El Barça del Tata Martino es prácticamente el mismo juegue o no juegue Xavi Hernández. Con el «6» sobre el césped el equipo promedia 16 tiros y 577 pases y, sin él, 15 y 580. Con él, sus rivales se quedan en 9 tiros y 235 pases; sin él, en 9 y 234. Tan simbólicas estadísticas se ven acompañadas por los deseos, los miedos y los hábitos colectivos, que son iguales sea cual sea la pareja de interiores que alinee el entrenador. Que un futbolista como Xavi, con su presencia en el juego y su jerarquía en el mundillo, cambie tan pocas cosas se debe a un solo motivo: Gerardo lo ha borrado de su sistema de forma paulatina. El molde del interior diestro en este Barça es Cesc Fàbregas; independientemente de que el ex-gunner esté bien o esté mal, el sistema prefiere su fútbol. Ahora es Xavi quien intenta (o debe intentar) ser como Cesc.
Nota: Pártase de la base de que este Barça es un equipo inacabado que arrastra tics de un pasado reciente y ganador, así que la ejecución de los movimientos rara vez es continua. Cuando el rival le pone en problemas, pierde fe en el plan y recurre a automatismos de antes que, en cierto modo, entorpecen las jugadas nuevas. Como todo técnico que intenta renovar cosas, Martino necesita tiempo y victorias importantes para reforzar y asentar sus ideas.
En el Newell´s de Gerardo Martino, el centrocampista que más veces tocaba la pelota era con diferencia su mediocentro, a pesar de que parecía la pieza menos técnica del triángulo central. Los interiores (Cruzado y Pablo Pérez) subían, ocupaban zonas de ataque y creaban peligro al mismo tiempo que espacio para el «5». Objetivo: que el pivote controlase el balón con comodidad a la máxima altura posible. En los mejores días del Barça 2013/14, el jugador más presente en el juego ha sido Sergio Busquets. Otrora su tarea era dejar preparado ese hueco para que Xavi bajase a ocuparlo; ahora, cuando el equipo fluye, los dos interiores son instrumentos de ataque. En las imágenes vemos a Xavi casi como el hombre más adelantado de los culés. Si el egarense no ocupa esas zonas, casi con plena certeza el Barça está siendo lo que no quiere: espeso. No siempre es ésa la causa; a veces es el efecto. «¿No sale lo nuevo? Pues ya bajo yo y hago lo antiguo«. Por eso su posición es la prueba del algodón de la fluidez azulgrana. Si Xavi sí está donde Cesc, hay fiesta.
Así pues, donde más se atraganta el Barça es más abajo, en la salida desde atrás o, si el contrario espera más replegado, en superar la primera línea de presión. Busquets, que es el jefe, no tiene las características de Xavi; él no es de dar diez pases laxos pero llenos de intención a medio plazo, esa virtud solo la posee su compañero. Donde Sergio está saliéndose es filtrando pases verticales; levanta la vista, encuentra al culé libre entre líneas y pega un pase tenso y preciso que atraviesa la presión y gira al oponente. De ahí que la disposición ideal en el inicio sea la de las imágenes que coronan este párrafo. En la primera observamos cómo Iniesta y Fàbregas desempeñan un papel estrictamente táctico; se alejan, trabajan el espacio en vez del balón directamente, y en la segunda captura vemos que resulta un éxito. ¿Por qué no sale siempre así? Porque hay quien defiende mejor que el Valencia y al Barça le falta más trabajo para afianzar los conceptos. ¿Qué ocurre cuando Busquets no puede filtrar el pase? En el peor de los casos, que Xavi o Cesc bajan, se traen consigo una marca rival y saturan la jugada. Abajo no hay sitio para quedarse; el «16» ya no le prepara el terreno a nadie. De hecho, parece ser justo al revés.
Nota: En algunos partidos ante rivales especialmente peligrosos en las contras, el Tata Martino ha dejado de manera voluntaria a dos centrocampistas en el escalón del mediocentro. Resultaron encuentros más funcionariales que fluidos o brillantes. El plan A es el otro.
Cuando el Barça supera la prueba de llevar el balón hasta la mediapunta, gana el partido. Sube a Busquets, puede presionar arriba y, en el hipotético caso de que el contrario sea una potencia defensiva, el reparto de ocasiones se queda en 3 a 1 ó 4 a 2 para los azulgranas, que son encima quienes cuentan con Leo Messi. Eso contra las escasas potencias defensivas que pueda haber; contra el resto se dan un festín. Y en las últimas jornadas es lo que viene sucediendo, pues, si Busquets no contacta directamente con uno de los de delante, han surgido tres soluciones que en los momentos más espesos no estaban: 1. La profundidad de Jordi Alba, a quien se le lanza un cambio de orientación largo y mete al equipo arriba. 2. Andrés Iniesta. El manchego ha aterrizado y él cuando baja a recoger el balón no es para quedarse abajo, sino para subirlo con la fugacidad de un relámpago, como vemos entre la imagen 1 y la imagen 2. Y 3. El Fàbregas de «Falso 9″ o mediapunta, que la ha roto con su movilidad y dinamismo. Si Messi no está a tope, a Martino le costará prescindir de esta figura. Es y está bestial. De continuar en esa posición, ya saben: el interior derecho sería Xavi, pero el sistema le pediría que se moviese como Cesc. En caso contrario, Simeone sacaría ventajas.
javi15195 11 enero, 2014
Cómo disfruto cuando metes el bisturí en estas cosas Abel. Me encanta ^^. David León hizo el análisis del sistema defensivo del Atleti ante el Madrid y de ahí viene mi pregunta: ¿confías en las posibilidades del Cholo para que se produzca ese Barça espeso? Quiero decir, que obligue a a que baje algún interior a ayudar en la salida y eso. Lo digo porque el Atleti por dentro es infranqueable precisamente para obligar al rival a optar por la banda. Eso partiendo de que juegue con un 4-4-2. ¿Posibilidad del 4-5-1?