Para un portero, lo más complicado es hacerse un hueco. O, mejor dicho, tener la oportunidad de hacerse un hueco. A Jan Oblak (1993) ese primer momento le llegó con sólo 16 primaveras en el Olimpija Ljubljana, club al que había llegado seis años antes tras rechazar una oferta del fútbol italiano. Su increíble precocidad y su buena labor durante aquella temporada 2009-2010, despertó el interés (1’7M) de uno de los clubes con más ojos del planeta fútbol: el SL Benfica de Luís Filipe Vieira.
A Lisboa llegó con los 17 recién cumplidos, una edad realmente complicada de gestionar. Ni le puedes dar la alternativa en el primer equipo, ni le puedes frenar la progresión teniéndolo permanentemente en el banco. Una cesión parecía la mejor solución, pero Oblak tuvo que vivir cuatro: Beira-Mar, Olhanense, União Leiria y, finalmente, Rio Ave. Aunque durante las tres primeras únicamente jugó 19 partidos, la pasada temporada destacó al convertirse en pieza clave de la histórica sexta posición del Rio Ave. Con 20 años, el esloveno sentía que su segundo momento debía llegar ya. Sin espera ni cesión, fuera en Lisboa o en otra ciudad. Tras algún malentendido que otro, el Benfica logró convencerlo para que renovara, se quedara y peleara por el puesto de titular. Y así lo hizo hasta lograrlo. En cuestión de cuatro meses pasó de ser el tercer portero y jugar en el filial a, aprovechando una pequeña lesión de Artur, convertirse en indiscutible. ¿El resultado? 24 partidos oficiales, 19 cleen sheets y sólo 6 goles recibidos. Clave ante Porto, Tottenham, Juventus y Rio Ave, Jan Oblak se ha hecho merecedor de tener un hueco en la previa de la Final de Turín.
Sus impresionantes datos son mérito también, en gran parte, de sus dos centrales.
Antes de entrar de lleno en el análisis, hay que comentar un matiz imprescindible que condiciona el mismo: Jan Oblak está recibiendo muy pocos disparos por partido. El buen funcionamiento colectivo y, sobre todo, la inspiración individual de Luisão y Ezequiel Garay, están provocando que el portero esloveno nunca sea asediado. Quizás con la excepción del Juventus Stadium, donde tampoco se puede decir que los de Conte lograran acosar de forma constante el área benfiquista, Oblak está acostumbrado a tener, relativamente, poco trabajo. ¿Responderá igual de bien ante una exigencia continua por parte del rival? Nada parece indicar lo contrario, pero hasta el momento, en la élite más absoluta, no ha afrontado dicha prueba.
Aunque después de decir esto pueda sonar paradójico, el Benfica de Jorge Jesus es un equipo con una clara vocación ofensiva. Alinea dos puntas, cuenta con dos extremos muy verticales y, al sumarse los laterales, siempre involucra muchos hombres en sus ataques. Los lusos, además, no repliegan nunca por propia iniciativa, lo que termina derivando en que su línea defensiva siempre esté muy adelantada. Pongamos como ejemplo la ya citada vuelta de semifinales de Europa League ante la Juventus. Pirlo logra encontrar el hueco entre líneas (foto) y, con la defensa del Benfica a treinta metros de su portería, filtra un pase a su espalda. Jan Oblak, atento en todo momento, está situado en el punto de penalti (foto) para, finalmente, abortar la ocasión sin demasiadas complicaciones (foto). Esta situación es una constante que, realmente, describe muy bien a nuestro protagonista. Su colocación y concentración son perfectas, como demuestra en cada acción (foto 1 -> foto 2), pero no es rápido ni ágil. De hecho, se le ve más bien lento y tosco cuando debe abarcar más metros o se ve obligado a reaccionar rápidamente (fotos de abajo).
Jan Oblak no es muy alto ni especialmente ágil, pero su colocación es excepcional en todo momento.
Su colocación le lleva a no necesitar volarBajo palos, esta ecuación se mantiene. Jan Oblak no es especialmente alto (1’86) y no tiene dos muelles en las piernas como otros porteros de estatura similar (Casillas, Sommer o Alves), pero su colocación minimiza esta circustancia hasta convertirla en un detalle cuando, en realidad, es un defecto importante que podría lastrar su potencial. Sin embargo, como conoce el ABC de la portería y lo aplica correctamente, con él siempre existe la sensación de que los disparos «le van cerca». De que no se ve obligado a hacer paradones, aunque llegado el momento también pueda realizarlos. Su talento posicional le lleva a no quedar nunca malparado, partiendo siempre de una situación ventajosa para atajar cualquier disparo. No se nota que no tiene alas porque, simple y llanamente, no suele necesitar volar. Y éste, a día de hoy, es su gran activo como cancerbero.
