«Casi me lo pierdo”, me contesta mi amigo Fran, que ha ido a ver el partido a El Madrigal. Un buen amigo, al que se le suele pegar la hora, que acudió a ver el Villarreal-Atlético de anoche, seguramente el partido de la jornada. “Pillé un atasco, aparqué donde pude y vi que a 5 minutos del final aún había colas para acceder”. “Sí, sí, las entradas para el partido aquí, esa otra taquilla es para recoger las compradas por internet”. Me dice Fran que al no hacer cola en la puerta, intuyen que busca comprar una. Y quedan dos minutos. A mí eso de llegar boqueando al campo nunca me ha gustado. Por eso, cuando voy con Fran al fútbol le espero en la butaca, que partidos así hay que disfrutarlos viendo las gradas llenándose. Pero llegó a tiempo. Y vio algo sensacional.
Al Villarreal le faltó más presencia en el área. Courtois es mucho
“Todos los partidos del Atlético aquí, en Villarreal, suelen desarrollarse de manera parecida”, debió pensar el aficionado que asistió al partido. Pero lo de ayer fue otra cosa. Un partido soberbio entre la segunda unidad de nuestro campeonato, saldado con un empate que resumió lo mejor del Atlético ayer y lo peor de los de Marcelino: el resultado. Con tres pilares defensivos -intensos y anticipadores- siendo baja, como Mario, Godín y Filipe, los de Simeone visitaron al que hoy es el ritmo más alto de la Liga en combinaciones a un toque, aspecto diferencial sobre el verde castellonense -los cuatro centrocampistas visitantes acabaron con tarjeta-. En una actuación excelsa de los amarillos, el Atlético volvió a girar como una peonza, sin terminar de derrumbarse, pero cercano a la nulidad en ataque. La Yellow Magic Orchestra del pequeño gran García Toral estaba brillando.
¿Cómo anular la superioridad del Atlético de Madrid en banda cuando tu ataque organizado se hace fuerte en el mismo punto? El Villarreal de Marcelino se basa en la combinación mecánica, lograda por repetición, y en el juego a un toque para desorientar la basculación del rival. Lo de Bruno fue impresionanteLa gran diferencia, bellísima, con otras propuestas de trato de balón con triángulos en los costados, es “el movimiento del tercer hombre”. Cuando el balón va de poseedor a receptor, de manera del todo instintiva más que asimilada, hay un tercer jugador que arranca fugazmente para que el segundo no tenga que controlar la pelota y la ceda a un toque hacia ese tercero, que anda en pleno desmarque. A diferencia, por ejemplo, del sistema de Bielsa, de parecidos movimientos, la escuela amarilla juega con dos puntas, lo que le procura tener a los dos mediocentros cerrando el despeje frontal; sin embargo Marcelo crea las combinaciones con dos volantes y un solo ancla. Y en eso radicó el partido. Una sucesión de jugadas interiorizadas, llevadas a cabo por enorme precisión técnica, intensidad y una enorme motivación.
El Atlético no pudo ni atacar. Bruno dijo que no pasaba nadie
Como en Do Dragao, al Atleti le dejaron sin transición ofensiva; timorato, nublado y agazapado en su excelsa capacidad defensiva para aguantar un 0-1. Porque el Atleti se adelantó en una gran jugada de Juanfran. Minuto 2 y gol rojiblanco significa repliegue y contragolpe, algo que al Cholo le enamora.El Atleti se vio desbordado Tiene a Costa para salir. Pero le faltaron Filipe, Arda y un Koke robando antes, que apenas pudo. A patir de ahí, el conjunto de Marcelino pasó de amarillo a fluorescente, subrayando cada concepto de la escuela futbolística que ha creado. Fugaces combinaciones, profundísimos desmarques de arrastre de los puntas para que los extremos reciban abiertos y pase atrás desde línea de fondo. Girada la defensa del Cholo hacia su propio marco, Courtois y la solidez de su zaga negaron el empate pero la jugada se reseteaba. Los rechaces nunca eran para Gabi, que acudía a la banda a tapar el grifo pero daba igual: toque, toque y toque, y salían los locales de cualquier ayuda o marca para tener tiempo en el centro y abrir fácil al lateral opuesto. A falta del punch que aporta el presupuesto, el Villarreal juega que es un escándalo.
Pero… ¿y el despliegue? El Atleti estaba tan desubicado y falto de seguridad en el partido que se quedó sin contragolpe. No tenía un robo temprano y presto para correr de cara, pero sobre todo se encontró una de las grandes actuaciones del campeonato. En un ejercicio de omnipotencia, Bruno Soriano fue emocionante. Como David López, Torrebruno dejó a Diego Costa en la nada. Con una suficiencia incluso gestual, el mediocentro controló todos los rechaces y envíos largos; cambiaba de orientación con su zurda y tapaba progresiones como si tuviera dos muñecas en vez de tobillos. Estuvo muy por encima del partido, que ya era sobresaliente por parte de sus compañeros. Twitter se vino abajo con semejante derroche.
Abel Rojas 11 noviembre, 2013
Ayer presenciamos un ejemplo de qué podría ser el Atlético de Madrid contra un rival que le supere en un partido. No se cae. Aguanta. Sigue y tira de su dominio del área. Y si llega a tener a Filipe y Godín, hasta resiste con el 0-1. Y eso que lo del Villarreal por momentos fue tremendo, pero honestamente pienso que no desbordó al Atleti. Lo superó porque consiguió que se jugase donde quería, que era en el área rojiblanca, pero una vez ahí el Atleti era más que suficiente, siempre tenía superioridades numéricas.
Partidazo de fútbol.