Durante más de diez años, el Deportivo de la Coruña fue uno de los principales protagonistas de la denominada «Liga de las Estrellas». Sin embargo, los tiempos cambiaron, los objetivos poco a poco fueron siendo diferentes y, al final, el conjunto deportivista descendió en 2011 a la siempre complicada Segunda División. Sólo la sufrieron un año pues, liderados por Oltra, lograron el ascenso con récord incluido. Pero el carácter competitivo y pragmático de ese equipo se fue perdiendo por el camino y, con el objetivo del milagro, llega ahora Fernando Vázquez. Para conocer mejor la situación del Dépor charlamos un gran rato con Miguel Piñeiro, coordinador de deportes de la web de La Voz de Galicia.
– Cuando el Deportivo de la Coruña bajó hace dos años, creo que todos sentimos que, de alguna manera, se cerraba de forma definitiva un ciclo de nuestro fútbol. Y es que, durante esa etapa entre principios de los 90 a mediados del 2000, el Depor fue uno de los grandes protagonistas de la Liga.
Nosotros también lo pensábamos, si te soy sincero. La sensación que quedaba, sobre todo el día del descenso, fue de que se cerraba una etapa, de que se acababa una época. ¿Qué lo salvó? ¿Qué hizo que rebotase? El apoyo de la gente, básicamente. El Dépor no se podía permitir pasar más de un año en Segunda por motivos económicos, y la gente tomó mucha consciencia de que debía ser una temporada de paso. Anímicamente levantó a la ciudad, levantó al equipo, levantó al club como institución, le obligó al club a no relajarse, a no ser condescendiente con el descenso, a no tomarse las cosas con calma… y le hizo darse cuenta de que la situación era realmente dramática.
– ¿Cómo interpretó la afición ese descenso? Las consecuencias de bajar para un club como el Dépor son dramáticas, como dices, pero… ¿la gente lo tomó como un paso atrás para dar dos hacia adelante?
Con el descenso no creo que hubiese una perspectiva de club. No creo que en ese momento nadie pensara eso, pero sí que fue como una especie de rearme social de la afición. El deportivismo venía de unos años donde la asistencia al estadio había bajado mucho, pero ya en los últimos meses de la temporada en la que se descendió la gente se dio de que la cosa estaba un poco mal y el estadio se volvió a llenar. En Segunda fue un espectáculo, fue realmente tremendo. Riazor estuvo lleno casi siempre. Entonces, yo no creo que hubiese una concepción a medio plazo de «vamos a hacer algo para luego dar dos pasos hacia adelante», porque realmente la sensación que se tenía es que en Primera se iba a pasar mal por temas deportivos, ya no sólo por otras historias.
– Riazor, como estás comentando, lleva desde aquellos meses finales de la temporada 2011 con un gran ambiente. Cuando el equipo sufre, la afición responde, ¿no? ¿Tú crees que la afición acudió a una llamada de auxilio después de varias temporadas de media tabla en las que se había adormecido?
Hay un poco de eso en el fútbol, ¿no? Es un fenómeno un poco extraño, pero muchas veces cuando los equipos están en más dificultad, que suele coincidir con que juegan peor, nunca es casual, la afición va más al fútbol. Es un compuesto… no quiero decir masoquista, pero es así. Lo vimos todos con el Atlético de Madrid cuando bajó a Segunda y pasó igual con el Dépor en la temporada del descenso. Esa especie de rearme cuando el equipo va tan mal que hace que la gente vaya más al estadio es una de las cosas más inexplicables del fútbol, pero lo cierto es que ocurrió.
Veníamos de unos años de apatía que empezaron con Caparrós y que también se produjo con Lotina, aunque con ciertos vaivenes. Con Caparrós el estadio se vació, pasando de tener 25.000 personas a 10.000 a veces, lo cual era muy triste. Con Lotina hubo momentos parecidos. La afición fue respondiendo más o menos a eso, pero lo que pasó a partir de las últimas semanas en Primera en 2011 no tiene muchos precedentes en la historia del club. Y es lo que, realmente, le ha dado vida. Todo lo demás parecía que se descomponía y lo único que permanecía era la gente.
