“Extraña” es una palabra que podría perfectamente definir la relación de la Juventus con la Copa de Europa. Uno de los más grandes, clásicos y tradicionales clubes del Viejo Continente, el más laureado de su país en competiciones nacionales, pero con una relación de amor-odio con la máxima competición del planeta fútbol. “Enfermiza” es otro buen adjetivo para referirse a la obsesión que, a inicios de los 80, embargaba las oficinas del club. El avvocato Gianni Agnelli seguía persiguiendo su sueño de convertir a su Vecchia Signora en el equipo dominante a nivel europeo que su lujosa historia merecía. La Copa de las grandes orejas, la obsesión, el objetivo a conseguir a cualquier precio.
La búsqueda del oro europeo comenzó 30 años atrás, al inicio de la competición.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Gianni Agnelli se convirtió en el presidente del club. La Signora vence en el Scudetto de la temporada 49-50, 15 años después del último éxito, marcando 100 goles. Jesse Carver era el entrenador y estaba al mando de un muy buen equipo en el que figuraban el veterano Carlo Parola, el extremo Ermes Muccinelli y los daneses Karl Aage Praest y John Hansen, los primeros dominadores escandinavos de la Serie A. Y, por supuesto, Gianpiero Boniperti, el hombre del Renacimiento de la Juve. El personaje cuya biografía transcurre de la mano de la del propio club. Pero, seamos sinceros, este equipo se aprovechó de la desgracia del Torino en Superga. La Juve, como todos los clubes de Italia, había estado a la sombra del Toro por más de un lustro y es a partir de la desaparición de su gran equipo cuando la Serie A revive en un enjambre de excelentes conjuntos, empezando por la propia Juve.
Cuando este equipo, ganador de un par de ligas más, pasó su mejor momento, l’Avvocato dejó la presidencia a su hijo Umberto, il Dottore, que, a los 22 años de edad, se aprestó a construir un nuevo equipo campeón. No sólo para mantener el nivel de la Juve en Italia, sino por la perspectiva de la hegemoníaCon Boniperti, John Charles y Sívori, la Juve bordó en su camiseta la primera estrella europea. La Copa de Europa aparecía como el nuevo objeto de deseo de la familia por excelencia del fútbol italiano. Así es como, en 1958, con la llegada del galés John Charles y el argentino Omar Sívori, que se unieron a Boniperti, se forma el llamado «Trío Mágico», que traerá tardes de gloria al Comunale y presentará a la Juventus como una fuerza a tener en cuenta en la Copa de Europa. El centrodelantero galés era una bestia de la naturaleza, que también podía jugar de central si se le necesitaba, y una goleador implacable especialmente en el juego aéreo. La gambetta, la clase y la picardía la ponía Sívori. El «Cabezón» era el mejor representante del brillante equipo argentino que había ganado la Copa América del 57: los Carasucias. Italia se aprovecharía de los orígenes transalpinos de muchos de ellos, no solo para traerlos a Europa sino para que vistiesen la Azzurra. Así pues, el nivel del equipo era tremendo, y, por supuesto, el Scudetto cayó. Y dos más en las tres temporadas siguientes. Esto supuso que la Vecchia Signora pudiese bordar por primera vez la estrella en la camiseta: 10 Ligas.
El problema, no podía venir de otro lugar, surgió de la Copa de Europa. La extraña relación entre club y Coppa dei Campioni –como le llaman en Italia, un nombre que, honestamente, suena imponente-, nace en la temporada de 1959. La Juve del «Trío Mágico» se enfrenta al Wiener Sport Club, campeón austríaco, al que derrota por 3-1 en el Comunale. La tragedia ocurre en la vuelta, cuando Charles es literalmente apaleado por los durísimos austríacos –acabará en el hospital y siendo baja un buen tiempo-, el equipo se queda con diez hombres –no había cambios en esa época-, y es aplastado por una manada de ñus. 7-0 y primera gran bofetada recibida por la altiva novia de Italia en la gran competición continental. A pesar de este revés, los tres grandes reportarían en 1960 el primer doblete de la historia del club. Al año siguiente, un nuevo título nacional y el Balón de Oro para Sívori, el primer galardón para un jugador de la Serie A.
