Rodríguez rescata aquel tiempo pasado en el que el crack no jugaba para ganar, sino para no perder ni empatar nunca; aquella era en la que el número «10» no salía al campo para divertir o divertirse, sino para proteger a su escudo y a su grada de ese enemigo al que el deporte tildaba de oponente, adversario o rival. James compite según el código de honor de las estrellas antiguas, le puede más el orgullo personal que la obligación profesional, lo que no soporta es sentirse inferior. Por eso es un futbolista si su equipo brilla y otro mejor cuando su equipo sufre; valor que quedó grabado en dos de los encuentros más importantes de su vida, ambos disputados con la Selección Colombia. El 11 de octubre de 2013 se celebró en Barranquilla un Colombia-Chile que en el minuto 29 reflejaba un duro 0-3. James, con los ojos húmedos, empezó a pedirlas todas en su posición de extremo izquierdo, zigzagueó y bombardeó el área hasta que cayó el empate. Un empate que significó la clasificación de su país para un Mundial tras 16 años de espera. Historia eterna para el fútbol cafetero. La segunda cita recordada fue el cruce de cuartos de final contra Brasil en dicha Copa del Mundo; 90 minutos sobre los que ninguna palabra podría transmitir más que mirarle el rostro. Su nación era él o nada, y Brasil necesitaba que no existiera, e intentó tumbarlo, en cada una de sus apariciones, y James aguantó erguido, aumentando su participación, inspiración y recelo tras cada falta recibida, hasta que al final rompió a llorar. El último fichaje del Real Madrid destaca, por encima de cualquier otra cosa, por su impresionante personalidad. Necesita acometer gestas y posee un equilibrio psicológico-futbolístico propicio para completarlas. Ese es su mayor aval. James Rodríguez es un ganador.
A nivel técnico, la mayor virtud de James Rodríguez (mediapunta) es la magia de su pie izquierdo.
Se sitúe donde se sitúe, James tiene juego de mediapunta puroTécnicamente, el fútbol de James se edifica a partir de su tobillo izquierdo, que es increíble. Su zurda al completo viene a ser una suerte de bolsa de golf con palos de todo tipo, para cualquier distancia, suelo, necesidad o tiempo atmosférico. Toca el balón con una precisión máxima y de cualquier manera que se pueda imaginar (cambios de orientación, pases entre líneas, pases a la espalda de la defensa, descargas de espalda a portería, paredes, centros laterales…), y con una gama de efectos completísima que le permite acelerar o pausar el cuero a voluntad tras su primer bote, y es tal su confianza en el descrito repertorio que su juego consiste en la búsqueda del espacio y el tiempo preciso para sacarlo a relucir. A menudo se le puede ver mantenido solo sobre su pie de apoyo y mirando al horizonte mientras calcula y prepara el envío, en un ritual que inequívocamente conecta con el de un golfista en los momentos previos al golpe. Que ésta sea su secuencia más característica nos lleva a confirmar que, en cuanto a movimientos, su tendencia es bajar a recibir. Ni caer a bandas ni desmarcarse en tres cuartos. Su acto reflejo es bajar a recibir para huir de los marcajes y mimar su rutina pre-toque. Hay que añadir a esto que sus golpeos suelen tener mucho sentido y que mejoran la calidad de la posesión, ya que, pese a su virtuosismo, no se obsesiona con dejar solo a un compañero delante del portero, como pudiese pasarles en su día a asistentes como De la Peña o Guti. James entiende el juego. No acostumbra a precipitarse. Sus posibles déficits derivan de otras ramas.
Está habituado a jugar en equipos de ritmo muy lento. Al principio podría sufrir para adaptarse al Real.