– Al final, el Dépor no sólo pasó únicamente un año en Segunda, sino que, además, el equipo mejoró todas las expectativas posibles rompiendo varios récords. Ojo, que hacer esto en nuestra Segunda División ya es complicado, pero encima hacerlo el año siguiente al descenso tiene mucho mérito.
Hay que poner varias cosas en cierta perspectiva. La temporada del Dépor en Segunda, sobre el papel, es increíble, es alucinante. No sólo bate un récord, bate varios: victorias consecutivas, goles marcados, puntos… ¿Qué pasa? Pues que tiene más mérito todavía si se tiene en cuenta que no empezó tan bien como se pinta. El Dépor, cuando pierde en Alcorcón en aquel famoso partido del 4-0, que fue un golpe de atención terrible, estaba incluso fuera de los puestos de playoff. Y no era la jornada 3, precisamente. El equipo tenía que ponerse las pilas y así lo hizo. Fue un huracán.
Y cuando digo que hay que ponerlo en perspectiva es tanto para lo bueno como para lo malo, porque hay que darse cuenta de que la plantilla del Dépor ese año costaba casi 50 millones de euros…
– Era una plantilla que, o ascendía, o no iba a poder tener continuidad, ¿no?
Exacto, ese proyecto en Segunda no era posible: triplicaba al segundo equipo más caro de la categoría. Era un proyecto que te hablaba de la necesidad absoluta e imperiosa de que ese año el Dépor volviera a Primera. ¿Por qué? Pues ahora tenemos las respuestas con todo lo que ha pasado, con el concurso de acreedores y el problema económico que tiene la sociedad. Era un ascenso casi más necesario desde el punto de vista institucional que desde el deportivo, que ya lo era mucho. Y el equipo respondió de una manera increíble, pero había que tener en cuenta que había jugadores que estaban muy por encima. Se está viendo incluso ahora, por ejemplo, con Guardado. Este año digamos que tiene un papel secundario en el Valencia, pero seguramente el año pasado fue el mejor jugador de la categoría. Y en el propio Dépor también hay otros ejemplos, como el propio Bruno Gama, que fue determinante en muchas fases de la temporada y que ahora está acusando el salto de categoría.
– Entrando ya más en el aspecto futbolístico y dándote un poco mi apreciación personal, creo que, pese a que Oltra siempre ha sido definido con razón como un técnico ofensivo y con cierta vocación por tomar riesgos, su Deportivo era un equipo que, por encima de todo, competía muy bien. Nunca parecía peor que el rival. Empezando por su defensa, que no te concedía nada, y terminando por su ataque, que necesitaba muy poco para desequilibrar el marcador con jugadores como el propio Bruno Gama.
El Dépor de Oltra nacía con la idea clara de su entrenador. Fue un técnico con mucha personalidad, que llegó aquí dejando las cosas muy claras de lo que quería, y que siempre hablaba del modelo. Todas sus decisiones e intervenciones se resumían básicamente en tres conceptos: el modelo, la propuesta del equipo y su personalidad. Fue un equipo muy ofensivo y que siempre iba de cara con todo, a veces incluso demasiado. El Dépor tuvo problemas en partidos en los que, por ejemplo, se ponía por detrás en el marcado, que no fueron muchos, pero los hubo. Ahí Oltra, con ese ímpetu y esa valentía que le quería imprimir al equipo, a veces hacía cambios que descompensaban. Quitaba muy pronto (minuto 60) a un defensa para introducir a un delantero, y eso al equipo le rompía en ocasiones.