En la temporada de 1962, por fin la Juventus demostró un nivel aceptable en la Copa de Europa. Se plantó en cuartos de final y su rival fue ni más ni menos que el Real Madrid, el equipo que representaba lo que la Juve estaba intentando ser: una fuerza europea. Los madridistas derrotaron a los italianos en el Comunale por 0-1, pero sorprendentemente Sívori marcó el único gol en el Bernabeu, así que la eliminatoria se decidió en un desempate disputado en París. El Madrid, camino de su sexta final del torneo, derrotaría a los bianconeri por 3-1.
La Juve siguió ganando con consistencia en Italia. Añadir trofeos nacionales era, obviamente, importante para ellos, pero fue en el 65 cuando por fin el club alcanzó una final europea. Como Europa y la Signora todavía no eran demasiado amigas, la Juve perdió la Final de la Copa de Ferias en TurínMientras la Juve seguía ganando títulos en Italia, en Europa aún no había logrado ninguno contra el potente Ferencvaros de Florian Albert ¡a partido único! El mismo resultado que, en 1971, obtuvo contra el Leeds United. Este equipo del 71 ya representaba un estilo totalmente diferente de afrontar el juego por parte de la Juve. Su apodo era la «Juve Operaia» y el entrenador que así la bautizó era Heriberto Herrera, un paraguayo que se consideraba a sí mismo como un precursor del Fútbol Total. Él lo llamaba, prosaicamente, el movimiento. Herrera, como su homónimo del Inter, hacía especial hincapié en la preparación física, y fue uno de los motivos por los que Sívori abandonó el equipo rumbo a Napoles. Allí sentará un bonito precedente de lo que esperaba a la ciudad partenopea en los 80. La Juve obrera será el equipo que añada el título nacional número 13 y, reforzada por Helmut Haller, llegará a las semifinales de la Copa de Europa en 1968 donde el Benfica de Eusebio la eliminará por un claro 3-0. Poco a poco el objetivo estaba más cerca.
En 1971, como ya dijimos, la Juve perderá otra final europea, de nuevo en la Copa de Ferias, ante el Leeds United. Ese mes de julio, Gianpiero Boniperti se convierte en el presidente del club, comenzando la que será la época dorada del club. ¿Quién mejor que el gran Gianpiero, siempre elegante, un hombre inteligente, con clase, que conocía mejor que nadie el fútbol, para dar un paso más –el definitivo- hacia el respeto de todo un continente?
La Signora envejece y Europa empieza a reverenciarla.
Boniperti convertirá a la Juventus en un modelo a seguir para todo el mundo y bajo su liderazgo veremos el crecimiento del club y de la propia selección italiana. No es casualidad que todos los ciclos ganadores de la Nazionale se hayan basado en una Juventus exitosa.
El nuevo presidente se encontrará con la tarea de sustituír al joven Armando Picchi, legendario capitán del Inter, que llevaba un año como técnico bianconero y que murió con 36 años. El elegido fue un ex jugador del club, el checoslovaco Cestimir Vycpalek, que renovó el equipo basándolo en jóvenes talentos como Sandro SalvadoreBettega emergerá de la cantera para ser el heredero de Boniparti como hombre de club, Franco Causio –llegado del Lecce-, Giuseppe Furino –canterano del club, pero comprado al Palermo-, Fabio Capello – de la Roma-, el líbero Gaetano Scirea y la joya de la cantera bianconera Roberto Bettega. Basta repasar los nombres para comprobar que ese equipo era ya algo muy serio. Los jóvenes aún estaban un poco verdes, pero durante los 70 madurarán para convertirse en auténticas referencias mundiales, especialmente en el caso de Scirea, el centelleante Causio y el auténtico modelo de jugador all rounder que era Roberto Bettega. De él se dirá muy a menudo que es lo más parecido que ha habido al estilo de juego de Alfredo Di Stefano. Comenzará como delantero con un excelente juego aéreo, pero se reciclará al extremo o centrocampista con una gran capacidad de sacrificio y creativa. Será una de la mayores leyendas juventinas y seguirá los pasos de Boniperti como chico-para-todo del club bianconero.
