La llegada de Johan Cruyff a Barcelona (1988), junto al relevante cambio de reglamentación en las cesiones (1992), alteró por completo la concepción que se tenía del portero en el club catalán. Parar seguía siendo lo más importante, pero con un buen uso de las manos no bastaba. Así se explica que fuera Carlos Busquets, un guardameta limitado pero capaz con el balón en los pies, quien sucedió a un Andoni Zubizarreta que, si bien derrochaba oficio, era igual de impreciso que sus antecesores. Este hecho, además de sumar complejidad a la posición, añadió año a año una presión extra a los hombres que fueron defendiéndola. Vítor Baía llegó con fama de gran parador y, de pronto, dejó de parar. Ruud Hesp sí cumplió, pero desde un perfil bastante más bajo. Después Richard Dutruel, Roberto Bonano, Robert Enke o Rüştü Reçber jugarían lo justo. Y pareció demasiado. El «run, run» del Camp Nou comenzó a crecer y devoró a una generación de porteros que no había nacido para la forma en la que se había reinterpretado la posición. Ni siquiera Víctor Valdés despejó las dudas hasta pasados unos años, pero nada ni nadie iba a poder evitar que entrara en la historia. Y es que Víctor representa a la perfección, punto por punto, lo que Can Barça exige y necesita de su cancerbero: calidad, talento, personalidad y concentración. Y, ahora, toca sustituirle.
La papeleta, en principio, recaerá en Marc-André ter Stegen (30 de abril de 1992) por decisión del propio Zubizarreta. Es decir, la cuadratura de un círculo nada cerrado. Sea como fuere, antes de entrar de lleno en el análisis del joven portero alemán, convieneCon 18 años, ter Stegen fue protagonista en la salvación del Gladbach repasar su corta pero meteórica trayectoria con el Borussia Mönchengladbach porque, en ella, ya podemos encontrar varias respuestas a ciertas preguntas. Situemosnos: temporada 2010-2011, el Gladbach es colista, ha recibido ¡56 goles en 22 partidos! y Lucien Favre, que llega en febrero, se encuentra un equipo tan desequilibrado como talentoso. Allí están Reus, Herrmann, Arango, De Camargo o Dante, por ejemplo. Con un par de buenos resultados el técnico suizo comienza a darle la vuelta a la situación, pero necesitaba más. Necesitaba a ter Stegen, un portero de 18 años que en los ocho partidos que disputó, incluyendo dos de promoción, encajó sólo cuatro goles y dio material para cuarenta highlights. Su condición de parador salvó al M’Gladbach, le presentó en sociedad y el resto fue llegando sólo. Sus paradas pronto comenzaron a inundar la red, su nombre cada vez se escribía más veces con «t» minúscula y, al final, su salida parecía inminente. Ahora, con 22 años, le toca afrontar el que quizás sea el reto más complicado del momento… y de su carrera. ¿Está preparado? ¿Triunfará? ¿O el «run, run» pesará demasiado? Estas son preguntas que todo el mundo se hace, pero que ni siquiera el fútbol sabe. De momento, lo que sí se puede decir es que ter Stegen es tan bueno como imperfecto.
En el Borussia Mönchengladbach, ter Stegen administraba una parcela pequeña de campo.
Al contrario que en los casos de Fraser Forster o Jan Oblak, durante este análisis se mezclará lo que, a día de hoy, es Marc-André ter Stegen y lo que, a priori, le puede demandar Luis Enrique en la construcción de su -¿nuevo?- Barcelona. No se trata de predecir cómo lo hará, sino de juntar estas dos experiencias hasta ahora independientes. De acuerdo a esto, hay que decir que la labor fuera del área del portero alemán es la menos testada de todos los aspectos del juego. El Borussia M’Gladbach, aunque evitaba el repliegue y presionaba en campo rival, por regla general no le exigía intervenir más allá de su área pequeña. Además, con balón, el equipo de Favre siempre mantenía su red de seguridad con los dos centrales, el lateral del lado débil y un mediocentro como sostén (foto de la izquierda), lo que reducía en número e impacto la cantidad de contragolpes en contra. Aun teniendo en cuenta esto, que es fundamental, también es cierto que ter Stegen da la sensación de encontrarse más cómodo cerca de su portería. No es cuestión de decidir o no salir (foto1), sino de la posición original (foto2) en la que afronta las acciones. Rara vez se le ve fuera del área grande. Comprobar cómo responde a los muchísimos metros que habrá a la espalda de la zaga culé, cierren con los que cierren, es quizás el hecho más interesante e impredecible. Pese a todo, en las pocas ocasiones en las que ha debido salir fuera de su marco se le ha visto veloz, contundente y acertado. Sabe achicar y lo tiene todo para ser un gran escollo en los unos para uno.
