El 24 de julio de 2011, Diego Lugano vivió el día más feliz de su carrera deportiva en el Monumental de Buenos Aires. Su amada Uruguay se había proclamado campeona de la Copa América y él, como indiscutible capitán, había sido el encargado de levantar el trofeo al cielo de la capital argentina. En lo individual, aunque para él esto no existiera, había completado otro sobresaliente torneo internacional con una actuación que rebosaba competitividad, solidez, oficio y liderazgo. Y no era noticia. De hecho, la única duda que despertaba durante las Copa América o Mundiales que disputaba era la referida a por qué no había dado el salto a una gran liga.
Cuando dio el salto en Europa, Diego Lugano se esfumó.
En el Fenerbahce SK cumplía, ganaba y se había convertido en uno de los ídolos de la afición, pero realmente sabía a poco. Paradójicamente, en las siguientes tres temporadas se alejaría aún más de los focos pese a competir en la Ligue 1, la Liga BBVA y la Premier League. Es un caso extraño. El capitán charrúa comenzó como titular en París, Málaga y West Bromwich, pero en ninguna de las tres ciudades rindió como tenía acostumbrado a los aficionados turcos y uruguayos
¿Fue una mera cuestión de nivel? ¿De adaptación? ¿No eran buenos contextos para lucir sus condiciones? A priori, no. En el Paris Saint-Germain, donde jugó sólo 18 partidos, perdió el puesto con futbolistas de una relevanciaNi siquiera con el Málaga pudo competir bien muy menor como Zoumana Camara o Milan Biševac. La llegada de Alex y de Carlo Ancelotti le apartaron definitivamente del equipo al inicio del curso 2012-2013, lo que le permitiría desembarcar por navidad en Málaga. El destino parecía magnífico. Con Manuel Pellegrini al frente, un equipo de repliegue bajo al que liderar y la ilusión por la Champions como motor del club, lo tenía todo para brillar. Incluso la razón de su fichaje, que era el adelantar a Martin Demichelis al mediocentro, pintaba bien. Encajaba. Sin embargo, demostró no estar preparado para competir. Lento, vulnerable e impreciso, sus malas actuaciones en Liga le llevaron a ni siquiera debutar en Champions. En Inglaterra no le iría mucho mejor y, tras jugar únicamente 12 partidos, el West Brom rescindió su contrato.
Curiosamente, de forma paralela a estos sinsabores, Diego Lugano seguía demostrando por qué era uno de los líderes de Uruguay. Él, que había perdido el puesto con Gareth McAuley en un equipo en puestos de descenso, se transformaba por completo cuando se enfundaba la elástica celeste. Estaba obsesionado con el Mundial de Brasil. Y no hacía nada para ocultarlo. “Diego, ¿hay algo que todavía te quite el sueño cuando apagas la luz?”, le preguntó un periodista. “Sí -se contestó-, en lo deportivo hay algo. Es levantar la Copa del Mundo, en Brasil, en Maracaná. Lo visualizo todas las noches”, respondió.
Por fin, llegó Brasil. Aunque él pudo no hacerlo.
Este sueño, este objetivo, esta obsesión, pudo esfumarse antes de empezar. Y es que, para un futbolista tan competitivo como Lugano, no encontrarse en el día a día le generó tantas dudas que, incluso, se llegó a rumorear que había decidido retirarse de la selección. Fue tras un empate frente a Paraguay, justo antes del crucial partido en Chile en el que se jugarían muchas de las opciones de estar en el Mundial. Uruguay perdería 2-0 en El Nacional, pero no perdió a su gran capitán.
Quizás por dicha derrota, quien sabe, los rumores se fueron apagando hasta extinguirse. La clasificación se había complicado, pero Luis Suárez tiró de Uruguay hasta, finalmente, no sin sufrimiento, lograr que hoy Diego Lugano esté en Brasil. «Lo mejor está por venir», decía recientemente. Habrá que hacerle caso. Está tan convencido como lo estaba Obdulio Varela, y lleva pensando tres años en el 13 de julio.
@J_Garcia_7 14 junio, 2014
Buff lo que me maravilló esa Uruguay de 2011. Fue el primer torneo de selecciones que de verdad segui a tope. Recuerdo que iba a un bar todas las noches y me quedaba allí hasta que terminaban los partidos de las 00.15. Algunos días hasta cuando ya estaban recogiendo me dejaban verlo. Los cuartos de final ante Argentina fue un partido que recordaré toda mi vida. Desde el principio fuí con Uruguay por Luis Suarez y ese partido fue de los más emocionantes que he vivido (sin ser gran cosa futbolisticamente hablando) pero tanta rivalidad y tal…
Sobre Lugano, hay que decir que hizo una Copa América magnífica. A mí siempre me quedará grabada la imagen de sus saltos tan bestias. Era un titán por arriba. Ahora mismo no se como andará porque no se le ha podido ver casi durante los últimos años debido a su mal nivel, pero la pareja Godín-Lugano en los corners excita mucho.