Una de las grandes virtudes de este Madrid en los últimos años fue su capacidad de adaptación a cualquier tipo de encuentro. Su poderío físico, la inteligencia de Alonso y el infinito arsenal ofensivo de Cristiano Ronaldo, unidos a la tradición heroica del club en sí, le permitían sobrevivir a los céspedes peor cuidados, los aguaceros más desagradables o los terrenos más resbaladizos, en apariencia, incluso con placer. También a quedarse con uno menos le encontraba el gustillo; a ese tipo de desafíos extremos en general. Con Ancelotti, que ha sumado en muchas otras parcelas, ese rasgo superviviente se le ha ido. Por eso pinchó en Pucela ante el equipo de Mitrovic y Guerra.
El inicio mostró a un Real lentoLos de Juan Ignacio Martínez conocían la irregularidad del pavimento y saltaron al mismo con la idea de aprovecharlo: presión a toda cancha y a ver si el Real se empecinaba en sacarla jugada y así robaba alguna arriba con tintes de peligro. Y sucedió, su rival cometió errores iniciando sus ataques, sobre todo en pies de Isco, y por ahí pilló el Pucela buenas sensaciones. Amén de una mayor adaptación a las circunstancias, los locales habían entrado con más tensión. Llegaban más rápido y más fuerte a lo dividido, que era mucho. El Madrid no está sabiendo compatibilizar Liga y Lisboa. Mejor dicho, no consigue aparcar Lisboa. Y quizás, mirar a su arco y ver al portero de la Champions no le ayudó.
La lesión de CR7, que luego «mató» al Madrid, le hizo despertar.
Muy pronto, en el minuto 10, se lesionó Cristiano y el partido maduró. Modric y Alonso percibieron la dificultad, se pusieron manos a la obra y empezaron a constar y a tomar decisiones. Para empezar, desviaron el tráfico hacia los costados, que era clave para que las pérdidas de balón no conllevasen más peligro de la cuenta. De repente, el Pucela se vio bastante más lejos de Casillas, y Pepe y Ramos pasaron de ser grandes defensas a un muro impenetrable erguido a 35 metros de su área. Ese cuadrado, Pepe, Sergio, Luka y Xabi, hizo lo suficiente para llevarse los tres puntos porque convirtió el duelo en algo unidireccional.
Morata, ansioso, le quitó al Madrid la poca continuidad que tuvo.
No obstante, pasaban pocas cosas. Todas contra Jaime, sí, y ninguna contra Casillas, pero eran muy escasas. El ataque del Madrid no es ninguna maravilla táctica, su propio entrenador ha insinuado en alguna ocasión que es la fase del juego que más trabajo demandará en el futuro, y como técnicamente era difícil imponerse aun teniendo la calidad de los centrocampistas blancos, se echaron en falta variantes ofensivas tales como un juego directo más eficiente. Cierto es que sin jugadores como Khedira, Jesé y, por supuesto, Ronaldo, un fútbol más basado en la segunda jugada es menos accesible para el Madrid, pero en general era lo que pedía el contexto. Algún ajuste como bajar a Di María (intensidad) al triángulo y subir a Isco (detalle) al tridente podría haber servido. No tocó nada, jugó sin precisión ni fuerza y Mitrovic dio un clínic de choques ganados, anticipaciones y despejes orientados.
Javi Guerra fue el catalizador del ataque local durante el partido.
La inercia del juego mantuvo los mismos derroteros (dominio pasivo merengue) hasta el último cuarto de hora, cuando el Pucela inclinó el campo a base de empuje y asumiendo riesgos que el Madrid no podía castigar por falta de velocidad entre otras cosas. Se pueden señalar las salidas de Isco y Benzema como razones de la pérdida de control de los de Ancelotti, aunque parecería más riguroso apuntar al 0-1, que es un resultado cortísimo, y la necesidad blanquivioleta como causas del giro del encuentro. Y como el brillante finalista de la Champions no afrontó al 100% el reto de anoche, no encontró respuesta a la ofensiva del modesto, se aculó demasiado, cedió centros y córners y encajó gol en el único remate que recibió entre palos. Como consecuencia, la Liga se le ha puesto en chino. No ha sido demasiado autoritario su campeonato. Enlazó un periodo fantástico entre la jornada 19 y la 29, pero tanto antes como después la irregularidad ha sido su signo. Las Copas han sido sus momentos. Y no fue extraño. Ancelotti es muy así. Lo del Pucela, pese al éxito, no está tan claro todavía. Tocará luchar.
jamesfrancisripwood 8 mayo, 2014
Un apunte sobre Illarramendi; empieza a parecerme que no resulta una buena solución para casi nada en el Madrid. No creo que sea malo, de hecho creo que es un buen jugador útil para algunas cosas; asentar posesiones, dormir partidos en que te ves forzado a dominar, etc… pero no una solución. No veo que añada por condiciones ninguna solución relevante a un partido que no arranca para su equipo y desde luego tampoco por carácter las da. Esto último me parece lo más preocupante, porque para durar en el Real Madrid hace falta el carácter del que se sobrepone a la situación, y no tengo la impresión de que lo muestre.
Dicho esto, recalco que creo que puede ser útil en una plantilla y más con un buen entrenador. Seguramente la baja de Khedira lo convirtió en casi la única carta de Ancelotti en ese puesto incluso en situaciones inidóneas (porque Casemiro parece inexistente).
PD.: Gracias por los análisis, como siempre!