El Dépor era muy superior muchas veces, pero en otras ocasiones a rivales pequeños les permitía opciones de hacerles daño, sin necesidad, porque iba con todo. Y esto, a veces, lo pagó. De hecho, este fue el motivo de que, aun con todos los récords, hasta la penúltima jornada, en un partido en el que empezó perdiendo, no tuviera el ascenso en la mano. Por eso digo que el Dépor de Oltra ya anticipaba algunos defectos que luego en Primera, claro, con el salto de categoría, se quedaron más evidenciados. Sobre todo es eso, que el equipo se partía demasiado. En Segunda si tu equipo se parte, la calidad de tu plantilla, que es mayor que los rivales, lo compensa, lo que también se une a que los delanteros rivales no tienen tanta calidad, pero eso en Primera te cuesta más goles.
– Veo que señalas ya el tema obvio, el tema de la defensa. La impresión, y los números así lo confirman: es que el Dépor es superado con demasiado frecuenta y goleado con demasiada facilidad, ¿no? Es verdad que ya no están Morel ni Colotto, que fueron jugadores importantes, pero es que Oltra ha seguido manteniendo la defensa muy adelantada. ¿Fue ese su gran lunar?
Es que no es un problema de la defensa en sí, de la línea de cuatro, como de esquema del equipo. El conjunto de Oltra era muy permeable por las bandas, porque su 4-2-3-1, que rara vez modificó, exige a Bruno Gama y a Pizzi, antes a Guardado, mucho trabajo. Claro, en Segunda, como te digo, esos jugadores marcaban diferencias y en Primera no las marcan tanto, con lo que, si no trabajan como deben atrás, el equipo se resiente. Guardado sí que era un jugador que, además de ser muy determinante, tenía una capacidad de desgaste increíble, que es lo que le permite jugar de lateral ahora. Su desgaste ayudaba, pero a Pizzi ya se le ha criticado por no ayudar y Bruno Gama tampoco es muy solidario en ese aspecto. Y el equipo se parte, se parte porque su vocación es ir arriba con esos dos hombres más Valerón y Riki, incluso añadiendo a alguno de los mediocentros, como Abel Aguilar, que suele descolgarse bastante… y, claro, luego volver para atrás muchas veces le cuesta.
– Exacto, porque además de que los extremos no retornan mucho, da la sensación de que el centro del campo, los dos mediocentros, muchas veces se quedan entre dos aguas. Dudan entre ese presionar hacia adelante, que seguramente era la idea inicial, o recular, que es lo que te pide el cuerpo con esa defensa. Y, claro, al final la defensa no te digo que esté en inferioridad numérica, pero sí en desventaja.
Sí, es cierto que muchas veces la defensa se ve desbordada. El paradigma del Dépor en defensa se puede explicar viendo el partido del Sevilla. ¿Quién hace los goles al Dépor en Sevilla? Medel. Eso indica que nadie sigue a esos jugadores desde atrás. Oltra, desde Segunda, ya hablaba de su modelo, pero pronto metió la pata cuando, al principio de la temporada, lo corrigió porque los resultados no eran los esperados. Que también había cierta presión, eso hay que reconocérselo. La afición esperaba que el Dépor mandase desde el principio y, cuando los resultados eran mezclados, ni buenos ni malos, llegó lo de Alcorcón y algo cambió.
Se esperaba que fuera un equipo dominador, pero siempre dio la impresión de que era algo lanzado de más. Además, era impreciso. Él no quería ser el Madrid, él quería ser el Barça, sólo que sus mimbres eran más para ser el Madrid. Me explico: el Dépor quería mandar, pero lo que el cuerpo le pedía era un intercambio de golpes por las características de sus jugadores. Y muchas veces en Segunda el equipo se convirtió en eso, más que mandar desde la asociación y un fútbol posicional, era un torbellino en ataque. Eran jugadas rápidas, muchos disparos a puerta, acabar rápido las jugadas… y eso provocaba que, a veces, se expusiera, que era de lo que hablábamos.
– En esa evolución del Dépor en Primera, sobre todo tras el cambio de entrenador, se va cayendo Juan Domínguez. Por cómo había jugado en Segunda, personalmente creía que podría hacerlo muy bien este año. ¿Puede ser que se lo haya tragado la inercia negativa del equipo o es un tema individual?