Además, técnicamente responde en consonancia. Oblak es un portero de pocas acciones, menos errores y mucha solidez. Sin estridencias, vaya. Transmite seguridad en los disparos lejanos (foto), sabe elegir cuando blocar, orienta muy bien los rechazos, pone siempre la mano firme y, por tanto, prácticamente no deja lugar a las segundas opciones. Estilísticamente no tiene peros. Asimismo, pese a esa falta de cuerpo y velocidad ya comentada, sí es capaz de hacerse grande ante el delantero. Achica muy bien hacia adelante, baja rápido el tronco para reducir los espacios y utiliza las piernas como segundos brazos a lo David Barrufet. Ciertamente contrasta con lo anterior, pero en estas situaciones sí destaca por su velocidad de reacción y agilidad gestual. Mismamente, en la final de la Taça de la Liga ante el Rio Ave, dejó una parada que ejemplifica todo esto. El delantero de su otrora equipo llega al espacio, cambia de perfil para enfocarlo a su disparo (foto) y, en ese preciso momento, Jan Oblak da tres pasos hacia adelante (foto de la izquierda). En cuanto Ukra carga el pié, el portero ya está donde debe y, con reflejos, realiza una parada clave (vídeo). Su portería, de nuevo, quedaría a cero. El Benfica, campeón.
Uno de los aspectos en los que aún debe trabajar y mejorar es el juego aéreo.
Una vez abordado el núcleo del análisis, debemos centrarnos en dos aspectos aislados pero ni mucho menos irrelevantes: el juego aéreo y el juego de pies. Empezando por el que más importancia ha cobrado en los últimos años, lo primero que hay que resaltar es que el Benfica, aunque prioriza claramente la salida en corto, nunca arriesga en exceso. En esas, Jan Oblak respeta el plan a la perfección. Controla el balón, levanta la cabeza y elige sin dudar. No es ningún virtuoso y su envío en largo aún debe ganar bastante precisión, pero no se pone nervioso ni resta a su equipo. Además, cuando tiene el balón en las manos, sus prestaciones mejoran. Tiene un buen golpeo con ese gesto lateral tan característica de los guardametas argentinas y, sobre todo, lee muy bien las carreras por banda de correcaminos como Markovic o Gaitán.
Cuando un córner va pasado, Jan Oblak sufreA su vez, en el juego aéreo se debe distinguir los balones frontales de los laterales. En los primeros, Jan Oblak responde con la seguridad que le caracteriza. No arriesga, pero sí toma decisiones y, cuando lo hace, su porcentaje de acierto es bastante elevado. No se impone por tamaño, pero sí por lectura y personalidad. Así lo demostró en el partido de vuelta ante el Tottenham. En el descuento, con los ingleses a un gol de la prórroga, un balón enviado desde 40 metros (foto) propició que el esloveno saliera de su marco con determinación (foto) para blocar el balón y así eliminar cualquier atisbo de peligro. Sin embargo, a balón parado, sobre todo en situaciones laterales como son los córners, el portero benfiquista pasa más problemas. El equipo de Jorge Jesus defiende en zona con alguna marca al hombre (Chadli vs Tottenham; Llorente y Chiellini vs Juventus; Jackson vs Porto), dejando lo más libre posible el área pequeña (foto de abajo a la izquierda) para que su portero tenga margen de maniobra (foto de abajo a la derecha). Esto, dicho así, tiene mucha lógica y, de hecho, funciona bastante bien, pero cuando los envíos van pasados Oblak sufre en exceso. No sabe leer la situación, mide bastante mal y demasiados balones cruzan el área. No es raro, incluso, ver al esloveno quedarse a media salida en situaciones así, convirtiéndose de esta manera en su único lunar táctico.
Al igual que sus compañeros, el joven portero está a tres partidos de un trébol histórico.
Aunque todo lo expuesto habla muy bien de Oblak, todavía tiene mucho que demostrar. Aún tiene 21 años, no puede ser de otra manera. Sea como fuere, si lo que nos está enseñando día tras día desde el mes de diciembre es cierto, se convertirá en un fijo del panorama europeo de la misma manera que logró asentarse en un equipo que aspira al trébol. No sabemos hasta donde llegará. Es imposible. Pero si trabaja en el gimnasio para mejorar y potenciar su imberbe tren inferior, perfecciona su envío en largo y corrige los problemas recurrentes en los balones laterales, el esloveno brillará. Porteros que brincan hay muchos, porteros que no necesitan brincar no hay tantos. Y Jan Oblak, aunque sea un águila, es uno de ellos.
@DomingoPrez 14 mayo, 2014
Aunque Maldini dijera en Twitter que no vio por ningún lado exhibición de Oblak en el Juventus-Benfica, tenía muchas ganas de saber más sobre este portero. ¡Gran análisis Quintana!
Yo en las semifinales lo vi muy seguro, sobrio, y en un portero de su edad me parece muy remarcable. Llama la atención eso de "que no necesita volar", y como dices, es verdad que guardametas así no hay muchos
La acción de la final ante su ex equipo… que dominio