Apache, tú. Surgiste del infierno mismo, envuelto en llamas, ceniza y humo, para alzarte nuevo; un elegido para escapar del tormento y ser un gigante que llena estadios y enciende corazones. A los diez meses de haber nacido, Carlos Tévez vio la muerte y volvió de ella. Las cicatrices de aquél encuentro aún las conserva, huella de un pasado oscuro que moldeó sus modales en el campo. Carlos Tévez es el pueblo. Nació de él y vive en él. A diferencia de Maradona, la gloria no lo consumió. No se hizo dios, sino que siempre se mantuvo hombre. Ni siquiera es rey, porque eso es para otros románticos. Carlos Tévez es pasión. Carlos Tévez es Boca. Por eso ha vuelto, ahora cuando quizás pasa por su mejor momento. Ungido por venia bendita del futbolista hincha. Su sueño es jugar en La Bombonera. Vistió otros colores, pero siempre llevó debajo el azul y oro que lo hizo eterno antes de haber tenido veinte.
Carlos Tévez regresa a Boca Juniors después de jugar una final de Champions League.
Boca no estaba bien. La resaca del éxito sobrecogedor es dura, sobre todo en Sudamérica. Allí el tiempo va a acelerado y el nuevo proseguir del mundo hace que se levanten ídolos de dos partidos. Cuando logras crear un ciclo arrollador de varios años con los mismos futbolistas, estás ante un fenómeno de cierta unicidad. Eso fue lo que fue para Boca la era Bianchi. La era Riquelme, Palermo, Guillermo. El día después fue difícil de digerir. En un abrir y cerrar de ojos Boca se quedó sin el mejor equipo de su historia y sin su máximo ídolo. Del multicampeón quedaron algunos, pero las grandes figuras se habían ido en su mayoría. Se había ido Riquelme, sobre todo, y había huérfanos en la Boca. Uno de ellos era la camiseta número ’10’. La de Rojitas, Maradona y el mismo Román. El peso de la casaca hubiese sido insoportable para cualquiera, menos para él. Tenía dieciocho años y se la calzó. Carlos Tévez, el diez de Boca. El heredero legítimo. Boca se rindió ante él.
Fue el sucesor de J.R. RiquelmeSeis meses después entregaría el dorsal, pero no la jerarquía. Usó el 19, el 9 y el 11, dependiendo del torneo. No importaba. Todos sabían que el nuevo amo y señor de La Bombonera era el muchacho atrevido que pisaba la pelota y gambeteaba como si estuviese en la villa, y que celebraba los goles a rabiar. La Libertadores volvió a casa en 2003, con un soberbio Carlos Tévez durante todo el torneo, con una final para enmarcar en la que se alzó muchos escalones por encima del resto de futbolista del continente, Robinho y Diego Ribas incluidos. Ese año ganaría su primer Rey de América. Al siguiente ganaría el segundo y el año posterior el tercero. Era el mejor y Argentina entera cayó bajo su encanto de futbolista de otros tiempos más puros.
Estuvo 10 años fuera de BocaCuando se fue a Brasil sorprendió a todos. Mayor sorpresa todavía fue su traspaso al West Ham United. Era imposible. Su caché era de un jugador de otro tipo de alturas, pero a él no le importó. Conquistó Sao Paulo y conquistó Londres. «Nacido en Fuerte Apache, querido en todas partes» se hizo bandera. Su paso por Manchester lo consagró en la élite, pero también dejó muestras de su carácter rebelde. Los problemas en Inglaterra hicieron que la canción del regreso de Tévez a Boca, como el de Riquelme en 2007, se entonara cada mercado de pases. Los coqueteos fueron frecuentes y siempre lo dejó claro: quería más que nada en el mundo estar en su casa. El paso por la Juventus iba a ser momentáneo.
Su historia es poco vista en el fútbol sudamericano.
Pasaron más de diez años, pero finalmente llegó el día. Ayer, Tévez volvió a enfundarse la zamarra de Boca, ’10’ en la espalda, en un partido competitivo. Él, que siempre puso a Boca por encima de todo, incluso de la selección, llenó el estadio el día que se presentó. Pocas historias más bonitas que la del ídolo que vuelve joven al lugar por el que su corazón late. El fútbol no tiene muchas así.
untiposimpatico 19 julio, 2015
Un idolazo, pero también una carrera muy extraña. Siempre fui muy de River, pero he sido enormemente de Tévez. Creo que es por esa carga emocional, salvaje en todo caso, que siempre imprimió a su fútbol. Vuelvo a que su carrera me parece extraña, porque lo es. Desde su traspaso al West Ham (mamoneo mediante, en mi opinión), hasta su paso por un United en el que se complementaba de maravilla con Ronaldo y Rooney, pero con un segundo año raro por no decir agrio. Creo que la obsesión de Ferguson por Berbatov nubló a ambos, escocés y argentino, y el argentino acabó saliendo por la puerta de atrás (memorable su video "is very emotional" en youtube). Luego en el City vivió la montaña rusa que es un club nuevo rico, con dinero a expuertas y sin un plan claro. Y de repente, cuando ya es un delantero casi olvidado por la élite, se planta en la Juventus y la lleva a una final de Champions.
Dicho esto, sobre todo conociendo el carácter que deja intuir el jugador, tengo la impresión de que si le preguntases: "Carlos, a toro pasado, ¿hay algo de lo que te arrepientas en tu carrera?", él diría claramente "salir de Boca". Nunca lo ocultó, ama esos colores. No es tarde, está de vuelta. Volverá a ser feliz.