Para el Atlético de Madrid, lo peor ya había pasado. El Camp Nou lo supo en su momento, por eso apretó tanto en aquellos minutos finales, de ahí la epicidad generada entonces. En la Champions League, el Barça lleva dos años siendo ese par de chuts desde la frontal del área que, cuando se enciende, su monumental estadio le regala a Messi, y ni siquiera con la ayuda de un Iniesta irrepetible logró encarar al argentino contra la meta de Courtois. Superada aquella durísima prueba, la iniciativa pasó a ser rojiblanca hasta que se confirmó la ausencia de Diego Costa, que a la postre se quedaría en casi nada porque Adrián y Villa bordaron el fútbol. La dupla asturiana le devolvió a su oponente el epitafio de la ida con saña y prontitud, minimizando al gran dominador del último lustro hasta la más modesta expresión y dando pie a 90 minutos de juego y vida para el recuerdo de un Calderón insuperable. Qué presentación la del Atleti.
Villa bendijo su fichaje por el Atleti de MadridTan brutal comienzo se fundamentó en dos factores, la presión sobre Pinto y el tres contra tres en el juego directo local. Lo segundo fue antes. Normalmente, el Barça sufre mucho contra parejas de delanteros de movimientos cruzados porque sus centrales solo saben defender situaciones simples que no requieran pensamiento, y, contra pronóstico, Simeone apostó por dos puntas puros pese a que el mejor era baja. Y no contento con ello, desplazó a Raúl García a la derecha para que el balón largo fuese hacia él, que era defendido por Alba. Con dicha estratagema se logró que el salto vertical no anulase uno de los desmarques, es decir, los dos desmarques cruzados persistían porque ninguno de los puntas era invertido en la batalla aérea, y Mascherano no dio una. Raúl García brincando contra Alba y Adrián y Villa jugando contra Bartra y El Jefecito habían logrado en 15 minutos una producción ofensiva muy superior a la obtenida por el Barcelona en el mejor rato de fútbol de Andrés Iniesta en sus últimos tres años de carrera. La frase es corta; su efecto sobre los culés, mortal.
Tiago y Godín completaron un trabajo absolutamente perfecto sobre un desasistido y confundido Messi.
Como el Atlético de Madrid era profundo a su manera, el Barça iniciaba cada jugada desde atrás, a menudo incluso desde Pinto, y debe insistirse en que las salidas de balón del portero gaditano no son serias. No es que sea el culpable, el circuito de salida azulgrana carece de mimo y ya no lo soluciona ni Xavi, pero si a ese problema táctico y esa insuficiencia físico-técnica se añade que Pinto hace cosas rarísimas que sacan de quicio a cualquiera, el cóctel desestabiliza a las once piezas hasta arrebatarles su gran virtud colectiva, que es la grandeza y el conocimiento de la competición. Simeone, súper agresivo, pidió a Koke y García un trabajo pegajoso y liberó al insistente Gabi para que fuese a robar hasta donde quisiera. Entre Tiago y Godín ajustaban la marca sobre Messi y el Atlético presionaba tranquilo, como si no asumiese ningún riesgo.
La posición de Fábregas no reportó ventajasPasado el primer cuarto de hora, el partido se normalizó y llegamos a la fase más esperada, el repliegue local contra el ataque estático visitante. En la mayor parte del tiempo, éste se dio con Leo Messi de supuesto ala derecha y con Cesc de referencia en el centro, algo que comprimió la zona activa del FC Barcelona porque el «10» no se movió lo suficiente. La idea era positiva, Leo podía encontrar en un espacio lateral el respiro que le permitiese perfilarse hacia Courtois y hacer una jugada de gol, pero tomó una posición de partida tan, tan cerrada que a efectos prácticos se pisaba con Fábregas y provocaba un atasco en el medio. Para más inri, el espectáculo ofensivo que había proyectado el Atlético de Madrid había dejado tiritando a su oponente y forzó determinados ajustes conservadores en su ataque posicional que le volvieron más inocente de lo debido.
Neymar, que va a ser un crack de primera talla, se echó al Barça a sus espaldas en algún compás.
Una de las preguntas que surgen en cada previa de noche grande azulgrana es si Martino va a intentar ralentizar las contras rivales con la posición de sus laterales o con la posición de sus interiores; suele soltar a unos y atar a los otros según las características del de enfrente. Pues quedó tan intimidado el Barça que los cuatro, Alves, Xavi, Iniesta y Alba, actuaron con una cautela excesiva. Los laterales no dibujaron ni una sola de sus rupturas al espacio, que es la jugada que más control táctico le ha dado al equipo desde su nacimiento en el verano de 2008, y a pesar de que los mismos fijasen su altura sin alegrías, ni Xavi ni Iniesta intentaban influir entre líneas, en parte por decisión propia, para asegurar hombres por detrás del balón, y en parte por lo escrito sobre Cesc y Leo estrechando el campo y ahogando espacios centrales. Así preparado el asunto, el Atlético de Madrid, hay que ser claro, no sufrió en defensa. El ataque azulgrana era lento, horizontal y previsible, y con los once soldados de Diego Pablo metidos en su campo, no se atisbaba retazo de peligro alguno.
