
El primer Campeonato Mundial de Football supuso un ilustrativo cambio de piel para el producto. El amateurismo y el espíritu olímpico tocaban a su fin, por lo que apenas un par de años después de la medalla de oro de Amsterdam, los uruguayos albergarían el formato destinado a contener el profesionalismo. Sin duda tal honor les correspondía en su calidad de patrones del fútbol, pero los aspirantes europeos a la organización del evento (Italia, España, Suecia y Holanda) no lo vieron así, y al descubrir que se les negaba tal privilegio decidieron renunciar al largo viaje transoceánico.
Existían en aquel momento tres grandes bloques o escuelas futbolísticas con características bien definidas. Del bloque danubiano, formado por húngaros, austriacos (Wunderteam), checoslovacos y yugoslavos, solo aceptaron participar en el torneo estos últimos. Por parte de la escuela británica o nórdica, integrada también por las subescuelas escandinava, germánica y báltico-rusa, iba a faltar todo el grueso del imperio británico -puesto que sus cuatro asociaciones se habían retirado de la FIFA-, así como Alemania. Teóricamente se podría hablar de una supuesta cuarta pata, formada por los países eurolatinos, pero no existía entre ellos un estilo tan caracterizado como el de los tres bloques anteriormente mencionados. No obstante, del grueso de países de este teórico subgrupo, se iban a personar finalmente Bélgica y Francia. El poker de selecciones europeas lo completaría la valerosa Rumanía, que si bien pudiera considerarse territorialmente «danubiana» no entraba futbolísticamente en dicha categoría.
El número de participantes (13) imposibilitaba el formato de eliminatoria directa, por lo que hubo que apostar por un sistema de liguilla y cuatro cabezas de serie. La FIFA se decidió por las tres principales potencias latinoamericanas (Uruguay, Argentina y Brasil) más los Estados Unidos de América. La elección de los USA podría parecer una decisión controvertida, si se toma en consideración que apenas dos años antes habían encajado un sonoro 11-2 ante Argentina, pero el peso de las ausencias les convertía en una alternativa bastante lógica.
Los rescoldos de la American Soccer League fueron empleados como armazón del seleccionado.
El soccer disponía entonces de una interesante competición profesional, la American Soccer League (1921-33), e incluso de un gran equipo semi-legendario, el Bethlehem Steel. La ASL había sido montada siguiendo el modelo de la liga inglesa y gracias a su atractiva propuesta salarial consiguió atraer a numerosos profesionales europeos, especialmente a los de origen anglosajón. Según Colin Jose, especialista en la historia del deporte norteamericano, en algunos momentos se llegaron a contabilizar hasta 50 jugadores del viejo continente, lo que sin duda habría ayudado a elevar el nivel competitivo de los nativos. El prolífico historiador incluso se ha permitido especular con que «tal vez había cuatro o cinco equipos que eran lo suficientemente buenos como para jugar en la primera división escocesa».
La influencia británica era realmente obviaAunque las consideraciones sobre un teórico nivel competitivo son indemostrables, si tenemos en cuenta el modelo de organización del campeonato, el origen de sus principales referentes deportivos, así como el hecho de que varios de aquellos jugadores anglosajones acabarían disputando el Mundial con los Estados Unidos, se podría llegar a convenir que, a nivel técnico, aquel combinado USA fue en realidad un agente encubierto del aparentemente ausente fútbol británico. Comenzando por el seleccionador Bob Millar, que era escocés de nacimiento y había llegado a Norteamérica con 21 años, procedente de la Scottish Football League. Millar había desarrollado su trayectoria como jugador por varias de las competiciones locales y hasta había conseguido debutar con la selección USA, pero por las fechas en las que se programó el Mundial ya había empezado a reorientar su carrera deportiva hacia la dirección técnica.
Para el torneo de 1930, el técnico optó por una convocatoria de dieciséis jugadores, de la que tres cuartas partes procedían de la competitiva ASL y en el que seis de los titulares habían nacido en el Reino Unido. Aunque casi con toda seguridad el equipo hubiese incluido a un séptimo integrante británico de no haber sido por la Gran Depresión. Archie Stark, delantero centro estelar del Bethlehem Steel y escoces de nacimiento, había rechazado participar en el torneo dado que estaba iniciando un negocio propio de reparación de automóviles en Kearney (Nueva Jersey). Según Roger Allaway, autor de «The Encyclopedia of American Soccer History», la quiebra de su equipo y el marco económico le habían hecho plantearse un futuro alejado del fútbol, si bien a sus 32 años seguía en buena forma y venía de firmar 32 tantos en la ASL. Allaway ha considerado a Stark la mayor estrella del fútbol USA anterior a la Guerra Mundial -y de hecho aun disputaría cuatro temporadas más como profesional-, no obstante su sustituto en el puesto de ariete, el veinteañero Bert Patenaude, completaría una performance más que admirable.
Estados Unidos presentó una temprana aproximación a la preparación física y la disciplina militar.
