Hace veinte años, el ya famoso cabezazo de Sergio Ramos no hubiera acabado en gol. Tampoco el de Marc Bartra en la final de la Copa del Rey o el de Thiago Silva en los cuartos del pasado Mundial. Seguramente, ni siquiera el remate de James Chester en la última final de la FA Cup habría terminado descansando en el fondo de la portería defendida por Fabianski. ¿Por qué? Porque en el fútbol actual casi ningún equipo coloca un hombre pegado al segundo palo. Una respuesta tan sencilla, como complicada es su explicación.
Evidentemente, los técnicos siempre tienen numerosos argumentos para defender sus decisiones y, además, cuando la inmensa mayoría coincide en un aspecto concreto parece más que lógico pensar que estos son prácticamente irrebatibles. Sea como fuere, también resulta muy interesante averiguar las razones, los motivos y el sentido del cambio de un detalle minúsculo en la táctica del fútbol que, como en los ejemplos previos, puede terminar alterando parte de la historia.
Porque no es un hecho aislado, sino una tendencia muy clara. Sin ir más lejos, en lo que va de Liga, hasta 6 de los 18 goles recibidos tras lanzamientos de esquina se podrían haber evitado siguiendo aquella vieja máxima del fútbol de «poner un hombre en cada palo». Los tantos de Sergio Ramos a la Real Sociedad (J2), de Íñigo Martínez al Real Madrid (J2), de Raúl Albentosa al Elche CF (J4), de Ignacio Camacho al RCD Espanyol (J4), de Mauro do Santos a la Real Sociedad (J4) y de Musacchio al Rayo Vallecano (J4) son obra del fútbol moderno. Para entender cómo a los entrenadores les puede seguir saliendo las cuentas pese a dicha ausencia, charlamos con Adrián Cervera (UD San Pedro) y Luciano Candel (Cadete – AD Colmenar Viejo), dos de esos técnicos que tampoco sitúan a un hombre en el segundo palo.
La defensa del segundo palo depende de varios factores.
«Antes se defendía con marcaje al hombre durante el partido y esto se trasladaba a las jugadas a balón parado. Así no había sacrificioClave: defensa en zona y nivel del portero entre compañeros y el hecho de lograr esa coordinación entre varios se antojaba imposible. Ahora que durante el partido se defiende de forma zonal, esto se ha trasladado a los saques de esquina y, racionalmente, se ocupa más espacio y está mejor distribuido», comenta Luciano relacionando la evolución del juego corrido con la de las situaciones de balón parado. Una explicación que Adrián completa añadiendo que «la tendencia es alejar de la portería al mayor número de jugadores posibles, ya que el nivel en el juego aéreo de los porteros es mayor y así tienen menos obstáculos para salir más cómodos».
El manual parece claro. La defensa en zona, la reinterpretación de estas jugadas y la mejora aérea de los arqueros se han convertido en motores de un cambio que, además, también trae consigo una mejora a la hora de defender las segundas jugadas. Y es que, al eliminar a uno -o a los dos- de los futbolistas situados bajo el larguero, se evita habilitar la posición de delanteros que se queden descolgados tras el primer remate o rechace. Por ejemplo, en el gol del Hull City al Arsenal anteriormente citado, Kieran Gibbs se queda parado, no sale y, aunque la jugada finalizó de forma diferente, así estaba permitiendo que cualquier delantero del Hull pudiera haber participado en el juego.
La gran razón del cambio: mejor prevenir que curar.
De todas formas, la esencia de esta evolución es otra. «Para que sea efectivo situar un jugador en el segundo palo, primero tiene que haber un remate previo. Personalmente, prefiero centrarme en evitar ese remate que en lo que pase después», razona Luciano. Una visión que Adrián Cervera comparte, aludiendo a la «teoría de la manta corta» para argumentar que «siempre hay que proteger unas zonas en detrimento de otras» y que, «como para el guardameta es más difícil defender situaciones cerradas al primer palo que llegar a un balón pasado al segundo», es mejor reforzar dicho espacio. Es decir, mejor vacunarse para prevenir la enfermedad que medicarse para curarla a posteriori.
Una perspectiva con mucho sentido en la que, obviamente, también influye el equipo rival. No es lo mismo un lanzamiento cerrado que unoEl rival puede condicionarte a hacer cambios abierto. No es lo mismo defender al Paris Saint-Germain que a un equipo menos potente por arriba. Para Luciano, con los córners centrados a pierna contraria que tienden a cerrarse sí que puede llegar a tener sentido colocar a un hombre para combatir el posible efecto del balón. Adrián, por su parte, hace más hincapié en el tipo de golpeo: «Los planos con buena velocidad son los que más daño hacen al segundo palo». Koke y Simeone, indirectamente, le dan la razón sin añadirle una coma. Por estos motivos, Cervera reconoce que, en alguna ocasión, su equipo ya ha modificado su forma de defender. «No hemos cambiado por completo, pero si hemos añadido algún matiz para adaptarnos al rival», fueron sus palabras exactas.
El portero es un factor muy importante para tomar decisiones.
¿Y si el propio portero le dijera a su entrenador que se siente más cómodo con un hombre en cada palo? Nuestros dos técnicos respondieron de igual forma: «entonces estudiaríamos la forma en la que estuviese más cómodo y tuviese más confianza». Para Luciano, la cosa es clara: «el portero elige y manda». Es cierto que «el entrenador da ideas, pero si el jugador y más en casos tan concretos y «cerrados» como estos ve tan necesario hacer algún aspecto de distinta forma, se puede considerar la acción», concluye. Así finalizó una charla en la que ambos técnicos expusieron sus argumentos para dar por bueno ese 33% de los goles que se cuelan por donde, hace no tanto, siempre había un lateral menudo intentando evitar el gol de Sergio Ramos.
@RdGarca 16 octubre, 2014
Interesantisimo. Como dice el artículo, depende mucho del rival y el comportamiento de un portero cambia dependiendo en que liga se juegue. En la Premier es muy común ver al portero rodeado de jugadores por lo que tiene restringido el juego aéreo y es necesario cubrir el segundo palo.
Y no se si traerlo a debate, pero pienso que el Real Madrid (u otros equipos con porteros de ese estilo) podría beneficiarse muchísimo con poner un hombre en el segundo palo (sin importar el portero) porque es muy fácil hacerles gol con simplemente peinar la pelota al segundo palo y que alguien remate.