No fue fácil, porque conllevaba renunciar al sueño de llevar a su Venezuela a una Copa del Mundo, pero la decisión de Danny de representar a Portugal tenía mucho sentido. Era la patria de su familia, el país al que se había mudado siendo un chaval y la selección que le aseguraba disputar los grandes torneos.
«En aquel momento la ‘Vinotinto’ no me garantizaba competiciones importantes como el Mundial, pero ahora seguro ponderaría las dos opciones», reconocía hace un tiempo. Daniel Miguel Alves Gomes se había decantado por la selección lusa desde que había llegado a Madeira con 15 años, pero en cambio Portugal nunca se terminó de decantar por él. Y no por falta de oportunidades. Porque Danny fue internacional en todas las selecciones inferiores, despuntó con 18 años en el Club Sport Marítimo y sólo tardó unos meses en fichar por un grande. En el Sporting de Portugal no encajaría, ni antes ni después de su cesión al Marítimo, pero al menos sus actuaciones como relevo de Mauricio Pinilla, ese punta chileno que pudo evitar el 7-1 de Alemania a Brasil, le valió para llamar la atención de Rusia. O mejor dicho, de Jorge Mendes, que en este caso eran sinónimos.
En Rusia se convertiría en una gran estrella. Y en récord.
De mediapunta, Danny jugaría fenomenalmenteEntre 2004 y 2005 serían muchos los futbolistas de la liga portuguesa los que, vía Gestifute SA, acabarían en el Dynamo de Moscú del oligarca Alexey Fedorychev. Maniche, Thiago Silva, Costinha, Derlei, Nuno Espírito Santo, Cícero, Seitaridis… y así hasta más de una docena de nombres que, como se suele decir, pasarían sin pena ni gloria por un club que tenía dinero pero carecía de plan. Sin embargo, en ese contexto tan complicado e inestable, Danny encontraría el momento y el lugar perfectos para situarse como uno de los futbolistas más importantes del país. En Moscú quedó definido como mediapunta, ocupando con libertad el carril central y siendo escoltado por los gemelos Kombarov desde la lejanía de la línea banda. Así, poco a poco, tras unas cuantos goles y muchas más asistencias, su nombre fue necesitando menos a su apellido. Danny era simplemente Danny; la estrella del Dynamo, el mejor mediapunta del fútbol ruso y, desde el verano de 2008, el traspaso más caro entre equipos de la Russian Premier League.
El prominente, adinerado y ambicioso Zenit había desembolsado por sus servicios 30 millones de euros, sólo cinco menos que el fichaje más caro de aquel mercado: su tocayo Dani Alves. Una apuesta que, desde el principio, resultó ganadora, pues sería en San Petersburgo donde Danny se consolidaría como un atacante diferencial por su calidad. Lo haría, además, viviendo el cambio de posición que definiría el resto de su carrera: de la mediapunta a la banda izquierda. Dicha permuta, aunque no sería definitiva porque tanto Dick Advocaat como Luciano Spalletti y André Villas-Boas le utilizarían por dentro como parche y recurso más o menos puntual, le abrió un abanico de posibilidades gracias a su buena diestra, su potente cambio de ritmo y su cada vez más útil sentido del juego.
Con esta diagonal siempre abierta, sobre todo cuando Aleksandr Kerzhakov le apoyaba con sus inteligentes movimientos, Danny daría el salto definitivo en su fútbol. Desde entonces su rendimiento en el Zenit ha sido notable, constante y ascendente. Ni el sufrir dos graves lesiones pudo frenar a un jugador del que siempre se habló poco pero que nunca jugó mal. De hecho, fue tras superar estos problemas físicos cuando cuajaría sus dos mejores temporadas como futbolista. La primera en 2010, con Spalletti. La segunda en 2013, en el estreno de Villas Boas, cuando el venezolano se erigió en el gran líder del «Zenit de los llegadores», como le bautizaba @davai_davai. Aquel era un conjunto -y en parte lo sigue siendo-, que destacaba por su velocidad y verticalidad en campo rival. Hulk era el gran nombre, pero mientras éste se aclimató fue Danny Alves quien resultó imparable. Iniciando la diagonal, buscando el apoyo de Kerzhakov o Rondón y mirando a portería, su presencia nunca pareció más relevante que en estos meses de otoño de 2013.
Su rendimiento en Rusia no tendría reconocimiento internacional.
Sin embargo, Danny no disputaría el Mundial 2014. Una decepción que se unió a sus ausencias en la Eurocopa ’08 (ni había debutado) y en la Eurocopa ’12 (de baja por lesión), y que en cierta manera le hizo replantearse la decisión de defender los colores de Portugal. Cierto es que en Sudáfrica 2010 ya se había convertido en el primer venezolano de la historia en disputar una Copa del Mundo, pero un bagaje de sólo 176′ en grandes torneos internacionales no era lo que Daniel Miguel Alves Gomes esperaba. No tras explotar en el Dynamo de Moscú. No tras ganar una Supercopa de Europa al Manchester United. No tras ser una de las estrellas del poderoso Zenit. No tras exhibir un más que notable nivel en la Champions.
Con Cristiano y Joao Moutinho, Bento no le usóJugar en la lejana Rusia no ayudaba y su carácter tampoco sumaba, pero lo que en realidad le condenaba es que su nueva demarcación la ocupaba Cristiano Ronaldo y la antigua Joao Moutinho. Es decir, los dos futbolistas, junto a los centrales, de más relevancia dentro de los planes de Paulo Bento. Una realidad de la que no escaparía pese a su más o menos continua presencia en los partidos de clasificación, en los cuales jugaría de interior creativo, de mediapunta, de extremo derecho y de extremo izquierdo. Todos los puestos salvo, quizás, el que le hubiera abierto las puertas del once titular: la punta del ataque. Con Almeida y Postiga alimentando un debate eterno, sumado al hecho de que Bento quería a Cristiano en banda, Danny podía haber supuesto una variante interesante como falso «9». O, cuanto menos, más productiva que la de Éder, incapaz de realizar un gesto técnico sin tropezarse y/o chocarse.
Es en ese rol, precisamente, en el que el Danny disputó su último partido con la selección lusa de Fernando Santos, un técnico que además de lo táctico viene preponderando el nivel a la edad, como demuestran los ejemplos de Ricardo Carvalho y de Tiago Mendes. Tema no menor si hablamos de un Danny que lleva 31 primaveras y 13 temporadas a cuestas. Porque años tiene, pero fútbol le queda. Y mucho. Tanto como para que, pese a haber perdido algo de chispa, la cual ha cambiado por más peso en la circulación, su renovación sea cuestión de estado en el Zenit de San Petersburgo. Un club que, como nos explica @davai_davai, no puede firmar a un jugador de su calidad y rendimiento. Sea como fuere, juegue donde juegue y haga lo que haga con su patria, Danny siempre defenderá su bandera: la del mediapunta de calidad, finta, asistencia y gol.
@Shyestnadtzat 23 abril, 2015
Muy buen artículo, Miguel. La renovación de Danny es algo en que todos los medios y personalidades del fútbol ruso coinciden en que es necesaria. La pérdida de su figura sería dramática para el Zenit y, por ende, para la RPL.