneros y no sé, me gusta mucho cuando los países descubren el sistema más adecuado a su fenotipo. Espero mi México pronto descubra el suyo