En 1973 ningún jugador de todos los que hoy saltarán al césped había nacido. La selección española, en el peor momento de su historia, ausente de cualquier competición internacional, observaba como reinaba en el mundo la Alemania Occidental de Helmut Schön. El entrenador germano sería durante muchos años el único de entrenador en ganar consecutivamente Eurocopa y Mundial, el que sería su relevo, Vicente Del Bosque, se estrenaba en aquel año como jugador del Real Madrid y a Luis Aragonés aún le quedarían dos temporadas para retirarse en el Atlético. En ese mismo 1973, el franquismo daba sus últimos coletazos tras décadas de represión y Víctor Erice -uno de los directores más importantes y desconocidos de nuestro país- asombró al mundo con su ópera prima: «El espíritu de la colmena».
La película es un maravilloso juego de luces y sombras, de alegría y tristeza, de vida y muerte en la deprimida España de posguerra. En un pequeño pueblo de Castilla la llegada del cinematógrafo y la proyección de «El Doctor Frankenstein» (James Whale, 1931) marcará la vida de dos hermanas, Isabel y especialmente Ana, que iniciará a partir del impacto de este filme un viaje de descubrimiento personal y del mundo. La inesperada presencia de Frankenstein en la vida de la pequeña Ana le genera un trauma que moverá su vida. Su mirada profunda y curiosa contrasta con las personas perdidas y alienadas que la rodean, una colmena de personas que se rigen por la inercia y la rutina.
Hoy en el España-Chile hay mucho en juego, por jugar, se juegan hasta el apodo, en La Roja son conscientes de que reciben a una España herida de muerte a la que pueden dar la puntilla y de paso reivindicar su identidad. La selección española, por su parte, se juega ante Chile mucho más que permanecer vivo: se juega el prestigio. Una cualidad abstracta que cuesta mucho conseguir y muy poco perder. La generación de futbolistas más exitosa de la Historia llega envuelta en un ambiente gris y taciturno. La visión de Frankenstein en el primer partido, convertido en extremo holandés, ha causado a España un trauma que pese a su tamaño se puede curar. Ahora, tiene noventa minutos para desterrar los espíritus y elegir su mirada, la de un adulto que se pierde en la colmena o la de una niña que se descubre frente al mundo.
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Referencias:
Revista Magnolia
Gonzalo Ballesteros
Arroyo 18 junio, 2014
Qué película. Poquitas mejores hay en la historia del cine español. No sabría definir qué sentimientos transmite porque es una mezcla increíble. Recuerdo que me impactó muchísimo la consonancia del tono y expresividad vocal de los actores con la historia y el contexto. Una mezcla de actores/voces que hablan, simplemente, con un punto apagado pero real. Es increíble esta película. Grande, Gonzalo.