Sus grandes activos son su excelsa agilidad, veloces reflejos y enorme intuición. Es un enorme parador.
Que se encuentre tan cómodo bajo los palos es todo menos una casualidad, porque ahí es precisamente dónde se ha ganado el cartel de gran portero de futuro que lleva colgado desde 2011. Y es que lo tiene todo: velocidad, agilidad, fortaleza e intuición. Sus piernas son del Siglo XXI, lo que le permite ser capaz de volar, reaccionar y levantarse a un ritmo infernal. Para mucho. Pero mucho, mucho. Desde cualquier distancia y buscando cualquier ángulo (foto), batir a ter Stegen es una misión muy complicada. Además, funciona igual de bien ante 20 disparos que ante dos, demostrando así una concentración y puntualidad que necesitará.
Sin embargo, «no sabe parar bien». Es la paradoja que afrontan muchos de los porteros encuadrados como «paradores», sólo que en su caso se debe a problemas técnicos y no tácticos. PosicionalmenteTécnicamente aún debe mejorar muchísimo es un buen arquero y cede las mínimas ventajas, pero es muy deficiente en los despejes y blocajes. Por un lado, directamente no busca agarrar casi ningún disparo. Un déficit ya relevante que, cuando sí decide blocar, se torna en determinante porque no ofrece seguridad alguna. El balón rebota contra el pecho o las manos, se queda muerto de forma dramática y la segunda ocasión ya está creada. Una imagen que también se repite en determinados despejes, otra acción en la que el alemán dista de ser perfecto. Normalmente, los porteros acostumbrados a soportar un volumen alto de ocasiones que deciden no blocar se convierten en especialistas del despeje, orientando el balón a su gusto, pero Marc-André ter Stegen todavía está lejos de dominar este arte. Aunque la mano no le tiembla, no siempre está colocada de forma certera y, con cierta frecuencia, el balón no va donde debe.
Con todo esto, lo bueno y lo malo, una acción ante el Bayern Munich de Pep Guardiola resume a la perfección su labor bajo palos. Ribery dispara desde fuera del área (foto1) y el entonces portero del M’Gladbach reacciona rápido parándolo al lado de la cepa del poste. En cambio, la ocasión no acaba ahí. El despeje es deficiente (foto2), el balón queda en el punto de penalti y, en este caso, ter Stegen luce su velocidad de reacción (foto3) ante un inocente Mario Gotze. Una parada final (ver en vídeo) de mérito que, además de reflejar sus virtudes, destapa un problema que debe solucionar. Con 22 años, tiempo tiene.
En los balones aéreos puede llegar a sumar, aunque todavía dista de ser dominante.
¿Y por arriba? Los blaugranas se han desangrado continuamente cuando el balón surcaba el cielo, lo que podía hacer pensar que el relevo de Víctor Valdés sería un especialista en el juego aéreo. Y, antes de concretar más, Marc-André no lo es. Su 1’89 -tirando por lo alto- parece quedarse corto para dominar de la manera en que Čech o Courtois lo hacen, pero esto no le convierte en un problema ni mucho menos. Es más, puede sumar. Tiene personalidad, capacidad de decisión, es fuerte en el contacto y lee bien las situaciones. Alguna media salida deja de forma puntual, pero más por su actitud activa que por un problema concreto. Esta predisposición, por ejemplo, se observa a la perfección en los córners (foto de la izquierda), los cuales espera lejos de la línea de gol. El Gladbach defendía en zona con un hombre en cada palo (foto), algo bastante raro de ver en el fútbol moderno, lo que le dejaba margen de acción a un ter Stegen que sí sabe imponerse en su área pequeña. En la selección, de forma bastante parecida, la acción se repite (foto1 -> foto2). Queda por ver cómo puede adaptarse a un posible marcaje al hombre como tenía el Barcelona con Martino, el cual, unido a la debilidad física y las ganas de aprovecharse de los rivales, dificulta la movilidad del portero. Por otro lado, Luis Enrique ha demostrado ser un técnico muy creativo en la defensa de los balones laterales y, quizás, en el alemán pueda encontrar un buen aliado para arriesgar.
