En 2007, Marcelo Bielsa llegó a Chile y su fútbol cambió. «La Roja» comenzó a identificarse con la propuesta futbolística de su seleccionador, la cual proponía un juego intenso, veloz, agresivo, vertical y, sobre todo, mecanizado. En esta idea, que luego proseguiría con la llegada de Jorge Sampaoli, los futbolistas se mimetizan con el plan colectivo, convirtiéndose en piezas de un ajedrez viviente que obedece al bielsismo. Pero por bien estudiada, comprendida y puesta en práctica que esté esta teoría, los retos de la alta competición requieren de una dosis de imprevisibilidad. De diferencia. De espontaneidad. De magia. Y este rol, casi en exclusiva, lo ha protagonizado Jorge Valdivia, un futbolista al que tres de sus apodos definen a la perfección: «El Mago», «el Distinto» y «el Loco».
Su carrera en clubes y selección está llena de altibajos.
Sin embargo, cuando el bielsismo llegó a Chile, Jorge Valdivia no estaba disponible. El diez nacido en Venezuela, que era tan creativo en la cancha Marcelo logró recuperar al Mago a tiempocomo fuera de ella, estaba sancionado con veinte partidos por la Federación debido a un acto de indisciplina durante la Copa América 2007. Esta cifra, aunque posteriormente se rebajaría, le tuvo apartado durante dos años de una «Roja» que comenzaba a llamar la atención de toda Sudamérica. Bielsa estaba tocando las teclas adecuadas, los jóvenes futbolistas reaccionaban con energía y los resultados acompañaban. Volver a un Mundial estaba a sólo un paso, y éste, curiosamente, lo dio Valdivia en su segundo partido tras la sanción: 2-4 en Colombia con un gol y tres asistencias. «El Mago» también quería formar parte de esta nueva Chile.
«Muchas veces me río cuando la gente dice que le debo un partido a la Selección, porque creo que el mejor partido, y que todos se recuerdan, fue contra Colombia (2-4) queSampaoli hizo lo propio antes de este Mundial dio la clasificación para Sudáfrica», comenta el propio futbolista. Su carácter creativo, imprevisible, pausado y diferencial le hizo un hueco en el Mundial 2010, pero también le apartaría de nuevo de la selección en 2011. Ésta vez, fueron 16 los meses en los que se quedó fuera de los planes de Claudio Borghi. Fue, de hecho, Sampaoli quien decidió darle la última oportunidad. Chile tenía muy cerca la clasificación para Brasil 2014, pero el DT argentino sabía que, sin él, su idea perdía fuerza. Y Valdivia, respondió a tiempo. «Estaba fuera y quería volver, más con todo lo que el entrenador hablaba de mí», reconocía hace un par de meses.
Sin ser fijo, Valdivia es un hombre importante en Chile.
Tras dos entrenadores bielsistas, casi cuatro años sancionado y sin lograr tener nunca un puesto fijo en el once, Valdivia ha vuelto a lograr ser, desde la diferencia, una pieza relevante en la selección chilena durante una Copa del Mundo. Y llegados a este punto, no se conforma con esto. Su truco final consiste en permitir a Chile a disputar, como mínimo, unos cuartos de final 52 años más tarde. Él es así. Un pase horizontal en la verticalidad. Un segundo de pausa en la velocidad. Un suspiro entre dientes rechinando. Un mago rodeado de ayudantes.
Manu 23 junio, 2014
No creo que Borghi sea un DT bielsista, Miguel. Muy por el contrario. Intentó imprimir calma y más juego horizontal al seleccionado con el costo de perder casi cualquier atisbo de intensidad y juego exterior, lo que era prácticamente el corazón de la Chile de Marcelo Bielsa.