Aunque tampoco es que adolezca de demasiados defectos. Entiéndase, uno lo ve jugar y no necesita ni 10 minutos para asumir que el Real Madrid no ha firmado al Bale de los mediapuntas, su nivel es sin duda más modesto, de hecho su triunfo en la Liga no está asegurado, pero de cara al análisis no puede decirse que le falten o le sobren demasiadas cosas. Quizás su traba principal radique en que su juego late muy despacio. Su carrera ha transcurrido entre Colombia, Argentina, Portugal y Francia hasta el día de hoy, países en los que se practica un fútbol de ritmo lento al que él, latinoamericano puro, se ha amoldado con comodidad. Esta cadencia relajada se le percibe tanto con el balón como sin él. Con él, cuando más se le nota es al involucrarse en las típicas cadenas de 12 o 15 pases con tres o cuatro compañeros. No se preocupa por darle a sus servicios la tensión requerida. Es como si no fuera consciente de que tan importante como la dirección de su envío resulta la velocidad del mismo, y lo lanza con una tensión escasa que ralentiza la circulación y le resta calidad. Que esto le ocurra a un pasador tan excepcional y plural como James no se debe a ninguna limitación técnica del jugador, sino a, entre comillas, «una mala educación» que deberá corregir durante su proceso de adaptación al Madrid. Lo mismo le sucede con sus movimientos sin balón, que no acaban de ser vivos. En un equipo donde, presumiblemente, Xabi Alonso y Toni Kroos van a ocupar el primer escalón del centro del campo, James deberá reducir sus intervenciones «abajo» y aumentar «las de arriba», y para conseguirlo tendrá que moverse más rápido entre líneas para zafarse de las marcas. Al final de los partidos el cuenta-kilómetros de James echa humo, es un tipo que cubre mucho campo, pero deberá darse más vidilla en todo lo que haga para no aburrir a Cristiano Ronaldo, que es el que manda. En aumentar su ritmo de juego sin perder su estilo pausado residirá el posible éxito de James en el Bernabéu.
Con James, el Real Madrid recupera al lanzador de contraataques que perdió cuando se marchó Özil.
Presentados su carácter, su don y su vicio, toca empezar a valorar los usos potenciales que puede darle Carlo Ancelotti en su Real Madrid. Como el mundo entero sabe, James es un mediapunta puro y duro de esos que desaparecieron hace ya más de una década. Por eso hasta noviembre del año pasado desarrolló su carrera como falso extremo en cualquiera de las dos bandas, pero, al convertirse, tras Radamel Falcao, en el jugador más destacado del AS Monaco, Ranieri, su ex-entrenador, le entregó el sistema y lo puso de enganche en un 4-3-1-2, con tres centrocampistas detrás y dos puntas delante. Esto, en teoría, en el Real Madrid no será posible como Plan A, pues los blancos existen por y para su famosa BBC, el tridente que le hizo tres goles al Borussia Dortmund, tres al Barça, cuatro al Bayern Múnich y cuatro al Atlético de Madrid. Como variante sería un recurso maravilloso, especialmente en contextos de contragolpe, donde James resulta demoledor haciendo de enlace, pero si se parte de la base de que Bale, Ronaldo y Benzema seguirán siendo titulares, el dibujo predilecto de Rodríguez no valdría. La otra disposición que mantiene la posición de mediapunta es el 4-2-3-1, donde además sí cabrían los cuatro atacantes, pero es un dibujo que no favorece a las dos grandes estrellas blancas. Ni Gareth ni Cristiano tienen juego de extremo, son más bien segundos puntas con un rango de acción tan amplio que hacen más daño partiendo desde la banda, pero, concretando, su zona de acción y producción son las cercanías de la frontal del área, y necesitan ese espacio libre para trazar sus poderosas diagonales. Si esa casilla está ocupada por un hombre fijo como James -más el movimiento típico de Benzema, que baja para tocarla-, Ronaldo y Bale podrían ser algo frenados. Cuando se habla de jugadores de este nivel ninguna conclusión debe registrarse como algo absoluto, seguro que podrían construir un equilibrio y ser eficaces, pero digamos que, sobre el papel, no se atisba como la solución ideal. Y, por descontado, potenciar a James no compensaría molestar a los bichos. Aunque el fichaje del colombiano haya provocado un revuelo comparable, sobre el verde no están a la par.
Ancelotti está intentando implantar el 4-4-2 para dar más opciones a Isco y el propio James Rodríguez.
