La construcción de la East Stand de Stamford Bridge en 1973 fue catalogada como el proyecto más ambicioso jamás emprendido en Reino Unido; sin embargo, el Chelsea tardaría más de cuarenta años para equiparar el poder deportivo del club con la omnipotente majestuosidad que se visualizaba para el templo azul. Como tantos otros estadios británicos, el Bridge nació como una colosal pieza arquitectónica, pero no contó con el componente místico que transforma graderías que corean a Peter Osgood en santuarios furiosos que derriban voluntades y ganan campeonatos.
Después de la última remodelación, ocurrida en los noventa, que eliminó la pista de atletismo y acercó a los aficionados al campo, encerrando el esplendor verde en una caja de fósforos ardientes, el Bridge se convirtió en una oda de ambiciosa nostalgia. Lejos de ser un estadio futurista, Stamford Bridge fue pensado como un homenaje a las tardes legendarias que el estadio iba a guardar entre sus muros.
El clima de las grandes noches en Stamford es genial.
La llegada de Mourinho y su jauría de guerreros azules y ojos de metal proporcionó a los aficionados la pieza faltante del puzzle de la grandeza. Stamford Bridge comenzó a dar miedo. La comunión entre los hinchas sin héroes y el portugués despiadado fue total. Por la sangre del Chelsea comenzó a correr, instintivamente, un torrente de fuerza que se activa cuando su equipo embosca, corre y destruye.
Esta noche el PSG será testigo de uno de los espectáculos más profundos que uno puede presenciar en lo que respecta al fútbol. No hay nada que entusiasme más al Chelsea que el aroma a una remontada porque sabe que el hombre que fundó su majestad va a salir a hacer sangre. Relámpagos brillarán con fulgor propio en noventa minutos o más de intensidad pura. El Bridge rugirá como el león del escudo que Hazard, Óscar y David Luiz llevarán en el pecho mientras atacan con frenesí juvenil. Ráfagas excitadas que acorralarán a los parisinos hasta la sofocación. El Chelsea enajenado reclamará la victoria porque Stamford Bridge ya es lugar de proezas.
danityla 8 abril, 2014
Muy visual el artículo Eduardo. Me dan ganas de que empiece ya el espectáculo.