Ancelotti entró en Valdebebas en junio de 2013, pero hubo que esperar al siguiente enero para ver trazos de su labor. Desde entonces, con mayor o menor éxito, su equipo sí ha intentado jugar en función de lo que representa el italiano. Por resumirlo mucho, buscando controlar a partir del autocontrol. En base a dicho axioma, los blancos se han cruzado en el camino de Leo Messi hasta en tres ocasiones. Pese a que una de ellas se saldó con un título en la vitrina del Bernabéu, la más aludida en estos días, al menos en los círculos más analíticos, está siendo la primera. Aquélla en la que el «10» dictó la Ley. Sin duda fue bestial y tiene sentido rescatarla. Pero sólo en parte.
En el 3-4, el RM cambió su modoEl Madrid llegó a aquel choque viéndose muy superior; ni siquiera extrañaría que incluso barajando la cosecha de una goleada. Semejante idea se tradujo al fútbol en forma de un ritmo ofensivo extremo y, lo que nos afecta, una presión a todo campo que jamás había utilizado y que nunca volvió a utilizar. Para la hemeroteca, aquella imagen de Di María tumbado en el césped, casi desfallecido, en el temprano minuto 20. Estaba exhausto por el esfuerzo. De haber ganado los blancos, buen titular habría sido El Madrid de Marcelo Bielsa, pero como hacía con el Loco, Messi no les dejó. Nada potencia más su fútbol que el hecho de que le metan la pierna; nada le resulta más fácil que esquivarla y salir corriendo. El Madrid lo sabía antes de aquel encuentro y justo en el mismo recibió la información que le faltaba: da igual qué equipo llegue mejor; lo que importa es Leo. En los dos partidos siguientes le defendieron como les enseñó Mourinho; o sea, al gusto de Carletto. Y recuperaron el control.
Messi podría encontrar hoy más problemas que contra el City.
El Madrid es la antítesis de la presión, de la agresividad, de la energía. Sin importarle la categoría de su rival, ya pueda ser el colista o un 2ª B en la Copa, su defensa se basa en la especulación. Rara vez intenta robar el balón; prefiere proteger el espacio, juntar líneas y esperar que el otro falle. No tiene prisa por agenciarse la pelota. Si sumamos a ello que llega al Camp Nou pareciendo inferior, tampoco se vaticina que vaya a arriesgar de más. Lo normal es que mantenga su estilo, que a su vez, es el menos inapropiado que existe para enfrentarse a Messi, pues es aquél contra el que resulta más difícil regatear. Cuando los de Ancelotti cierran su mitad formando el 4-4-2 y con los cinco sentidos activos, cuesta rebasarles. Tácticamente pertenecen al grupo de élite.
Kroos sí puede ser un agujeroY hombre a hombre… depende. Frente a futbolistas basados en la explosión, la banda izquierda del Madrid suele sufrir bastante; sin embargo, ante Messi, que fundamenta su juego en la técnica y la intuición, está todo lo provista que la exigencia le permite. En condiciones normales, el contacto del as será custodiado por Isco, cuyas eficaces actuaciones defensivas contra el Barcelona en general y Leo en particular no han respondido a la casualidad. El malagueño sabe concentrarse, adivina intenciones y usa el cuerpo como pocos. Perece en los retos físicos, pero Messi va por otros derroteros. Técnicamente, lo mismo pasa con Marcelo. Y lo suyo es jugoso. En principio Leo lo medirá poco, pues prefiere correr en diagonal que hacia su lateral, pero precisamente por eso, Ancelotti podría emplearlo como apoyo defensivo interior. A menos que Suárez caiga mucho a la derecha, Marcelo no será atacado y podrá corregir en el medio. Parecido hará Sergio Ramos en proporción de lo posible. También Suárez será su enemigo. Y tanta ayuda, en efecto, será para Kroos. Lento de piernas, rígido de cintura y falto de visión, el alemán sí constituye una traba individual importante con respecto al sprint natural del «10», que suele desembocar en su zona. Sin embargo, si sus compañeros le fortifican como hicieron en la ida, no sorprendería que tirase de carácter y ocultase sus defectos. Él no ofrecerá ningún plus. Si Leo le llega limpio, el Barça podrá machacar. Pero si Isco y Ramos, con la ayuda de Marcelo, lo protegen, difícilmente no estará a la altura.
Messi podría encontrar hoy más problemas que contra el City.
Otra duda relevante a resolver residirá en el tipo de réplica que el Real pueda darle a la jugada maestra del Barcelona, el pase enroscado del genio. En gran medida, la defensa de la misma dependerá de la calidad del envío, no de lo que suceda después. La labor que puedan ejercer entre Isco, Kroos, Ramos y Marcelo evaluará más las opciones de su equipo que lo que ocurra al otro lado. Con Carvajal a su derecha y Casillas por detrás, el marco para Pepe olerá regular. Ni el manejo de la espalda de Dani ni el dominio del área pequeña de Iker le asistirán en demasía. Si Leo emite su pase con cierta comodidad, Pepe estará solo ante el peligro.
La mayor estrella ha reconstruido el primer escalón del fútbol. Atesora más talento que ninguno y nadie pasa por un momento mejor que el suyo. Lo corriente es que produzca y por supuesto el Real Madrid no se escapa de esa lógica. Pero hay víctimas y víctimas. Si Ancelotti y su grupo ofrecen un nivel afín al que muchas veces han demostrado, el «10» no debería correr hoy tan libre. En teoría, dentro de los límites que deja abiertos el presente de Leo Messi, su eterno rival sí debería representarle un obstáculo. Quizá no insalvable, pero sí un obstáculo.
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Eduardo González 22 marzo, 2015
Acabo de leer el artículo y me pareció excelente, pero se me vino una pregunta a la mente que no sé si se la han planteado.
Qué sucedería si a LE se le ocurre que Messi (como en el partido ante el Atlético) puede en un par de ocasiones regatear por fuera a Marcelo dejando descolocado a todo el sistema de ayudas que al parecer plantea Ancelotti? No sé, me parecería una variante a usar al principio del partido que los tomaría totalmente por sorpresa. Qué opinan?