El Barça volvió a realizar uno de esos partidos que ya forman parte de su ser. Cuando este proyecto perezca, se practique de nuevo otro fútbol y la pelota no entre, se aludirá a la etapa de Luis Enrique con una sonrisa nostálgica, la que hoy apenas dibuja en los minutos 90 de cada choque que disputa. Resultó difícil explicar su victoria, aunque no tanto como su portería imbatida. Dicho lo cual, lo de ayer no se debió a lo típico. A este equipo le falta estructura, pero suele derrochar concentración. Frente al Valencia, sin embargo, jugó con la mente en otro lado, como le sucede a casi todos los equipos de la Champions a estas alturas de la temporada. Ayer, estuvo sin estar.
Masche, Sergio y Xavi, trío raroLa falta de intensidad se vio además golpeada por la configuración del centro del campo, que se componía por tres futbolistas -Mascherano, Busquets, Xavi- cuya zona de seguridad es la misma, la del mediocentro. Y como el coco no discurría, se falló descifrando el reto intelectual que esto suponía. El caos fue total. Su juego, comparable al de su peor versión.
Adriano Correia fue muy poco ayudado en tareas defensivas.
El Valencia planteó un encuentro muy similar al que propuso en su día Valverde en San Mamés para gloria de Messi y de los suyos. O sea, una presión a toda cancha con más de la mitad del equipo en la mitad culé en el inicio de cada jugada. Por norma, al Barça le encanta que le defiendan así, pues técnicamente es invencible y si le meten el pie, lo esquiva, toca y brilla; pero la citada falta de tensión local provocaba fallos en salida que permitían a los de Nuno contraatacar desde muy arriba. Barragán, Parejo y Feghouli donde Neymar, Xavi y Adriano se alzaron como principal fuente de peligro, pero el tema era bastante aleatorio porque en cada acción erraba alguien diferente. Gomes entre líneas y Rodrigo ante Piqué también tuvieron sus momentos. Si Nuno previó que el calendario iba a secar al Barça de la forma en la que lo hizo, lo del luso fue una genialidad. Con independencia del análisis absoluto, lo de la primera tanda fue para que ganase por dos o tres, sin exagerar. La superioridad no pasó inadvertida para nadie. Pero 1-0.
Paco fue el nexo del Valencia cuando los chés robaron más atrás.
En el segundo periodo las cosas cambiaron. El desgaste del Valencia había sido brutal y no era sostenible mantener su despliegue, así que optó por un guion de repliegue y contraataque más estandarizado. El Barça por su parte modificó su medular con Rakitic por Mascherano, bajando a Busquets al mediocentro, lo que a su vez le permitió ganar a Messi, que usó el sitio de Ivan para retrasarse y tocar el balón. Entre Sergio, Xavi y Lionel empezaron a asociarse de manera horizontal y los exhaustos Parejo y Gomes olieron pocas. A menudo se destaca la competitividad del Barça porque gana y nada más, aunque padezca decenas de malos hábitos tácticos que representan lo contrario, pero esta vez sí compitió bien de verdad. Su segundo acto, considerando el contexto, patentó una competitividad reseñable. Apenas Paco Alcácer comprometió su seguridad. Sentado Feghouli y con Rodrigo pillado por Alves, el Valencia carecía de atletas capaces de ganar carreras en largas distancias, por lo que dependía de ataques más posicionales para crear peligro. El killer canterano, cayendo a zonas intermedias, se imponía en los apoyos a los centrales y asentaba posesiones arriba; algo que su equipo perdió cuando le suplió Negredo. De ahí al final, el Valencia sólo tuvo lo que tuvo todo el tiempo, al magnífico Otamendi desbaratando los intentos de Messi. Sin ser poco, no bastó para empatar. El Barça sigue alimentando su memoria (su espíritu) de triunfos.
Tano-Urayoán 19 abril, 2015
Saludos Abel, ¿no deberías aclarar un poco esta oración?: «El Barça por su parte modificó su medular con Rakitic por Mascherano,…» Entendería quien no vio el juego que Rakitic entró substituyendo a Mascherano.