Desde banda izquierda James aporta tanto en ataque como en defensaVayamos pues con aquellos esquemas que permitirían a James Rodríguez coexistir con la BBC sin mermar el potencial de ésta: el 4-4-2 y el 4-3-3. Sobre todo el 4-4-2. Vista la pretemporada, se presume que Ancelotti desea activarlo como sistema base desde un primer momento, dándole casi tanta prioridad como a su 4-3-3. Y tiene lógica, pues este 4-4-2 es el orden que da opciones realistas de titularidad a sus, según las apuestas, suplentes más determinantes, Isco y el propio James. Asumiendo que Alonso, Modric y Kroos competirían por las dos plazas del doble pivote, que Bale sería fijo en la derecha y que Ronaldo y Benzema ocuparían la delantera, el lugar libre sería la banda izquierda, que en principio podría ser la posición de partida de James. Lo primero a apuntar al respecto, para sorpresa segura del lector que menos lo conozca, es que representa un activo defensivo de buen nivel cuando desempeña este rol -los interesados pueden medirlo en el último Monaco-Paris Saint-Germain-. Muestra intensidad, utiliza bien el cuerpo y tácticamente domina los principios más primarios, aunque no sea perfecto. Contra laterales profundos sufre porque no los persigue, y eso sí es un defecto considerable, pero cuando su equipo está bien plantado y la posesión del rival aún no ha superado su altura, James se esfuerza mucho y con acierto como defensor. En cuanto a su juego ofensivo, la banda izquierda no le sienta nada mal. Claro está que no se queda clavado en la misma, se menea lateralmente para participar más por dentro, pero también pegado a la raya encuentra utilidad, porque su centro es un escándalo. En el Colombia-Chile antes citado, James lideró a su Selección haciendo más o menos de Beckham zurdo, con roscas geniales, y en ese marco Ronaldo puede ponerse las botas. En general, la sociedad James-Ronaldo en ese perfil se advierte como bastante complementaria. Por los desmarques de ambos -se cruzarían a menudo- y por la coherencia entre sus acciones preferidas.
¿Y como interior izquierdo en un 4-3-3? Esta respuesta es delicada. De manera natural, James Rodríguez no puede desenvolverse ahí. En un equipo normal sería imposible, y sirva como prueba que a sus 23 años nadie lo ha usado como tal. Su mentalidad es más ofensiva, sus relaciones principales se producen con los delanteros. No obstante, ocasionalmente, y como parte de una rotación, se le podría ver lucir su golpeo desde esa posición. Al fin y al cabo, el Madrid en el Bernabéu a veces va tan sobrado que puede permitirse lujos extraños. En cualquier caso, salvo transformación inesperada o evolución rara del sistema, cuesta imaginar a James imponiéndose ahí a los centrocampistas más natos del Real (Toni Kroos, Modric, Isco y Khedira), que, además de ser especialistas, de interpretar mejor el rol, en el global son tan buenos como él.
Si Carlo mantiene el 4-3-3 del año pasado, James podrá ocupar cualquier puesto del tridente ofensivo.
Cerrado el capítulo de «James con la BBC», abrimos el de James como alternativa a la misma, un papel crucial en la plantilla del Madrid que, de salir Di María como se anuncia, se hubiera quedado muy cojo de no reclutar al colombiano. El ex-Monaco tiene la particularidad de que puede activar indistintamente cualquiera de las tres posiciones del ataque blanco: la de Bale, la de Cristiano y la de Benzema. La de Cristiano en principio es la más saturada, puesto que el luso lo juega casi todo y las migajas que deja suele comérselas Gareth, y como sobre su aporte en esa banda ya se ha hablado en párrafos anteriores, no se profundizará más. Sí queda información nueva que ofrecer acerca de su adaptación a la banda derecha. Cuando se posa sobre ella, requiere de ayuda. Y el Madrid está preparado para dársela.