Si algo distinguía a la formación titular USA eso era su tremenda constitución física, que incluso había propiciado que los seleccionados franceses les apodasen jocosamente los «lanzadores de peso». Una de las claves, según revelaron a posteriori los propios jugadores, fue el trabajo de Jack Coll, el preparador físico de origen irlandés que les mantuvo en forma durante la travesía de 18 días a bordo del SS Munargo. Coll tenía una larga experiencia como preparador de fútbol, boxeo y atletismo, y la calidad de su trabajo propició que el manager Wilfred Cummings se mostrase confiado al examinar el campo donde se disputaría el primer partido. Pese a definir el terreno de juego de «lecho de barro húmedo y pegajoso, con demasiados charcos de agua como para contarlos», lo consideró «hecho a la medida» y más aun disponiendo de dos semanas extra de preparación en relación a los equipos europeos. Un periodista enviado por el cotidiano «El Diario», emblemática cabecera uruguaya que destacaba por su cobertura del deporte, pudo constatar durante los entrenamientos del equipo norteamericano que la táctica empleada «era el juego escocés de pases para atrás», que su juego de conjunto «no dejaba buena impresión», pero que podían chutar desde cualquier distancia.
Estados Unidos ganó poco a poco créditoLos partidos de la fase de grupos se saldaron con sendos tres a cero, lo que ayudó a moralizar poderosamente a las tropas yankies. A diferencia de lo que era costumbre en aquellos momentos, el equipo se entrenaba diariamente mediante carreras, ensayos de pases, de tiro, remates de cabeza… luego sesión de masaje a cargo de Coll y parón para almorzar. Después de la victoria contra los paraguayos el periódico argentino «La Prensa», de ideología liberal conservadora, les dedicó encendidos halagos a los norteamericanos por haber «hecho de atletas jugadores de Football» y se preguntaba: «Serán así los jugadores de football del futuro?». El propio Cummings, que se había mostrado comedido a su llegada al país («Hemos venido a aprender de nuestros hermanos sudamericanos»), proclamó después del sorteo que asignó los emparejamientos para semifinales que «venceremos a los argentinos».
Aparentemente no eran los únicos que pensaban así. Uno de los atacantes de Chile, Guillermo Subiabre, tras caer en el duelo decisivo contra los argentinos, también aseguró que «Los Americanos del Norte vencerán a los argentinos». Arguyendo que los argentinos carecían de una defensa capacitada para «resistir el empuje de los americanos» (sic). Los miembros de la expedición USA parecían tener una opinión similar, quizás espoleados por haber sido capaces de mantener su portería a cero durante sus dos primeros partidos, o quizás porque las actuaciones previas de las dos potencias del Río de la Plata realmente no les habían impresionado, lo que si aseguraba «El Diario», en las vísperas del sorteo para las semifinales, es que los yankees se mostraban confiados y denunciaban defectos que les permitían calificar a las dos selecciones latinoamericanas de «incompletas». Supuestamente los argentinos disponían de una soberbia línea de ataque pero una defensa demasiado porosa, en cambio Uruguay les parecía exactamente lo contrario.
Las dinámicas propagandísticas desde los medios, una parte esencial a la hora de interpretar el fútbol.
No está claro si las declaraciones procedían de los jugadores o si se debían exclusivamente a Cummings u otros miembros de la delegación, pero los orgullosos uruguayos no tardaron en contestar a través de los tabloides que habían recibido el mensaje y que les estaban esperando. La prensa caldeó el ambiente y una vez se supo que el combinado argentino enfrentaría al norteamericano empezó a presentarlo como un duelo de escuelas. Por un lado el estilo vistoso del Río de la Plata, del que un diario bonaerense decía que había «perfeccionado este deporte hasta llevarlo a un nivel artístico que produce admiración», y por el otro el football de los norteamericanos (a la inglesa) definido de «efectivo y rendidor», pero acusado de ajeno a la belleza.
La crónica definitiva de «El Diario», titulada «¡Vamos a ver quién gana!», resumió el duelo como una oposición entre juego flexible y técnica versus rigidez táctica y resistencia calculadora. Algo así como la paradoja que plantea lo que ocurriría si una fuerza irresistible chocase contra un objeto inamovible. La pregunta había sido formulada y setenta mil personas acudieron al evento con vistas a descubrir la respuesta. El partido suponía un riesgo y el ejercito uruguayo se ocupó de garantizar la seguridad fuertemente armado con mausers alemanas, pero al final la publicidad tuvo más historia que el partido en si. Los argentinos aplastaron a los norteamericanos por seis goles a uno, entre otras cosas porque el ataque USA nunca pudo superar a una leyenda de los Mundiales, Luis Monti.
No obstante, incluso pese a la abultada derrota que supuso el desquite de los rioplatenses, la actuación global del equipo de Bob Millar dejó un muy buen sabor de boca, y de hecho sigue siendo la mejor clasificación en un Mundial de un combinado estadounidense. También en su calidad de agente infiltrado del imperio británico proporcionó motivos de satisfacción. Había debutado el primer inglés puro, el liverpuliano George Moorhouse, la «escuela inglesa» había estado representada e incluso había podido destacar. Años después dos de los miembros del equipo fueron simbólicamente recompensados por sus servicios, firmando por dos clubes del campeonato inglés. Jim Brown por el Manchester United, entonces un modesto club «ascensor» y Alexander Wood por el Leicester City. No en vano, siempre habían actuado al servicio -secreto- de su majestad.
