La pegada argentina apareció y simplificó un encuentro que se presumía complicado. Sobre todo, tras jugarse los primeros 15 o incluso 30 minutos, en los que mandaron los paraguayos de la manera en que acostumbran, con juego directo hacia su doble «9» y mucho empuje de la medular. Sin embargo, sin comerlo ni beberlo, y sin que ni siquiera Messi lograse amenazar su control, en un margen de un cuarto de hora recibieron dos goles en tres chuts y sufrieron las lesiones de Derlis -el talento- y Santa Cruz -la experiencia-. El partido se puso cuesta arriba para Ramón Díaz y el «Tata» Martino se pegó su primer festín.
Pastore sigue muy inspiradoEl fútbol va de marcar goles y, en esa clave, la actuación de Argentina le consagró como el gran candidato al título. Mostró la facilidad para colarla en la red que siempre se le presupuso y, quizá por mala suerte, no había logrado exhibir en esta Copa América. Además, una vez Paraguay perdió fe en su victoria a causa de sus contratiempos, Messi apareció en la escena y su Selección no sólo presentó su eficacia, sino también su talento para crear jugadas encadenando acciones brillantes de su colección de cracks. Hasta el 3-1, Argentina apenas había enseñado un plan de juego sólido -al revés-, pero al final terminó constatando que su nivel individual medio es, por muchísimo, el más alto del continente. Especial atención a la inspiración de Pastore. Implica bastante peligro.
El ritmo ofensivo guaraní comprometió a Argentina al principio.
Pero yendo a lo táctico, la realidad fue que el choque, mientras fue choque, sembró alguna duda sobre el sistema albiceleste. De hecho, pese al formidable marcador, fue el que más dudas sembró sobre el mismo, aunque la explosión personal de las estrellas compensase con creces. El detonante del escepticismo se localizó en la defensa del juego directo que realizó Argentina en el primer periodo. Fue muy blanda. Aunque contó con Otamendi, Demichelis, Biglia y Mascherano, la pareja Valdez-Santa Cruz anduvo muy cómoda, y Cáceres y Ortíz, el doble pivote guaraní, pudo acercarse a la frontal de Sergio Romero hasta en ocho ocasiones -cuatro cada uno, para más señas-. No en vano, el resultado fue de 6-1 pero el reparto de chuts se quedó en un parejo 15-14. Resumiendo, Argentina demostró lo poco que necesita para golear justo en el día que peor plantada se le halló. A veces pasa y, en el caso de este conjunto, con tanto crack arriba, es hasta normal.
Abel Rojas 1 julio, 2015
@ Lector de Twitter
Me refería al mismo partido que tú, el Argentina-Paraguay de ayer. Y la verdad es que debo reafirmarme tanto tras revisarlo como tras analizarlo estadísticamente: Paraguay fue superior a Argentina en el primer periodo. Efectivamente, Paraguay concedió alguna contra y siempre que se conceden a equipos del talento de la albiceleste se asume un riesgo, pero los de Ramón Díaz marcaban el ritmo -más alto y más físico de lo que le convenía al Tata- y el baricentro del encuentro -posición media del balón- se localizaba sensiblemente más cerca del arco de Romero que del de Justo. Con gran base futbolística, a mi juicio, porque en Argentina no aparecía nadie para enganchar -la primera media hora de Messi fue de total ausencia- y Paraguay tenía facilísimo, pero facilísimo, llegar a la frontal argentina.
Para mí fue el típico encuentro de una colección de estrellas poco cohesionada que sufre ante un equipo más hecho hasta que a golpe de calidad individual rompe el encuentro y luego empieza a hacer cosas bonitas y efectivas; no la actuación sobresaliente de un equipazo colectivo.
Sin ir más lejos, el primer tiempo de Argentina en la fase de grupos frente a la misma Paraguay fue de una cohesión, una continuidad y un control, a mi modo de verlo, no superior a lo de anoche, sino extremadamente superior a lo de anoche.