Fue una sorpresa para casi todos que Löw ordenase un 4-3-3 en Alemania en el debut mundialista contra Portugal. No solo no habíamos visto antes el dibujo en sí, sino que asistimos a un cambio de estilo que, así tan de repente, costaba entender: en lugar de pasar el balón rápido para llegar hasta Özil lo antes posible, Lahm (pivote) y Kroos lo mareaban en el círculo central. Era una idea nueva.
Lahm y T. Kroos influyen muchoLa propuesta tenía pros y contras, como todas. Del lado positivo, Alemania logró que el balón no le quemase. Joachim sabía que la mayoría de los rivales se lo iba a regalar y, acercándose a lo que había hecho Pep Guardiola en el Bayern Múnich con jugadores parecidos, esperaba ganar, al menos, algo de poso, algo de calma cuando le tocase mover la pesada pelota. Aunque la fluidez no era alta -al revés más bien-, el equipo no parecía incómodo dando pases, si bien hay que apuntar que las circunstancias ayudaron: se adelantó pronto y jugó contra 10 durante casi una hora.
Ghana y Argelia mostraron que Lahm como pivote era un defecto.
La parte negativa del plan solo se vio durante los primeros 15 minutos, pero bastó para que un sector de la crítica no lanzase las campanas al vuelo: Lahm había sido un agujero. El tridente ofensivo alemán (Götze, Özil y Müller) nunca profundizó, así que la zaga lusa nunca se giró ni corrió hacia atrás, lo que hizo que los robos los completase mirando hacia la portería de Neuer. De este modo, las contras se organizaban con velocidad y quedó patente que Alemania eso no lo controlaba. Ante Ghana, en un partido que sí duró 90 minutos, el tema pasó de castaño a negro. Sin Alaba, Rafinha, Ribéry y Robben empotrando al rival hacia su arco, Lahm de mediocentro, aunque daba cosas, no compensaba.
De ahí que Schweinsteiger supliera a Lahm en el puesto en el primer gran día del torneo, el del cruce de cuartos frente a Francia. Y tanto entonces como en la semifinal contra los brasileños, Bastian completó actuaciones muy parecidas. En primer lugar, en lo referente a la salida no fue medido porque las circunstancias no le comprometieron. La caótica apuesta de Scolari y el temprano gol de Hummels a Francia hicieron que Alemania con la pelota transitara sin oposición hasta llegar a Kroos, que como interior izquierdo adelantado sí estabilizaba la posesión. Y en lo adherido al trabajo defensivo, se deben apreciar dos aspectos: fijó muy bien su posición y a Alemania no le contraatacaron por el carril central y, sobre todo, supo barrer los rebotes en su frontal.
Si a Messi se le ayuda, podrá comprometer a Bastian y a Kroos.
Haciendo balance casi que apetece esgrimir que a Schweinsteiger no se le ha exigido suficiente como para valorar con atino su aporte como mediocentro, pero, si Francia y Brasil no son pruebas, ¿quién lo sería?
Argentina podría ser una buena respuesta. Sobre todo si jugase Di María, que partiría desde la derecha y cargaría la zona de Bastian con agresividad, ritmo y precisión. Además entraría por el lado de Kroos, no el de Di María, así que se vería golpeado de manera muy directa, pues su aún compañero de club en el Bayern no es demasiado intenso a la hora de detener una diagonal como lo sería la del Fideo. Si no, el propio Enzo Pérez tuvo conducciones muy interesantes en los 15 minutos en los que habitó la derecha ante Holanda, hasta que Sabella optó por permutarlo con Lavezzi para el Pocho atacase a Blind y Martins Indi con desmarque al hueco. ¿Y Messi? Es difícil de saber porque su Mundial es confuso. Cuando recibe en posición de peligro, lo crea. El regate corto le sale y su arrancada es potente, especialmente si se produce en tres cuartos -cuando arranca desde más atrás da la impresión de que se desinfla al tercer paso-. Sin embargo, aunque va bien de acierto, de momento no ha logrado ser un argumento constante y sólido para el juego de Argentina. Dicho lo cual, tratándose de una estrella tan especial en un día tan relevante, la opción de la exhibición colosal siempre es una opción. Y eso que Biglia y Mascherano, que en lo suyo están perfectos, a Leo le dan poco. Ninguno de los se descuelga jamás para darle una opción de pase o despegarle de una marca. Es la única pega del doble pivote de la Final.
Joan 13 julio, 2014
A mi que me da que las opciones de Argentina en ataque pasan por el mayor o menor atino de Bastian en esa posición que no es puramente la suya. Los espacios que pueda dejar deben ser agua en el desierto para los argentinos. Y no sé como, pero encarar mucho a Howedes.