«Está claro que tengo una espina clavada por no haber jugado en el primer equipo o, incluso, en el filial del Málaga», comentaba Javi Guerra con cierta pena hace unos años. Nacido en Vélez-Málaga, el prometedor delantero había comenzado a hacerse futbolista en los cadetes y juveniles del club malagueño junto a Emilio, su hermano gemelo, pero cuando llegó el momento de dar el salto ambos decidieron irse a Barcelona para formar parte de la ilustrísima cantera del RCD Espanyol. Los Guerra compartían cumpleaños, rostro, acento, posición y objetivo, pero éste, que ambos terminarían cumpliendo por separado, al menos a medias, sólo llegaría tras dos carreras largas, trabajadas y viajadas.
Porque cierto es que en la ciudad condal se separarían sus caminos, pero no sus destinos. José Emilio Guerra, tras militar en 14 equipos, logró jugar en el Atlético Malagueño en la 2012/2013Javi debutó en Primera División con el Valencia antes de probar suerte en Rumanía. No había llegado a Primera ni tampoco al Málaga CF, pero antes de finalizar su trayectoria como profesional pudo defender el escudo del club de su ciudad. Un deseo que, por su lado, Javi iba a seguir teniendo aun estando ya instalado en la élite. Y llegar a ella, precisamente, no le había sido fácil. Le costó mucho más de lo que pensaba. Después de comenzar en el Motril y en el Cádiz, su experiencia en el Valencia B fue positiva pero no exitosa. En el filial ché se hartaría a marcar goles e, incluso, debutó en Primera de la mano de Quique Sánchez Flores, pero su paso por Paterna no fue el trampolín definitivo. Debería pelear en Segunda con el Granada 74, el Deportivo Alavés, el Levante UD y, por supuesto, el Real Valladolid.
En Pucela se convirtió en más que un goleador.
En el frío José Zorrilla, a pesar de no tener siempre el beneplácito de su afición, Javi Guerra se convertiría en uno de los mejores puntas de España. Y lo hizo desde el primer año. Como si tuviera prisa. Como si el tiempo se le agotara. Como si sus 28 años le empujaran hacia el éxito a base de goles. En concreto 28, los que metió en su primer año en Valladolid pese a que el ascenso se escapara en los playoff.
Un pequeño fracasó que le pesó mucho en lo personal. Javi sentía que su carrera se iba acabando, que su fútbol no sería ilimitado y que pasar otro año en Segunda era otra oportunidad perdida. Quizás por esto, tras un verano de ofertas inconcretas, el andaluz tuvo un inicio de temporada complicada. Seguía marcando, pero no al mismo ritmo y los murmullos cada vez eran más sonoros. Hasta que los calló. Ejerciendo como líder junto a Óscar y Djukic, Guerra anotó los dos goles del ascenso ante el Alcorcón. El primero, corriendo al espacio. El segundo, de empujar en el área. Como había hecho toda su vida.
Por fin, ahora sí de verdad, el «9» llegaba a la categoría a la que parecía estar destinado desde muy joven. Su primer año no sería demasiado notableEn su último curso fue muy autosuficiente e, incluso, fue perdiendo peso en favor de Manucho, pero en la 2013/2014 se despediría de Pucela exhibiendo el mejor fútbol de su carrera. Y eso que el Valladolid de Juan Ignacio Martínez fue la nada más absoluta durante todo el año. Patrick Ebert pasaba más tiempo en Alemania que en España, Óscar González sufrió demasiadas lesiones y todo lo construido por Miroslav Djukic se fue desvaneciendo poco a poco. Y, sin embargo, Javi Guerra mantuvo en competición al equipo. Lo hizo montando una autarquía forzosa: convirtió cada pelotazo en un problema para los defensas rivales, cayó a banda para generar las superioridades que sus extremos no lograban y rellenó el área por el resto de su equipo. Corriendo o frenando. Bregando o driblando. Centrando o rematando. Daba igual. Javi Guerra se convirtió, con permiso de Sergio García, en el delantero más autosuficiente de la Liga BBVA, dejando partidos para el recuerdo como su emocionante actuación ante el Barcelona del Tata Martino.
En Pucela se convirtió en más que un goleador.
Lo deslumbrante de su temporada llamó la atención de todos. Incluso de la Premier League. Su experiencia en el Cardiff City no fue más que eso, una experiencia, pero tras ella se iba a esconder la llamada más deseada. Con Roque Santa Cruz en México, el Málaga CF necesitaba un «9». Necesitaba a Javi Guerra. El chico de la ciudad que emigró de juvenil, que nunca cambió de objetivo y que, después de mucha pelea y no menos goles, vuelve para seguir haciendo crecer la ola de optimismo que está llevando en volandas a La Rosaleda. Javi Gracia deberá decidir qué quiere de él. Opciones tiene. Ponerle en punta por delante de Amrabat. O de Juanmi, llevando al marroquí de vuelta a la banda. O, simplemente, dejarle el rol que tenía Roque como recurso de valor. Sea como fuere, Javi Guerra está en casa. Y ya ha marcado.
SergioMartin91 29 enero, 2015
Buen fichaje el que ha hecho el málaga con la llegada de Javi Gracia para cubrir la baja de Roque, pero, más allá de que sea un buen futbolista, con autosuficiencia y que pueda ser útil para determinados partidos en los que Javi Gracia quiera jugar un poco más directo, para mi debe de ser suplente de Amrabat+Juanmi, que me parecen los dos mejores delanteros y los que más le dan al Málaga y ahora mismo meter a uno de los dos en la banda no me parece buena opción viendo lo que dan jugando por dentro. Dicho esto, para ciertos contextos que el Málaga se vea obligado a remontar el marcador, meter a un nueve de área como Javi Guerra con Amrabat unos metros por detrás me parece una grandísima opción y una dupla que puede dar muchos puntos en Liga y matizar un poco esa propuesta inicial.