En las últimas semanas de Ecos los párrafos dedicados a Isco no estuvieron llenos de alabanzas. Más bien coincidieron con aquellas partes de los textos que más desarrollaban los problemas tácticos que estaban constriñendo el fútbol del Real Madrid. Al formar nosotros parte de una cultura balompédica en la que, quizás, no existen los matices necesarios entre el blanco y el negro, entre el deficiente y el excelso, alguna de aquellas palabras pudo interpretarse como una crítica al andaluz, cuando casi nunca fue ésa la intención. Lo cierto es que lo de este Isco está más cerca de justificar el brutal boom que está desatando en su país que de merecer un palo; es uno de los espectáculos que hoy ofrece este deporte y muy pocas veces se ha visto algo así en un centrocampista de sólo 22 años. Muy pocas veces en la historia. Pero en este espacio no solemos hacer crónicas, sino análisis, y lo que se pretendía explicar era que el vigente sistema de Carlo Ancelotti no está hecho a su imagen y semejanza, y cuando es él quien enciende la puesta en escena de su equipo, éste no fluye como en sus mejores momentos. La excelencia de Isco no se traduce en un dominio colectivo sencillo. El sistema no fue orientado hacia ello. En cambio, las buenas actuaciones de los titularísimos sí favorecen ese control automático. Las de Pepe y Ronaldo, por ejemplo. Ambos comenzaron en Gelsenkirchen y siguieron ayer en el Martínez Valero. Y su Real ya recuerda al del mes de noviembre, aunque aún no lo sea.
Pepe reporta una seguridad que «suelta» a sus compañeros.
El Elche casi no pudo atacarSe trata de favorecer una inercia futbolística que reporte confianza a los once. Es justo reconocer que la victoria ante el Schalke 04 seguramente fue una inyección de moral para ellos y que la mano que le echó el Málaga en el Camp Nou tampoco le habrá venido mal, y a ello se suman algunos detalles técnicos y tácticos que generan un escenario en el que asumir supuestos -supuestos- riesgos posicionales cuesta menos trabajo. Lo de Pepe es una evidencia. Si Isco y Lucas, encargados de escoltar a Kroos, sienten que tras el alemán hay una especie de araña gigante que se apropia sin aparente esfuerzo de cualquier ataque que se filtre por la izquierda o la derecha del alemán, ambos tenderán a soltarse y subir más porque su instinto básico, que es el que prevalece mientras se compite, les indicará que no es tan importante que ellos estén atrás.
CR7 se movió perfectamenteParecido pero más complejo es lo de Ronaldo. Cuando Ronaldo está fresco y su equipo tiene un mínimo de calidad y estructura, se hace difícil que el mismo juegue mal. No solo va ocupando huecos vacíos con su frenético movimiento, sino que con él impulsa a otros compañeros de menos iniciativa a moverse también. Cristiano apareció en zona de extremo izquierdo, o derecho, de «9» y como mediapunta, siempre pendiente de que ésa última, que es la clave en el sistema blanco, estuviera rellena, y echando a Bale, Benzema e Isco de aquellos espacios que habitaban y que el «7» se pedía para él con sus desmarques. Isco, y volvemos a usar al malagueño porque es el hombre menos dinámico del Real, pisó el área pequeña hasta seis veces a lo largo de los 90 minutos, en las seis con dos miembros de la BBC escoltándole desde segunda línea.
El XI blanco no es «lógico». Su sistema, bien jugado, lo equilibra.
La (fundamentada) confianza insuflada por Pepe y la sabiduría activa de Cristiano permitieron al Real Madrid recuperar sus dos Puentes, un sistema ambicioso y difícil que requiere gran valentía y calidad para ser ejecutado, y a las pruebas del último mes y medio nos remetimos. Pero a Ancelotti no le queda otra que intentar algo así si desea alinear a sus mejores piezas juntas. Sus cuatro centrocampistas principales eran mediapuntas hace tres años, y arriba tiene tres delanteros que no defienden. Su sostenibilidad depende de una movilidad (desde el 4-3-3) que parece más arriesgada que formar un 4-3-3 simétrico y plano pero que no lo es. Sin ser lo siguiente un axioma, cuando Isco pisa el área rival la fortaleza defensiva suele ser muy superior a cuando está pegadito a Toni Kroos. Si el Madrid dibuja sus cinco alturas (defensa, puente 1, medios, puente 2 y delantera), plasma sobre el césped una transición defensiva jerárquica -el rival debe sortear cinco pruebas distintas- que, para colmo, encuentra en sus dos últimos escalones -a los que la contra ya llega lastrada- a Pepe, Ramos o Varane, que son tremendos defendiendo a 50 metros de su arco. Y el guardián de este sistema no es Isco. Son, entre otros cuantos más, Pepe y Ronaldo. Ellos, con sus iniciativas, provocan la aplicación del susodicho. Lo que no quita que cuando ellos lo ponen en práctica, Isco, o cualquier otro, pueda ser el mejor.
hola 23 febrero, 2015
A mi me sigue dejando dudas en la transicion ataque-defensa…