Nosotros también pensábamos que rendiría muy bien. Creo que el problema de Juan Domínguez, desde mi punto de vista, es que no acaba de estar muy definida cuál es su posición. Es una especie de mediocentro, pero demasiado liviano para la contención; es medipunta, pero un poquito lento para girarse y encarar a puerta, no tiene excesivo gol… Aun así, claro, es un jugador que si mañana viene un aficionado al fútbol de Suecia y no tiene ni idea de lo qué es el Dépor ni quién juega, va a un entrenamiento, lo ve y se enamora. Es un jugador que entra por el ojo rápidamente porque lleva la cabeza erguida, protege muy bien el balón, se gira con ella que es un primor…
¿Qué está pasando? Más que devorarle la presión de Primera y del regreso, es la urgencia de los resultados. Cuando el Dépor empezó a perder después de un arranque más o menos bueno (1 victoria y 4 empates seguidos), la evidencia era que el equipo defensivamente no se sostenía. No ya por la defensa, sino por algo colectivo. Y él fue la pieza más fácil en caer.
– ¿Crees que por todo esto la directiva trae a Domingos Paciencia, un técnico con la fama de construir bien los equipos de atrás hacia adelante?
No, sinceramente no. Lo triste de la situación, de la planificación deportiva de esta temporada, es que da la sensación de que no la hay. Supongo que por la muy complicada situación económica del club, que ya lo era antes de la intervención concursal.
– Lo que es cierto es que su debut contra el Málaga fue impresionante. Vimos a un equipo muy intenso, que cerraba muy bien por fuera, que volvía a salir con muchísimo vértigo a la contra… y todo esto, sólo, entre comillas, con la novedad de André Santos por Valerón. Sin embargo, podemos decir ya con toda seguridad que lo de Málaga fue un espejismo…
El gran mérito… es complicado de hablar del gran mérito de un entrenador que hizo lo que hizo, porque se fue. Pero, por así decirlo, el punto a favor que le vamos a dar a Domingos en su etapa en el Dépor es que venía con un plan claro. Tan claro, tan claro, tan claro, que nadie se planteó la idoneidad de que marginara a Valerón y a Juan Domínguez. La gente estaba tan necesitada de que el equipo reaccionase y tuviera a algo a lo que atenerse de verdad, en plan «si nuestro equipo tiene que ser defensivo, al menos que venga un entrenador que tenga un plan claro y ponga las cosas estrictas sobre el papel». Y después paso lo que pasó, que es la evidencia de que el Deportivo, además de problemas estructurales que pueden ser corregibles, tiene un problema de calidad individual bastante importante.
Domingos quiso abrigarse y no le salió del todo bien, porque siguió encajando goles y tuvo unas dosis importantes de mala suerte. Además, es cierto que su llegada coincidió con el tema extradeportivo, que yo también creo que eso destebilizó un poco al equipo. Él intentó un plan muy claro, sólo que no le salió bien. Y como no le salió bien, no tenía margen de respuesta. Volver al plan anterior no era una solución, y la derrota con el Granada 0-3 fue definitiva. No sé que se le pasó por la cabeza pero dijo que aquí no podía hacer nada, que era demasiado difícil y se fue.
– Llegados a este punto, con todo este recorrido hasta el fichaje de Fernando Vázquez como entrenador, queda preguntarse dos cosas bien distintas: ¿a qué puede jugar el Depor? ¿Y a que debe jugar el Depor estando donde está?
La llegada de Fernando Vázquez ha generado un debate futbolístico bastante interesante. Viene a decir que, ya que estamos aquí, en esta situación, vamos a intentar hacer algo con nuestras vidas, por así decirlo. Vamos a intentar ser un equipo de fútbol. Fernando Vázquez tiene que ser muy consciente de que defensivamente su equipo es una «madre». Justo esta semana miré un dato sobre las alineaciones del Dépor en defensa y salía que hay muy pocos partidos donde hayan repetido los mismos nombres en la línea de cuatro, ya sea por lesiones, sanciones o fichajes de invierno.
