“Para un hombre común morir en la guerra es una tragedia, para nosotros es la mejor salida”, le dice en el lecho de muerte el oficial francés De Boeldieu a su homólogo alemán. Francia y Alemania se enfrentan en su cuarta batalla en los Mundiales, Maracaná será el escenario de la contienda y uno de los dos ha de caer. Las dos grandes selecciones europeas -con permiso de Holanda- que quedan en Brasil 2014 han visto cruzados sus destinos en cuartos de final, demasiado pronto para volver a casa quizá, pero ante la talla de unos y otros, la mejor salida para quien tenga que marcharse.
En «La gran ilusión» («La grande Illusion», 1937) Jean Renoir muestra la retaguardia de la I Guerra Mundial, la Gran Guerra, siguiendo a un grupo de oficiales franceses presos de los alemanes que buscan escapar, cómo no. «El campo de golf es para jugar al golf, el campo de tenis para jugar al tenis y el campo de prisioneros para escapar». En el film, obra capital del cine francés y mundial, demiurgo de mucho cine bélico y clásico que vendrá después, no hay héroes ni villanos, los alemanes y los franceses son víctimas que juegan el papel papel que les ha tocado consecuencia de la coyuntura. Libre de prejuicios y tópicos, la camaradería y la humanidad que destilan los personajes y la historia es el gran logro de la obra de Renoir.
Y como en la película, el batallón de Joachim Löw intentará detener y recluir tácticamente a los franceses; exponiendo todas sus razones futbolísticas en el centro del campo y confiando que arriba, Müller y compañía sean tan decisivos como hasta ahora. Francia, que ha recuperado un espíritu que parecía haber perdido en anteriores citas, tiene un plan de escape. Varane, Pogba y Benzemá trazan la línea vertical, Valbuena y Griezmann en los costados completan la flecha: la dirección está clara. Por delante noventa minutos, o ciento veinte si seguimos la dinámica de octavos, para comprobar si Francia escapa de la contundencia Alemana o si, por el contrario, los alemanes son capaces de ahogar cualquier intento de fuga de los franceses. Es la hora de la gran guerra, es la hora de la gran ilusión.
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Referencias:
Revista Magnolia
Gonzalo Ballesteros