España goleó a Luxemburgo hace apenas un mes y los análisis parecieron la crónica de un entierro. Y con razón, porque se jugó muy mal. El 3-0 de anoche, sin embargo, parece haber despertado una ilusión diferente. Ciertamente se percibió más ritmo, y por lo tanto más peligro, pero no se debió al descubrimiento de la tecla que vuelva a propiciar la fluidez colectiva. España mantuvo su mismo modelo espeso y poco recomendable; ése que le lleva a depender casi en exclusiva del centrocampista de su izquierda para crear ventajas. La única diferencia con respecto al reciente periodo pesimista fue que, esta vez, ese hombre fue Isco en lugar de Iniesta, y que el malagueño mejoró las últimas prestaciones del manchego. Más novedad no hubo.
Bielorrusia no intentó atacarSí, es cierto, el dibujo de partida fue un 4-4-2, aquél que cayó en desuso tras la Eurocopa de Aragonés, debe constar, pero en realidad no transformó nada. La idea fue la de siempre, marear la pelota sin rumbo fijo a la espera de un hueco, y el 4-4-2 no hacía nada por favorecerla. Nada que no hiciese el 4-2-3-1 contra Eslovaquia o el 4-3-1-2 del día de Luxemburgo, se quiere decir. La buena nueva para el sistema fue que la salida de balón no se vio comprometida, pero el motivo fue que Bielorrusia se encerró sobre su portería por decisión propia; si Casillas lo hubiera intentado, hubiese llegado casi hasta la frontal del área rival conduciendo el balón sin obstáculos. El gris escenario, pues, era el siguiente: la España de Del Bosque en su más pura esencia frente a un repliegue ultra radical.
Isco ejerció de generador de juego y respondió bastante bien.
Y en dicho marco apareció Isco, recostado sobre la banda izquierda pero con suma libertad, e imantado hacia la pelota como acostumbra. Jugó 79 minutos y tocó el balón en 127 ocasiones; y precisamente esa fue la simple clave: un equipo de Del Bosque sin juego colectivo fluido amenazó a su contrario con un giro de guion 127 veces en 79 minutos de partido. No tiene mucha historia esto; no se le pidió nada concreto; buscaba sin descanso una posición interesante para recibir, intentaba crear peligro (actitud agresiva) y, si no se podía, atraía oponentes, desmarcaba compañeros y a seguir. Sus grandes beneficiarios fueron Koke, Busquets y Juanfran. A los dos primeros los puso en la corona del área. Como aguantaba el balón arriba e intentaba desequilibrar, le daba tiempo a subir a su doble pivote mientras cerraba al rival sobre sí mismo, luego se la daba de cara a Koke y el rojiblanco administraba la ventaja creada. Y Koke lo hizo muy bien, si no entramos en el debate sobre lo oportuno, o no, de usar a esta máquina de producir en un rol desde el que solo pudo crear una ocasión de gol. En lo referido a Busi, para él, el partido fue soñado. La pelota le llegaba con el contrario ya movido y su función era dársela rápida al libre, una tarea que borda, y en las pocas veces en las que la Selección perdía el balón, el ejercicio defensivo consistía en presionar un poquito arriba y todo resuelto. Por último, Juanfran supo aprovechar la basculación a la que Isco obligaba a Bielorrusia. En cada tanto español hubo un centro desde la derecha.
Con el juego tan volcado sobre Isco y Koke, Alba no tuvo espacio.
En el lado negativo, quizás Alba y Pedro. A Jordi no le vino nada bien que el contrario hiciese todo lo posible por achicar sobre su perfil; a menudo afrontó retos más técnicos que físicos, y él ahí palidece. En cuanto a Pedro, tardó 45 minutos en descifrar el encuentro que estaba jugando. Su oportunidad estaba en el perfil derecho, en ser profundo por allí y diversificar el fútbol de Juanfran, pero gastó el primer periodo en bajar a recibir y en acercarse a Isco para intentar hacer con él la típica jugada imposible. En cualquier caso, volviendo a lo general y a fin de cuentas, lo mejor de la España post-mundialista sigue siendo aquel rato contra Francia en el que Cesc Fábregas capitalizó el juego nacional. Lo de ayer no fue más que uno de los mejores futbolistas del país cumpliendo expediente contra un adversario de baja categoría.
Larios84 16 noviembre, 2014
Puede que ayudara el juego ultrareplegado de los bielorrusos, pero aún así, se jugó bastante bien durante ciertos tramos.
Esta claro que esta no será la España frente a grandes rivales, así como que ahí estarán Fábregas, Silva, Costa, Iniesta y otros.
Considero que dado el contexto de partido, tanto Bernat por Alba, como Callejón por Pedro, de inicio, hubieran aportado bastante mas al equipo.
Supongo que habrá muchos cambios para el martes, veremos a ver qué nos deparará ese "amistoso" entre los 2 últimos campeones del mundo