El nivel asociativo de Tiago y Koke fue claveNo contento con ello, el Atlético se permitió el lujo de alimentar un contragolpe dañino durante casi todas las fases del encuentro. El truco fue un nivel técnico y una confianza en su juego con balón que no había mostrado en sus duelos anteriores contra el Barcelona. La ventaja partía de la zona del robo, que era lateral, en banda, lo que de por sí anula a Busquets, que no sabe desplazarse sobre el eje horizontal y permite salidas asequibles. Luego, lo dicho, la dulzura de los controles y los pases del Atleti, dirigidos en su totalidad por un Tiago mágico en el engaño, la elección y el toque, habilitaban una salida en bloque que derivaba en ofensivas con muchos hombres pese a que todos estaban por detrás del balón mientras lo movía su contrario. Eran las cadenas asociativas de Filipe, Tiago, Juanfran, Koke -bárbaro-, Villa y Adrián las que escondían la falta de velocidad y hacían al Atleti avanzar como una ola en vez de como un relámpago. Increíblemente, el equipo de Simeone no solo era el obrero; también era el artista, el que tocaba el balón con más imaginación, más equilibrio y más precisión.
Martino quitó a Iniesta del campo para intentar romper el partido, pero solo rompió al Barcelona.
En el segundo tiempo Martino rompió el escaso equilibrio de su sistema, pisó el acelerador e intentó marcar por acoso. Si antes sus laterales e interiores habían estado encorsetados, su actitud giró 180º y pasaron a jugar desde la irresponsabilidad, concediendo unas auto-pistas que a la postre le costaron el dominio. A la postre, pues justo en la reanudación sí tuvo buen efecto para el Barça; el Atlético se animaba a salir más de la cuenta y en aventuras más solitarias y rápidas de lo recomendable y el encuentro perdió estabilidad. Se abrió más, todo iba más rápido. En dichas situaciones, quien posee a Messi cuenta con la ventaja, y a fe que inquietó dos veces, pero era gaseosa. Los rojiblancos se salvaron del golpe, entendieron la trampa a tiempo y se resguardaron para ralentizar el ritmo una vez más. En pos de precipitar una nueva re-abertura, el Tata quitó a Iniesta e introdujo a Pedro, y ahí se acabó la eliminatoria. El Atlético no picó, no concedió transiciones y salió en ventaja constante. La última media hora colchonera detentó una autoridad que ni Bayern Múnich, ni Chelsea FC ni Real Madrid han sabido transmitir en estos igualados Cuartos de Final.
Cuatro equipos imperfectos pero llenos de virtudes se han citado en el sorteo de mañana viernes.
La eliminatoria española ha concluido y el fútbol español sale reforzado. Con el Barcelona no hay dudas, es un grandísimo club que afinca a jugadores extraordinarios y no tardará en volver a la pelea. Por su parte, el Atlético de Madrid confirma que es candidato. Nuestro tercer candidato, como así se dejó entrever desde el segundo mes de Simeone en el banquillo del Calderón. Es un equipo impresionante a nivel defensivo capaz de crear ataques a partir de su posición, que muestra una fe inquebrantable y que disfruta una versatilidad emocional infinita. Como apuntó Gabi, «¿Pero cómo vamos a sentir cansancio si estamos en el mejor momento de nuestra vida». Y no hay más que añadir porque la clave es esa. Nunca el sorteo de semifinales importó menos. Ocurra lo que ocurra mañana viernes, todos saldrán preocupados. Y todos sentirán ilusión. Y todo estará justificado. Nos esperan cuatro fiestas. No os perdáis ninguna. Van a ser fascinantes.
Moisés Sánchez 10 abril, 2014
Cesc no tiene nivel Barça y Xavi ya no está para llevar a este equipo. El problema defensivo parte de él, aunque no sea el más culpable. Por su lado entran como motos y Alves solo no puede con todo eso. Ya en la final de la Confederaciones se avisó que la espalda de Xavi sufre mucho. Sin embargo, con Xabi-Bussi, no tiene que preocuparse por nada más que mover al equipo. Ayer, sin nadie por detrás, Bussi desaparecido y Alves en horas bajas, a Filipe Luis le hacían los ojos chiribitas.