Yo creo que es consciente de eso y quiere intentar algo nuevo, que es que su equipo presione más arriba, que esté más junto en esa presión. Además, sustituyó a Evaldo por Ayoze, creemos que ya de manera permanente, que era uno de los problemas más increíbles y más palmarios de la historia del Dépor reciente. Se trata de competir un poco, porque ya está casi todo perdido. La distancia cuando Fernando Vázquez llegó no era tan grande -ahora lo es más-, pero es peor la sensación que deja el equipo, que no la posibilidad real y matemática de salvarse.
– El otro día, tras el partido frente al Madrid, escuchaba a Fernando Vázquez decir que lo que quería era que el equipo fuera un bloque. Ya daba igual que fuera un bloque más retrasado (como el visto ese día) o un bloque que vaya a buscar más arriba (como el Zaragoza o el Betis), pero que lo fuera.
Él quiere que se compita en ese sentido: que el equipo no sea tan largo, no tenga esas distancias tan grandes que, a veces, sucedían en etapas anteriores, e intentar ser arriba el equipo dinámico e incisivo que fue, incluso, en sus peores momentos. El Dépor siempre ha tenido cierta capacidad para generar ocasiones de gol a los rivales.
– Una máxima del fútbol es que, cuanto más arriba recuperes, más cerca del gol vas a estar. Y el Dépor contragolpea muy bien. Pizzi&Gama son muy agresivos con balón, Riki está haciendo un temporadón tremendo y, si se le recupera, Valerón a un toque sigue siendo delicioso.
La figura de Valerón es muy interesante porque con Oltra se recuperó su simbolismo en el campo, que había estado un poco postergado, pero a lo largo de la temporada, que él empezó genial y fue decisivo en varios partidos que ayudaron para que el Deportivo sacara buenos resultados, con el estilo de juego de Oltra y ese Dépor tan vertiginoso, tanto para lo bueno como para lo malo, se fue difuminando. Era demasiado ritmo para él. Y ahora, con Fernando Vázquez, contra el Madrid volvió a estar a un nivel muy alto, que tampoco es muy habitual, y yo creo que es lo que el técnico también puede intentar: juntar al equipo, tanto para estar bien atrás, como para presionar muy arriba. Además, cualquiera de los dos escenarios a Valerón le viene bien porque si se recupera la pelota arriba tiene un toque élite de la Liga, y si se juntan atrás y el equipo está más sólido, pues puede tener un poco más la pelota.
Los mimbres de la plantilla tampoco son muy allá, tiene un déficit de centrocampistas. Bruno Gama y Pizzi, por no decir Salomao, son delanteros, su espíritu es otro. Y centrocampistas de toque pues… es que no hay. Tienes a Juan Domínguez, que lleva mucho sin jugar un partido completo; André Santos, que es un fiasco importante, y después el resto tienen un perfil diferente. Abel Aguilar es de ida y vuelta; Bergantiños es un todoterreno, pero tampoco es un futbolista de toque; Assunçao es un pivote posicional, así muy gris y funcionarial… Entonces, tampoco puede proponer un juego que no sea muy distinto, porque no tiene más para mezclar.
– El año pasado, el Zaragoza en la jornada 26 también estaba a 9 puntos de la permanencia, las sensaciones también eran muy malas, no sé si te acuerdas de Manolo Jiménez en la sala de prensa de La Rosaleda… y, al final, lo lograron. La pregunta es obvia, Miguel: ¿ves al Deportivo capaz de salvarse?
Si me lo preguntas el sábado a las 21:00 te respondo. (risas)
– Es que, con el calendario complicado que se avecina y la gran distancia que hay, el partido frente al Rayo Vallecano debe ser victoria sí o también.
Es el partido que ya marca definitivamente la frontera del milagro y del no milagro. Después vas a Barcelona, que lo normal es que pierdas, luego tienes el derbi en casa, que no quiero ni pensar cómo puede ser, y tras eso vienen una serie de partidos con rivales directo como el Mallorca o el Zaragoza. Vamos a ver, lo que transmite el equipo es que le cuesta, le cuesta mucho. La diferencia con el Zaragoza del año pasado pues… no sé, llegó un entrenador con una idea muy clara y le trajeron una serie de jugadores que le salvaron un poco el cuello. Si los trajeran mañana no estaría todo solucionado, pero es que el Dépor trajo a Kaka y a Assunçao.