Sin embargo, a principios de la década, los veteranos Haller y Altafini seguían siendo la referencia principal del conjunto, junto a Dino Zoff. Los Scudetti se sucederán, pero la Copa de Europa seguirá siendo esquiva. La Juve es brutalmente dominada por el modernísimo Ajax en la final de 1973, quizá no en el marcador, pero cuando uno ve el partido es como si los dos equipos jugasen a deportes diferentes.
Giovanni Trapattoni y la conquista de Europa y el mundo (1976-1986).
Tras el interregno de Carlo Parola, aparece en esta historia la figura de Giovanni Trapattoni, un joven técnico de 37 años, ex internacional y cuya carrera como jugador y entrenador había transcurrido en el Milan.
Trapattoni recogió a los jugadores de los que hemos hablado anteriormente ya maduros y además fue añadiendo a otros jóvenes como Claudio Gentile, Antonio Cabrini y Marco Tardelli. Y poco a poco construyó una Juventus aguerrida –a imagen y semejanza de su entrenador-, pero con grandes jugadores capaces de jugar un fútbol ofensivo arrollador en ocasiones. Además, su primer año se corona con la victoria en la Serie A en un duelo emocionante contra un Torino que resurgía de sus cenizas –tras Superga y luego tras la muerte de Gigi Meroni-.
Además, el equipo se plantó en la final de la Copa de la UEFA, donde se enfrentó a un gran Athletic de Bilbao. Con la base formada por Zoff en la portería, Cuccuredu, Morini, Scirea y Gentile en defensa, Benetti, Furino y Tardelli en el medio, y Causio, Boninsegna y Bettega en el ataque. Básicamente podríaPese al gran partido del Athletic en San Mamés, la Juve levantó su primera UEFA ser la selección italiana al completo. Especialmente la presencia del veterano Boninsegna en el centro del ataque añadía un verdadero cazagoles al equipo, y la presencia de Benetti y Gentile aseguraba dureza en casi cualquier punto del campo. Ambos eran auténticos perros de presa, el primero un mediocentro capaz de abarcar muchísimo terreno, durísimo, casi sanguinario, y el segundo un excepcional marcador que jugaba siempre en el límite del reglamento. Tardelli, que ya en aquel momento era un fantástico box to box marcó el gol de la victoria juventina en el Comunale. En San Mamés, el Athletic jugó un partido excepcional, con un fútbol de alto nivel, especialmente por parte de Irureta, Chechu Rojo y Churruca. Este último y Carlos remontaron el tanto inicial de Bettega, pero no fue suficiente para evitar que la Juve levantase, al fin, su primer título europeo.
Con la misma base más el fichaje del joven Virdis la Juve ganará un segundo Scudetto consecutivo y alcanzará las semifinales de la Copa de Europa, donde el Brujas de Ernst Happel le superará, en una eliminatoria marcada por el excepcional duelo de líberos entre Scirea y el austríaco Eddy Krieger.