Su buen manejo del balón con los pies ha sido, a buen seguro, determinante en su fichaje por el Barça.
Aunque, evidentemente, no tanto como en la salida de balón. Lo primero que hay que hacer antes de abordar el juego de pies de Marc-André ter Stegen es olvidar, por un instante, a Víctor Valdés. El portero catalán, hoy por hoy, no tiene rival en este aspecto. Por variedad, conocimiento y confianza alcanzó la perfección. Pero este fue un camino duro, complicado y, sobre todo, largo. No es la vara de medir, al menos de momento. Dicho esto, resulta fácil entender por qué el alemán ha sido el elegido para sustituirlo en Can Barça. Es hábil, se muestra cómodo y confiado, usa indistintamente las dos piernas y se atreve a batir líneas con una frecuencia inusitada. Comenzando por el principio, el Gladbach, que siempre busca salir en corto, ha usado a ter Stegen como La Volpe hacía con su mediocentro. Es decir, como iniciador del juego entre los dos centrales. Suena extraño, muy extraño, pero la imagen del arquero acudiendo ante un problema en el arranque de la jugada (foto1), situándose entre ambos zagueros (foto2) y encontrando al hombre libre (foto3) fue una constante en el juego de los de Favre. Los números así lo muestran: mientras Valdés realizó 15 pases por partido y Neuer 26, ter Stegen se fue hasta los 40. Una cifra altísima.
Por resumirlo: había una disposición colectiva (tranquilidad, paciencia y seguridad) que, prácticamente, sólo se saltaba ter Stegen con constantes primeros toques, adelantando su posición o, en el caso más extremo, arriesgando en el pase. Estos nunca son ilógicos ni excesivos, pero sorprende ver a un portero dando un pase raso de treinta metros entre medias de dos rivales (foto 1 -> foto 2). De esta manera, el portero alemán se convirtió en un activo brutal para Favre. Aún le falta cierta sensibilidad en el golpeo y en el envío largo falla -un poco más- de lo que se le va a permitir, pero ésta es una faceta del juego que mejora entreno a entreno. Y entrenar, va a entrenarlo mucho. Por el camino sólo hay un pero: el impacto visual. Lo que transmite, que no va acorde con lo comentado. Porque el portero, además de ser seguro, debe parecerlo. Y con ter Stegen la sensación es que el error puede estar cerca, aunque empíricamente no sea así. Resulta complicado de explicar, pero su lenguaje corporal le hace parecer más inseguro de lo que es.
Aprender a convivir con la presión. Éste es el verdadero reto que debe superar el joven jugador alemán.
Por todo esto, a 26 de mayo de 2014, Marc-André ter Stegen es un portero bastante imperfecto. Tiene unas condiciones magníficas, cuenta con el talento necesario para decidir cualquier partido y también sabe vestirse de jugador con el balón en los pies, pero aún no puede «asegurar» dejar a cero su registro de errores en un partido. De hecho, lo normal es que el fallo llegue. Su calidad podrá despejarlo en más de una ocasión, pero en otras deberá ser su personalidad y carácter quienes lo encajen. El contexto, el recuerdo y la exigencia no le van a ayudar a lograrlo, pero a un portero jamás nadie le ha dicho que su labor fuera fácil.
eldayan 26 mayo, 2014
Valdés al principio cometió algunas cantadas violentas y después alguna que otra. Esto es fútbol y al igual que en la vida, las inversiones más arriesgadas rinden más frutos, pero al mismo tiempo, el riesgo existe y es mucho mayor.
Hay que darle tiempo, que el chico es magnífico, no solo tiempo, confianza y saldrá de ahí uno de los mejores arqueros de la Liga.