A punto de afrontar el tramo de mayor importancia de la temporada, con la eliminatoria de octavos de Champions League a menos de diez días, Jose Mourinho tiene al Chelsea cogido por la cintura, líder de la Premier e inoculado por su mentalidad, llegando a comportarse como un equipo made in Setúbal. Si le sumamos que este invierno ha resultado más verano que otra cosa para el Bridge, donde su manager ha cambiado a Matic y Salah –sólo disponibles para las islas- por Mata y De Bruyne, movimientos profundos y consecuentes con su modelo de juego, el proyecto del portugués, de forma definitiva, ha pedido pista para despegar. Y en el último mes le ha sido concedida.
Un empate en los últimos diez partidos. El resto, victorias. Con todo el brillo ofensivo personalizado en el parpadeo de Hazard, el hombre más en forma; capitalizando todo rendimiento adyacente a sus movimientos. Parece que no existe nadie más. Poco se ha hablado de Oscar, glosario balompédico de los primeros tres meses del equipo, de Ramires, al que alterna con mayor frecuencia con posiciones de banda, de Schürrle, definitivamente suplente, o de Willian, transformado y, porqué no decirlo, reducido su impacto en pos del colectivo. Es la figura del mediapunta la que Mourinho parece manejar con inteligencia atendiendo al contexto; al rival que tiene delante.
La dinámica del ’10’ blue varía en función de que lo le rodea
Manchester United, West Ham, Stoke City y Newcastle United. Todos en Stamford Bridge. Repliegues más o menos evidentes –menos en el caso de los red devils-, la mayoría premeditados e irregularmente aplicados. Balón para los blues. Alineación del Chelsea en ¾ y en los cuatro choques: Hazard banda izquierda, Oscar mediapunta, Willian banda derecha.
Arsenal y Manchester City: las últimas dos salidas ante equipos importantes que ha afrontado el cuadro londinense. Repliegue evidente, sin reparos, premeditado y aplicado. Del Chelsea. Balón para el contrario. Alineación del Chelsea en ¾ y en ambos choques: Hazard banda izquierda, Willian mediapunta, Ramires banda derecha.
Asímismo, de no ser por la lesión de Torres, este patrón de diferenciación entre rival, contexto y consiguiente utilización Oscar destaca en el pressingde las piezas, hubiera tenido la misma lectura en la figura del ‘9’, con Fernando –jugó en el Emirates- cuando el rival tiene la pelota y con Samuel Eto’o para rupturas cortas, olfato del rechazo, y el espacio reducido –el camerunés fue de la partida ante United, Stoke, West Ham y Newcastle-.
Hazard es, en parte, la explicación a esta alternancia. Es el jefe
Oscar o Willian. La pista que deja el entrenador portugués para entender las dos caras del actual Chelsea hazardizado. No son pocas las ocasiones en las que Oscar ha jugado y rendido maravillosamente en situaciones de repliegue+contra, fuera de casa etc… pero el brasileño es la cabeza visible cuando el Chelsea echa mano de un pressing más alto, que busque robar o forzar pérdida del mismo pie de un defensa o mediocentro, o que intente recuperar inmediatamente en campo rival y tras sucederse ataques organizados que impliquen a laterales y centrocampistas. Ahí Oscar es formidable.
A su vez, Willian, perdiendo brillo e importancia con respecto a su etapa en Donetsk, queda relegado a un papel menos protagonista, enfocado a la banda,Willian, más en el contragolpe la ayuda defensiva y el compromiso en ambas transiciones, dando amplitud y llegando a cualquier esquina del rectángulo (sic). En descargo del brasileño, que ha perdido libertad a cambio de colectividad, está el hecho de atesorar más galones a la hora de construir juego. Hasta la llegada de Matic y la renovada posición de David Luiz, es Oscar quien auxilia como interior en la elaboración, papel que bien podría desempeñar Willian de darse otras condiciones jerárquicas.
Mou da el ‘9’ y el ’10’ a quien mejor se adapte en cada momento
El caso es que desde que Hazard cogió la moto, con la que crea la ventaja en estático o a 60 metros del portero rival, colando goles con asiduidad, la figura de Willian ha tomado importancia como mediapunta en ocasiones donde la iniciativa sobre el campo no es del Chelsea, al menos en términos de balón y altura defensiva. El ex-Shakthar es más veloz que Oscar para el espacio, aprovechando mejor el mecanismo actualmente imparable del crack belga: su diagonal interior. Llegando Ramires -siempre en banda derecha cuando Willian es ’10’- por derecha, sprint característico y mortal, Willian compensa con un arrastre hacia la banda del propio Eden, en una diagonal productiva e intimidatoria que Oscar no hace tan dañina y que permite a Azpilicueta guardar posición defensiva.
La gestión del contragolpe, iniciado por Eden de manera casi individual, ha dejado en evidencia el conocimiento y utilización del mister luso de su plantilla, atado los cabos y funciones de los elementos de su línea de ¾ y delantera. Una tendencia interesante que ensambla al jugador en el colectivo y da solidez a la idea, dando cabida a ambos perfiles -resaltamos, no solamente la del ’10’, también la del ‘9’-. No hay nada al azar en entrenadores de la superélite.
LR. 11 febrero, 2014
"El caso es que desde que Hazard cogió la moto, con la que crea la ventaja en estático o a 60 metros del portero rival"
Esta línea lo dice casi todo sobre Eden. Es lo que hemos (Mou, él, nosotros) aprendido esa temporada. Juega con las dimensiones del juego. Acorta el campo, lo inclina o lo agranda según conviene. Hazard es el control, la carrera y el slalom, pero también es la arremetida corta, desde la frontal, que vacía el área grande y rellena el área chica.
La eclosión es de tal magnitud que, cada vez más, Hazard cotiza en la bolsa como una sub trama de lujo en Brasil 2014.