Será tras el Mundial de España, cuando el club recibirá el último impulso hacia el máximo título europeo. El mercado de extranjeros se había abierto un año antes –la Juve había fichado a Liam Brady, que el año anterior les había apeado de la Recopa con el Arsenal-, pero tras la Copa del Mundo, el club bianconero rompió el mercado. La Juventus llevaba siendo base de la selección italiana durante 6 años, así que ahora tenía un equipo cuya columna vertebral era el equipo campeón de España 82. El veterano Dino Zoff, Gentile, Scirea, un Cabrini que se había convertido en un lateral izquierdo de élite, Tardelli y Paolo Rossi, el hombre del momento en aquel año 82. A estos se añadieron Michel Platini –del Saint Ettiene- y Zbigniew Boniek –del Widzew Lodz-, dos de los jugadores más destacados de aquel Mundial español. Dos hombres que rellenaban perfectamente los puestos más débiles del equipo y aseguraban que la sucesión de un veterano Bettega, que seguía en el equipo, fuese menos traumática. Había que asaltar Europa, y los siguientes 3 años verían a una Juventus, por fin, dominante en el continente.
La Copa de Europa de 1983 vio a la Juve avanzar rondas eliminando al Hvidovre danés, al muy buen Standard de Lieja de Raymond Goethals, el campeón Aston Villa y al ex equipo de Boniek, el Widzew Lodz en semifinales. El partido de ida contra los polacos es, seguramente, el último gran partido de Roberto Bettega, que marca un gol y anuncia que a final de año se irá a los Estados Unidos para jugar en la NASL con el Toronto Blizzard. La película parecía que iba a tener un final increíblemente bello para Bettega y el veteranísimo Zoff, disputando una final de Copa de Europa en la que eran muy favoritos ante el Hamburgo, campeón alemán.
Esa final de Atenas es una pesadilla para la Juventus. Jugando con su equipo de gala, Trapattoni es totalmente superado en la pizarra por Ernst Happel (otra vez). El zorro austríaco, con un sencillo cambio, moviendo a Lars Bastrup desde la izquierda a la derecha, destruyó el sistema Juventino. Gentile era el hombre para marcar al danésHappel comenzó a ganar la Copa de Europa con el cambio de Bastrup, que despistó a Gentile y, como era habitual, le seguía por todo el campo, partiendo desde su posición de lateral derecho. El caso es que, en lugar de cambiar el marcaje, Trap lo mantuvo, dejando un horrible agujero en la banda derecha de la Juve y creando un auténtico atasco en el perfil izquierdo. Tardelli se pasó la final cubriendo las ausencias de Gentile –incluso cuando Bastrup se fue lesionado-, dejando el centro del campo a merced de Felix Magath, Jürgen Groh y Jürgen Milewski. Por la zona que Gentile dejaba libre llegó el único gol del partido, por parte de Magath. Con Boniek volviéndose loco junto a Bettega en tierra de nadie, y Platini y Rossi desaparecidos, la final no pudo ser más triste. Tanto como había sido comparado con Di Stefano, el último partido de Bettega se pareció mucho al de la Saeta en aquella final contra el Inter. Tristeza inmensa, leyendas saliendo en la penumbra y tiempo para volver a empezar.
La final de Atenas ante el Hamburgo era su segunda derrota en una final de Copa de Europa.
Al año siguiente, con un nuevo portero en la figura del espectacular guardameta del Avellino Stefano Tacconi –difícil desafío el suyo-, la Juve mantuvo un espectacular pulso con la Roma en Italia y ganó la final de la Recopa al Oporto en Basilea, con goles de Boniek y Beniamino Vignola, el hombre que ocupaba el puesto de Bettega. Segundo título europeo. Faltaba el premio gordo.
La temporada siguiente, 1985, vería un mano a mano que mediría a la Juve, confirmada ya como el aspirante número uno al cetro europeo, y el rey del continente durante los últimos 6 ó 7 años. El Liverpool venía de ganar 4 Copas de Europa desde 1977 y llevaba más de una década acumulando títulos europeos. Ya en enero los juventinos ganaron la Supercopa Europea a los reds merced a un doblete de Boniek.