Su regate es el golpe de cadera. Como el rival conoce la calidad y heterogeniedad de su golpeo, que desde cualquier lugar del campo puede destrozar su sistema, se cuida mucho de que el toque de James no salga limpio, y suele meterle bastante el pie. Sin más documentación que un vídeo de youtube el lector curioso comprobará que a partir de ahí construye sus desbordes, con amagos que dejan pinchado a su oponente antes de iniciar la conducción. Primero lo pincha y luego arranca. Por tanto, necesita ángulo para su golpeo, posibilidades para el mismo, varias elecciones potenciales, y en busca de ellas tira siempre, siempre hacia el medio, lo cual no le ocurre en la otra banda porque allá cuenta con la alternativa del centro al área. Tácticamente esto repercute en que no ofrece ni la menor profundidad externa cuando juega en banda derecha, algo que haría casi imprescindible la titularidad de Carvajal sobre Arbeloa cuando se diese la situación. Además, James en la derecha agudiza si cabe su hábito de bajar a recibir, y ya contamos que él no se retrasa en plan Isco, que es una abejita que empieza a aliarse con todos dinamizando el asunto, sino que es un golfista: se para, estudia, calcula, golpea y descansa. ¿A dónde vamos con esto? A que necesita que los movimientos del interior derecho complementen su deje; que suba al ataque para liberarle el espacio y rellenar arriba el que James cree. De mayor a menor adecuación, Khedira, Modric e Isco serían su pareja favorita. O sea, cuanto más vertical, mejor para James. Con Kroos e Illarramendi no congeniaría demasiado bien. Por último queda comentar su repertorio cuando se acerca al área rival. Entre su regate seco, su notable disparo y su excepcional, pero excepcional, último pase, se erige como un peligro de gran impacto. Sus gestos más determinantes se producen ahí. Si el texto ha tardado tanto en mencionarlo se debe a que su presencia en esta zona no es tan voluminosa como lo es en otras, seguramente a razón de que sus movimientos entre líneas carecen del ritmo necesario para liberarse en territorios tan saturados por el técnico rival. Es algo que debe mejorar y que mejorará, pues física y técnicamente está dotado para ello.
Lo positivo de su relativa quietud es que, ante tanto movimiento, puede ser un faro que ordene ataques.
Ya solo resta analizar su adaptación al papel de «falso 9″. En el último año Benzema se ha convertido en un delantero irrebatible gracias a una evolución que le ha llevado a participar menos que antes en el juego. Ocupa una posición más adelantada y toca menos la pelota, pero, cuando lo hace, la monta. A Cristiano y a Bale les encanta este Benzema, lo ven como su complemento perfecto, y sin duda lo añoran cuando es Isco quien rellena la demarcación. James se situaría a medio camino entre ambos, lo cual le convierte en una alternativa a Benzema más apropiada que el malagueño. Al ser menos centrocampista que Isco, su dependencia del balón, por mucho que lo ambicione, es menor, y acepta de mejor grado instrucciones tácticas que le fijen más arriba. Además, como individualidad casa más con las necesidades del rol por varios motivos. Esprinta más rápido, juega mejor de espaldas y tiene más último pase; lo que le permite desmarcarse al espacio con más peligro y ser superior en las dejadas y las asistencias. En alguna ocasión Ancelotti buscará a Isco como «falso 9″ para cambiar el guion de un encuentro, en ese sentido sí es un recurso muy útil, pero cuando Benzema sea baja y Carlo pretenda alterar el menor número de cosas posible, James será la elección. Esto, por supuesto, si el 4-3-3 sigue siendo el dibujo más usado. Y es que, como ya se apuntó antes, no hay que descartar el 4-4-2 como esquema base para el Real Madrid 2014/15.
En definitiva, el vigente campeón de Europa ha firmado una joven promesa de mucho presente y más futuro a la que Carlo Ancelotti podrá dar múltiples usos coherentes con su plan de juego. Aunque en teoría no podrá ocupar su posición soñada, se adapta muy bien a varios puestos de los esquemas más utilizados y maneja ideas compatibles con las de sus compañeros, con el asterisco de que deberá aprender a ser si mismo en un ritmo súper frenético que su carrera todavía no le ha exigido. Considerando que la última gran inversión del Real Madrid llevó a Gareth Bale al Santiago Bernabéu, se precisa matizar que mal se haría equiparando la expectación. James Rodríguez no implica una certeza tan firme como la que conllevó el galés hace un año, su destino admite más aristas que el triunfo absoluto; pero se trata de una incorporación muy interesante para una plantilla ya de por sí descomunal con todo lo necesario para poner Chamartín patas arriba. Porque, no se puede finalizar sin dejar constancia, el «10» de Colombia es un placer para los sentidos. Juega para no perder ni empatar nunca, pero, aunque no se lo proponga, hace disfrutar al pueblo.
Marcote 11 agosto, 2014
BRA VO
Os echaba de menos