En una mezcla de vivencias, reconomientos, miedos y nervios, el Atlético de Madrid ganó en San Siro, algo que nos parece normal por vivir el mismo presente y tras haber visto lo propio en el Bernabéu o Do Dragao en esta temporada. En una primera parte jugada con nerviosismo e inseguridad, el Atlético hizo de tortuga y sacó una victoria que parecía complicada vistos los primeros 45 minutos. Lo complicado se ha vuelto normal y posible debido a que posee a uno de los jugadores más determinantes del mundo. Con su comparecencia, como en Mestalla o San Mamés, los de Simeone siempre disponen de una nueva oportunidad de caminar fuera de la ley; Courtois es un fugitivo al servicio de un equipo duro como un diamante que evitó el 1-0 en Copa de Europa, algo psicológicamente fundamental.
Sin embargo, y una vez más, el Milan de San Siro, porque no es el de Ancelotti, Allegri o Seedorf, es la entidad reconociéndose a sí misma de la mano de su historia, hizo uno de los mejores partidos de la temporada, al menos en su primera parte. Juventus a un lado, no habrá enfrentado en la Serie A un equipo del rendimiento y equilibrio defensivo de este Atleti, terminando por jugar como solo saben hacer 3-4 clubes en un valle tan profundo de prestigio y credibilidad como el que está atravesando el AC Milan. Nunca está de más repetir que el AC Milan, hasta su sonoridad, no es algo medible o sostenible. Habla su estadio, responde quien se pone su uniforme. Y la primera parte de los rossoneri fue muy buena.
Seedorf planteó un buen partido. Solo Courtois se lo negó
Clarence Seedorf y sus jugadores cuajaron medio partido muy interesante, evitando la pérdida frontal, saliendo, de manera taxativa, por los costados, casi siempre por el diestro, creando fútbol en las bandas y dominando el campo rival con orden y confianza. Simeone había vigilado a centrales y mediocentros con la presencia de dos puntas, pero ni Essien ni De Jong venían a recibir entre centrales para salir por abajo y en permanente control. De Sciglio y Emanuelson, los laterales más técnicos con los que cuenta Seedorf, daban altura, Taarabt se abría más arriba, y Kaka y Poli venían a sumar efectivos en ese costado derecho. El Milan tenía superioridad, pidiendo a Godín que interviniera para tapar el apoyo de Kaka.
Este último hecho derivó en dos decisiones; la primera quizá le costó a Simeone el resto de la primera parte en términos de control sobre su propia frontal: situar a Mario Suárez de tercer central siempre que el balón caía a bandaCourtois, como el Sr. Anderson. Al tener que vigilar Godín la caída de Kaka a la zona fuerte del Milan -la banda derecha-, el área quedaba algo desguarnecida, con Balotelli y Miranda ante Courtois, donde entraba de manera inequívoca la figura del ‘4’ rojiblanco. Esta decisión activó a jugadores que en salida y en la creación de las ventajas no tenían ningún protagonismo, pero como todo balón que llega a banda va a volver al centro, De Jong y Essien dominaban la frontal, donde no había mediocentro rival, con Gabi sumándose a la batalla lateral. Ejemplo perfecto es el cabezazo de Poli que Courtois detiene en Matrix.
La segunda decisión fue colocar, alrededor del minuto 32’, a Raúl García de volante y no de punta. Lo descrito en el párrafo anterior, numéricamente era un 5-3-2, siendo Arda y Koke interiores. Si unimos cierto nervio propio y gran vitalidad milanista, la inferioridad era manifiesta. Con el navarro en línea de medios, el asunto se equilibró para cerrar el pase hacia De Jong. Con el Milan superior pero el 0-0 en el marcador, la psicología cambió de bando en la reanudación. Paolo Simeoni algo se olía en los vestuarios.
Primero respeto, luego inseguridad, pero Cholo terminó valiente
Antes habría que decir que la primera parte visitante con balón tampoco quedó reducida a la nada, aunque le faltaron varias capas. Cuando el Milan replegaba, Gabi y Mario tenían que ganar altura y crear pases acertados. Sin Filipe, y con Raúl García de segundo punta, penalizado para dar escape al poseedor, fue Juanfran quien pareció recordar al de Castilla y Osasuna. Ante Emanuelson y Bonera, fue lo poco productivo de un Atleti que echó en falta en Arda, huérfano del lateral brasileño en el costado zurdo, el primer desequilibrio. Esta vez no hubo balón largo hacia fuera para Costa, sino cuota para Juanfran. En esa fase, el Milan dibujó un 4-4-1-1 sorprendente, con Essien en banda izquierda, con Poli, quizás más enérgico y móvil, junto a De Jong en el mediocentro.
La mente del jugador rojiblanco debió procesar tal que así: «Hemos vuelto a salir vivos, hemos pecado de nerviosismo, el escenario nos intimidó, pero vamos 0-0. Esto sólo puede ir hacia arriba». Con el paso de los minutos Diego Pablo Simeone comenzó a ver positivos en cada lance, viendo que el Milan producía cada vez menos. Lo que suponía una medida defensiva ante una situación complicada, se convirtió en otra ofensiva cuando el partido cambiaba de tono. Cebolla y Adrián saltaron con la fe de laminar, junto a Diego Costa, una confianza quebrada, convertida en espacios para el brasileño. Sin terminar de traducirlo en ocasiones, y con la amenaza de Balotelli sustituida por la lesión, el bloque acompañó a Costa, subiendo las líneas y buscando la victoria. Esta vez, el balón parado y Thibaut Courtois decidieron un parcial de 180 minutos. Ironía off.
MichaelL 20 febrero, 2014
que os pareció De Jong?