La primera ronda fue un paseo ante los finlandeses del Ilves, aplastados por 6-1, misma historia con los suizos del Grasshoppers. En cuartos de final una tarde afortunada de Rossi, Boniek y Briaschi en el ataque sirvió para liquidar al Sparta de Praga. Fueron las semifinales las que presentaron el mayor desafío de todo el torneo para el equipo de Trapattoni. El campeón francés, el Girondins de Burdeos dirigido por Aimé Jacquet, era el genuíno representante del fútbol champagne a nivel de clubes. Venían de eliminar al Athletic, el Dinamo de Bucarest –que había sido semifinalista hacía poco- y el Dnipro soviético. Era un equipo magnífico, con un centro del campo donde aparecían Jean Tigana, Alain Giresse, Fernando Chalana y Gernot Rohr, que además tenía a los internacionales Patrick Battiston, Thierry Tusseau y René Girard en defensa y el alemán Dieter Müller y Bernard Lacombe en el ataque.
En la ida en Italia, la Juventus desplegó todo su potencial, casi sentenciando la eliminatoria con un inapelable 3-0, liderada por Michel Platini, imperial durante los 90 minutos, autor del tercer gol. Briaschi y el omnipresente Boniek, un jugador realmente clutch, habían marcado antes. Parecía todo liquidado, pero quince días después, el Parc Lescure fue una caldera y, al igual que habían hecho los juventinos ante su público, los franceses mostraron toda su magia, todo el potencial del fútbol francés de la época. Dieter Müller y Battiston pusieron un 2-0 que asustó a toda la parroquia bianconera. A pesar del mal trago del partido en Francia, la Juve viajó a Bruselas para medirse al Liverpool en la final. Lo que allí pasaría es un buen ejemplo de una frase que seguramente pasase desapercibida al principio del artículo: ganar a cualquier precio.
Había ya dudas sobre la seguridad del estadio bruselense, y más con la presencia de los hooligans ingleses. Se intentó que hubiese aficionados belgas entre ambas aficiones, pero fue imposible. Así, lo que prometía ser un partido apasionante entre dos estilos muy marcados representados por los dos mejores equipos de EuropaLa Juventus ganó en Heysel su primera Copa de Europa bajo el peor marco posible, se convirtió en una de las mayores tragedias de la historia del fútbol. Quizá no la que más muertes provocó, pero sí la que más expuesta estuvo a los mass media. Heysel se tornó en un campo de batalla, en el que las avalanchas de aficionados provocaron la muerte de 39 tifossi italianos. Aunque parezca increíble, el partido se jugó. Las autoridades argumentaron que era la mejor manera de mantener tranquilas a las aficiones, y lo que siguió fue la final más abominable de la historia de la Copa de Europa. Un partido con cero fútbol y decidido con una decisión arbitral muy polémica. Boniek, corriendo al contraataque fue zancadilleado metro y medio fuera del área, pero cayó dentro. Y el árbitro no dudó, como tampoco lo hizo Platini para marcar el único gol del partido. Existen muchas leyendas y comentarios acerca de todo lo sucedido. Incluso la celebración de Platini es aún criticado por sus adversarios, a pesar de que él dijo que los jugadores no sabían nada de lo ocurrido en relación a las muertes. Fue el broche a uno de los partidos más tristes y uno de los episodios más lamentables de la historia del fútbol.
La prueba de que la victoria no siempre sabe dulce, incluso cuando llevas esperando 30 años para probarla. «Ese trofeo no significa nada para mí», declaró Paolo Rossi. Afortunadamente, la redención para la Juve, el dulce sabor del que hablábamos, llegó al final de año, cuando la Vieja Señora conquistó el mundo en la más bella de las finales en Tokyo, ante Argentinos Jrs.
@TheOffsideLook 10 abril, 2013
Como gran aficionado de la Juventus, te doy las gracias, Sergio, por este gran artículo. He nacido demasiado tarde para poder presenciar o recordar estos momentos, y es un placer descubrirlos exhaustivamente aquí. Así que gracias!