– Hablaba estos días con dos buenos amigos deportivistas sobre lo que supone el descenso y ellos me comentaban lo importante que es Juan Carlos Valeron en el futuro a corto plazo de la institución. No ya tanto en lo deportivo, como en lo social y en lo anímico. ¿Él es el símbolo que puede mantener a la afición unida? Porque si así sucede, conseguir que el club salga a flote es más fácil… o menos difícil, vaya.
Valerón, en los últimos años, a parte de su persistencia por jugar al fútbol a pesar de todo lo que le pasó y de los años que tiene, tiene otra faceta muy importante. Para mí, su paulatina conversión en capitán ha sido casi tan interesante como verlo jugar. Es decir, tú oyes hablar a Valerón y por su forma de ser, por cómo es, por ese aspecto bonachón, por lo ingenuo que parece, crees una cosa que luego no es. Él ha asumido el papel de representar al Deportivo. De hecho, pese a los rumores de los últimos meses fruto del teórico enfado de Valerón con la directiva por la marcha de Oltra, parece que Juan Carlos va a seguir vinculado al club una vez se retire.
Y es que es una institución viva, la institución viva del Deportivo. Ha sido como una especie de ancla entre la época dorada de las grandes gestas y la de las dificultades del presente. Y siempre con la misma cara, con el mismo gesto, con el mismo temple. Cuando todo parece que va mal, cuando todo se cierne contra el Deportivo, siempre sale él a rueda de prensa y dice «no… estamos todos tranquilos, estamos todos bien, la gente tiene que seguir…», que es lo de siempre, sí, pero tiene un efecto balsámico sobre la gente. Le cree. La gente lo ve a él y ve la historia del Deportivo en el campo. Ya no está Fran por desgracia, que está como apartado de la vida del club, y no hay otros jugadores históricos, pero está Valerón. Y Valerón es como Casillas para el Real Madrid… pero más, porque ahora la afición lo está pasando mal y él sigue ahí.
– Miguel, tocayo, ha sido un gustazo charlar contigo. En «Ecos del Balón» tenemos una microcomunidad deportivista muy activa y muy implicada en todo, pero estos días están un poco menos participativos de lo normal. Seguro que esta charla les encanta, les anima y, bueno, si llega la victoria contra el Rayo… pues ya sabes, ganar todo lo cura.
En el partido del Rayo la gente se va a volcar, es muy consciente de que es la gran final que se tiene. O la primera de las grandes finales, vaya. Y, sobre todo, porque hay que llegar con vida al derbi contra el Celta. A parte de que es un rival directo, un resultado negativo contra el Celta en el partido que casi te da la puntilla… ya sería un golpe demasiado duro. Riki lo decía: «todo lo que se diga para calificar el partido del Rayo es poco». Y es la realidad. Es el partido que marca la frontera entre el creer y el no creer. Eso sí, suceda lo que suceda, ya sabes, aquí estamos para cualquier cosa.
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Referencias:
twitter.com/migpineiro
Kundera 1 marzo, 2013
Ojo con Abel Aguilar. Al chico lo vi por primera vez hace 18 años compitiendo en la categoría sub 20 siendo el 5 de un equipo de interiores y laterales largos y un 10. Y dos años después en las mismas, pero más acentuado porque los laterales eran más largos y los interiores más ofensivos, salvo cuando jugaba Valencia en derecha. Y ha jugado de 5 cierre casi toda su carrera. Y sí, tenía talento para ir adelante y marcar, especialmente cargando área o zona de remate, llegando cuando el equipo había metido al rival muy atrás.
Que no se cometa el erro de estigmatizarlo como un interior o un 5 de vuelo. Abel Aguilar nació capataz del vértice defensivo del mediocampo y así está jugando en Colombia.