Deufoleu · hace 521 semanas
Me quedo, sobre todo, con el nombre de Archie Stark. Se me ha presentado como el típico personaje que despierta sí o sí tu curiosidad. A ver qué me puede decir Don Google sobre él!
Saludos
@David_Mata_Ecos · hace 521 semanas
sejrazo 58p · hace 521 semanas
La verdad que no deja de ser curioso el hecho de que USA tuviese algo parecido a una liga/fútbol potente hace tanto tiempo y luego desapareciese. Aún así, la falta de articulación del soccer sigue siendo un problema latente aún hoy. Lo que es increíble es que St. Louis, que históricamente ha sido una de las capitales del soccer no tenga un equipo destacado actualmente ni tampoco durante la época de la NASL en los 70.
Otra cosa que me sorprende son las declaraciones grandilocuentes de los yankis durante el Mundial, sobre si iban a meterles mano a los rioplantense y tal y cual.
Gran artículo, David. He aprendido mucho.
Luther Blissett · hace 521 semanas
Realmente del 30 solo conocía el nombre propio de Guillermo Stabile.
Después de leer el artículo por primera vez me he puesto a buscar algo más de información en la red y resulta que el primer hat trick de la historia de un Mundial fue obra de un norteamericano, de Bert Patenaude ( http://www.fifa.com/world-match-centre/news/newsi... conseguidos contra Paraguay en la fase de grupos.
@David_Mata_Ecos · hace 521 semanas
A mi una cosa que me ha llamado la atención es que tuvieran su propia versión de una "liga pirata", similar a los casos argentino y colombiano. Luego parece que con la Gran Depresión se abortó el invento y de hecho es lo que comentas tú, que no ha habido una liga soccer ni equipo yankie destacados a nivel internacional.
Sobre las declaraciones, yo creo que el más provocador era el manager del equipo, Cummings, y que quizás la prensa tomó (intencionadamente) la parte por el todo y declaraciones que emitían los del staff se le atribuían también a los jugadores. Por ejemplo, el periódico argentino "La Prensa" preguntó al seleccionador Millar si creía que podrían ganar a los argentinos y él contesto "seguramente" , pero Cummings que estaba presente añadió "y fácilmente", que es un matiz despreciativo que Millar no había dado a su respuesta. Ahora, esto es especulación mía, pero teniendo en cuenta que dos años antes habían pulverizado al equipo USA y que Argentina disponía de un ataque con Peucelle, Scopelli, Stabile, Ferreira... era realmente muy atrevido declarar algo así.
@David_Mata_Ecos · hace 521 semanas
Sí, Patenaude era de origen francocanadiense y cuando murió Stabile aun era considerado oficialmente el autor del primer hat trick. Ha sido necesario un trabajo de busqueda en los archivos de varios medios de la época hasta que se pudieron encontrar pruebas de que la información había sido mal recogida. Más tarde subo en twitter unos dibujos con el relato de dichos tantos.
Luther Blissett · hace 521 semanas
Magnifica idea la de las fotos.
No sabia que Bernabe Ferreira habia jugado el mundial del 30.
Es curioso como EE. UU. ha sido y sigue siendo pilar de la escuela británica de fútbol ya q hoy en dia la Premier sigue teniendo una gran influencia en Usa y los jugadores americanos que emigran suelen optar x esta liga.
@David_Mata_Ecos · hace 521 semanas
No Bernabé, Nolo Ferreira, también conocido como el Piloto Olímpico, conductor de la celebre delantera de Los Profesores de Estudiantes. También Scopelli pertenecía al mismo equipo. Bernabé recien empezaba su carrera en Tigre. Explotó más adelante.
Luther Blissett · hace 521 semanas
Ok. Me parecía un poco raro porque creó que en Bernabé el apellido se escribe Ferreyra y una errata me parecía extraña.
uruguayoafull · hace 521 semanas
Me interesaría mucho que me recomiendes material literario acerca de los hungaros que hasta fines de los años 50 tengo entendido que eran pioneros en aspectos tecnico tacticos, incluso recordaras que varios D.T. vinieron al Rio de la Plata a dirigir (por ejemplo en Peñarol del año 49 Emérico Hirschl).
Abrazo y espero otro de tus articulos.
@David_Mata_Ecos · hace 521 semanas
Querido amigo, lo de la conexión húngaro - rioplatense lo voy a tocar y ya tengo planes sobre ello. Tengo que hablar con nuestro jefe para coordinar en que formato, pero mi idea sería que sea parte de algo que me ilusiona enormemente y a lo que por ahora - y siguiendo el tono de espionaje del artículo- llamaremos "El proyecto".
Un abrazo
Uruguayoafull · hace 521 semanas
@David_Mata_Ecos · hace 520 semanas
https://twitter.com/David_Mata_Ecos/status/582475...
Saludos
@David_Mata_Ecos · hace 520 semanas
Claudio · hace 344 semanas
Claudio · hace 308 semanas