Cayó Modric y el fútbol del Madrid fue perdiendo enteros. Ello conllevó resultados más ajustados y los mismos revelaron un tic en su juego que, sin Di María, parecía haber desaparecido: el excesivo número de centros a la olla o, siendo más rigurosos, la escasez de pases interiores cerca de la frontal del área rival cuando intenta ganar un partido vivo en la última media hora. Tiende a mezclar poco su ataque y favorece que el contrario mecanice su defensa, se tranquilice ante tanta previsibilidad y aligere su cantidad de errores no forzados. Como efecto, el Real baja su nivel y sus opciones de triunfo.
En la variedad está la calidadEn realidad, el valor que el Madrid le da a los centros en sí tiene base de razón. Para empezar, mete en el área pequeña a uno de los mejores rematadores de la historia, Cristiano Ronaldo; y como adición, sus dos parejas externas poseen gran facilidad para alcanzar excelentes posiciones de envío, siendo buena prueba de ello el último empate frente al Villarreal, en el que la mayoría de éstos se produjeron próximos a la línea lateral del área. El centro-y-remate supone una de sus mejores armas y no hace mal en emplearla. El quit está en que un ataque mezclado compromete más a la zaga contraria y en que la pone más nerviosa. O sea, facilita los recursos propios y propicia fallos ajenos. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Una jugada diferencial, usada con moderación, potencia su eficacia. Y al revés. Si se abusa de ella, el contrario se la aprende.
El Athletic suele ser un frontón despejando centros laterales.
Se espera que el Athletic Club ponga hoy su presión sobre la mesa y muerda a Kroos como si fuese de goma. Acostumbra a hacerlo en San Mamés contra todos los grandes y el Madrid, en los primeros tiempos, sufre bastante más contra acosos agresivos que contra cerrojos bien poblados. No en vano, podría decirse sobre los de Carlo que no baten una presión planificada precisamente desde su último cruce con los leones, si bien entonces se vieron en el Bernabéu, se exhibió Modric, el Athletic no dio la talla y el Real completó uno de sus cinco grandes superhits del curso, quizá solo superado en cuanto a espectacularidad por su visita a Anfield. En cualquier caso, volviendo a la senda de los dos primeros párrafos y cruzándola con lo de esta tarde, el tema está en que el líder podría sufrir de lo lindo si el marcador no le sonriese desde pronto. Si Valverde da la razón al vaticinio más común y ordena presión al principio, y si sus hombres aprovechan lo que ésta aguante y clavan el golito de rigor, el Madrid tendría que derribar luego un muro que, principalmente, es anti-aéreo. Anti-centros. San José de pivote define sus credenciales, aunque hoy Mikel cause baja y debilite esta esencia. Por arriba, la fiabilidad del grupo parece muy alta; si le atacan sólo con centros desde las bandas, el sistema luce consistente. Por bajo concede bastante más. De hecho, por bajo concede tanto que si el Real, llegado ese punto, no lo señala, habrá que pensar que, más que un tic, tiene una limitación. Por lo menos, hasta el retorno de Luka.
Fe de erratas. En el texto original se olvidó la sanción de San José. El lapsus fue advertido por el usuario «Deulofeu» y corregido a posteriori.
Deufoleu 7 marzo, 2015
Abel, gran post, como siempre. El problema es que, si no me equivoco, San José causa baja por acumulación de amarillas para este partido.
Aún así, el artículo deja reflexiones muy interesantes; y es que esas últimas medias horas del Madrid, aún fructíferas en muchas ocasiones por su tremenda pegada, comienzan a convertirse en una rutina bastante peligrosa. Las pocas veces que se dan, claro ^^