Coke Andujar despuntó en Vallecas siendo todo lo que debe ser un lateral que, lejos de Bernabéus y Camps Nous, está obligado a moverse entre el Municipal Nuevo Matapiñonera y El Toralín. Rápido con espacios, muy intenso en la marca, fuerte por arriba y bastante aseado técnicamente; el madrileño siempre llamó la atención por su capacidad para hacerse protagonista del partido desde una esquina del campo. Superaba a su par, asumía peso en la circulación, ganaba metros pegado a la línea de cal y, cuando podía, se soltaba para aparecer por el área como si de un segundo punta se tratara. Era un terremoto. A veces descontrolado, casi siempre incontrolable, con José Ramón Sandoval cada vez se hizo más evidente y notorio que era un jugador de Primera División.
Sus primeros años en Sevilla fueron muy mediocres.
Sin Bielsa, su fichaje por el Sevilla perdió todo su sentidoTan veloz e inteligente como siempre, Monchi lo firmó para una plantilla que debía ser de Marcelo Bielsa. En esos días el entrenador argentino se dejaba agasajar, buscando el proyecto que mejor casara con su particular forma de entender el fútbol. La dirección deportiva hispalense comenzó a insinuarle que como en el Ramón Sánchez-Pizjuán en ningún sitio, pero ni Coke Andujar ni Trochowski fueron pruebas suficientes para convencerle. Bielsa firmaría por el Athletic Club, implementaría con acierto su modelo, disfrazaría a Jon Aurtenetxe de titular y, mientras tanto, Coke dejaría más noches amargas que dulces a las órdenes de Marcelino García Toral y Michel. No por culpa de los técnicos en sí, sino por las particularidades del lateral. El vallecano, una vez en la élite, comenzó a ser víctima de sus propias y teóricas virtudes. De su ímpetu, de su energía y de su personalidad. En parte porque ya no era superior físicamente a muchos de sus rivales, en parte porque su equipo prefería otro ritmo, otra idea y otra actitud.
Aunque Coke seguiría jugando durante estos años por la poca competencia, su habilidad goleadora y su capacidad de sufrimiento, no sería hasta la llegada de Unai Emery cuando pudo demostrar, por fin, su fútbol. No es que el técnico de Fuenterrabía se parezca demasiado a Marcelo, por mucho que en ocasiones lo proyecte en rueda de prensa, pero sí que es un entrenador que destaca por exprimir todas y cada una de las capacidades de jugadores de perfil medio-bajo, como lo es Coke y como también lo fueron Pablo Piatti, Aleix Vidal, Vicente Iborra o Jonas. Es su especialidad. Su valor.
Este verano Marcelo Bielsa le volvió a pedir para el Marsella.
Con Emery está luciendo muchoUnai Emery, desde la simplificación de tareas, utilizando o conviertiendo a los suyos en especialistas, en jugadores de rol, consigue que ejemplos como el del vallecano, que ha encontrado un contexto idílico para rendir, no sean mera casualidad. Porque Coke ahora sí puede meter la pierna sin temor a ser rebasado, señalado y sentado, pero también puede sumarse al ataque consciente de que, en el peor de los casos, su espacio lo tapa un mediocentro o el propio extremo. En este Sevilla pragmático, poderoso y convencido, su energía y actividad siempre suman tanto a la idea colectiva como de una manera más individual.
Mismamente, el partido ante el Barcelona de Neymar fue un gran ejemplo. En la primera parte sufrió porque el brasileño, enchufado, es indefendible y porque Coke tampoco es ningún prodigio, pero en la segunda, con el partido cada vez más abierto y roto, fue a morder cada recepción de Ney, hizo ancho el campo para Aleix e, incluso, se descolgó por dentro para sorprender. El plan de Emery, a modo de maquillaje, ha logrado canalizar su intensidad para disimular sus carencias y realzar sus virtudes, pero es imposible dejar de pensar en qué habría sucedido si Coke se hubiera cruzado con Marcelo.
MoxJet 16 abril, 2015
Coke juega por la vergüenza que tiene. También añade pegamento en el vestuario. Su dudosa toma de decisiones no compensa su calidad. El otro día el gol de Messi nace de un doble fallo: Tremoulinas concede la zurda a Messi, como se dijo el cronista, pero anteriormente Coke sale de manera suicida a anticipar al lanzador de Neymar, perdiendo la marca del brasileño. Éste recibe solo y gira a una defensa ya en inferioridad.
¿Con Bielsa? Quién sabe. Con el argentino, cualquier cosa. Igual hasta era suplente, carrilero largo o algo así.