«En Canarias, desde que eres pequeño, si no eres estético, si no eres técnico, parece que quedas señalado». Estas palabras únicamente pertenecen a Toni Ruiz, actual mano derecha de Mendilibar en Osasuna y otrora técnico de las categorías inferiores de la UD Las Palmas, pero la sensación que describe es compartida por todo aquel que ha dado un par de patadas a un balón en, especialmente, la provincia de Las Palmas. No es de extrañar, por tanto, que sus futbolistas tengan denominación de origen. Técnicos, habilidosos y elegantes, así son. Y si no, pensadlo. Da igual de ayer (Jorge Larena y Guayre) o de hoy (Rubén Castro y Nauzet Alemán), con más (Silva y Viera) o menos (Momo y David González) nombre, todos comparten la misma forma de sentir el fútbol porque así se lo enseñaron. Un deje cultural en el que, como reflexiona Toni, influyen varios factores: «En Canarias el clima te permite jugar en la calle once meses, por no decirte los doce. Además, todavía se sigue jugando en las plazas o en la playa, que es lo que hace que el futbolista canario sea técnicamente muy bueno». Ese fútbol de barrio, ese fútbol canchero de callejuela y asfalto, añade un matiz al cocktail: la pausa. Más presente en unos que en otros, lo cierto es que «allí nadie tiene miedo a pararse y estar dos o tres segundos con el balón». Así están seguros, cómodos, en lo cierto. Lo saben y no necesitan pensarlo. Es una certeza que unos «diablillos» ganaron hace ya muchos años y, desde entonces, ellos han heredado con tanta naturalidad como su acento. Sin su hazaña, Juan Carlos Valerón, el mejor símbolo posible de la forma que tienen de entender este bendito deporte, no sería el mismo jugador que todos conocemos. Hubiera sido imposible que sintiera como siente y, por ende, jamás habría podido jugar como juega.
La generación juvenil que revolucionó a toda una provincia
La hazaña de los «Diablillos Amarillos» se remonta a 1962, año en el que la selección juvenil de Las Palmas se proclamó campeona de España por primera vez en su historia. Un éxito que no se puede contemplar con ojos de aficionado al fútbol en 2013, porque no tendría sentido alguno. Hace 50 años el fútbol era muy diferente, sobre todo a nivel cultural y estructural. En aquella época, no resultaba nada extraño que futbolistas en edad juvenil protagonizaran fascinantes leyendas que, aún sin haber debutado en la élite, ya conocía toda la ciudad. Era lo normal. La afición acudía en masa a los partidos de los más jóvenes y, evidentemente, cuando llegaba el campeonato de España por regiones, el fervor se disparaba. De esta manera se puede comprender que los «Diablillos Amarillos» jugaran sus partidos ante 30.000 espectadores y que, posteriormente, su victoria paralizara la ciudad como jamás ha vuelto a suceder.
En principio, a esta generación le faltaba «la estrella» que otros años sí que había tenido.
Santiago; Rafael, Paco, Mújica; Lasso, Oscar; Oramas, Martín, Germán, Lolín y León. De carrerilla y sin dudar, éste era el once que todo futbolero de la provincia recitaba durante 1962. La leyenda de este equipo comenzó a edificarse en la primera ronda del campeonato,Los «Diablillos» no sólo hicieron historia por su triunfo, sino por el fútbol desplegado cuando, con un brillante 5-2 en El Insular, lograron remontar el 3-1 que les había endosado en la ida su bestia negra, la selección tinerfeña. Con Germán como goleador y estrella, los «diablillos» conseguían llegar a la final tras derrotar a Cantabria y Andalucía. El éxito ya era mayúsculo, pero aún quedaba la gran cita ante la selección de Castilla con Grosso como líder. Aquel 1 de mayo, los 20.000 espectadores que asistieron a La Condomina quedaron obnubilados por el espectacular fútbol de los «Diablillos Amarillos». Toque, ataque y gol. De forma brillante e imparable, los canarios se impusieron por 5-3 con doblete de Germán y toda la provincia abandonó la radio para salir a la calle. Lo que sucedió en las horas y días posteriores, resulta más complicado de explicar. Antonio de Armas, historiador oficial de la UD Las Palmas, detalla cómo desde su llegada al aeropuerto de Gando hasta su desplazamiento al centro de la ciudad, decenas de miles de aficionados invadían las cunetas e incluso la calzada para devolver el júbilo que aquellos jóvenes muchachos les habían provocado. Ya nadie les podría olvidar.
«Más que un equipo, lograron crear una auténtica familia. Antes y después de los partidos, durante los mismos, en el hotel, en el avión, de paseo, en el vestuario… Nos llevábamos de maravilla y eso permitió que pudiéramos explotar mejor nuestras cualidades», comentaba Paco años más tarde acerca del clima que habían generado Luis Molowny y Antonio Velázquez, los exitosos entrenadores de aquella prodigiosa generación. Por suerte para el fútbol de Las Palmas y de todos sus aficionados, la relación entre «El Mangas» y varios de sus jugadores no había hecho nada más que comenzar.
La mejor y más canaria UD Las Palmas de la historia
Con su llegada al primer equipo y el inexorable paso del tiempo, dos de aquellos futbolistas ganaron apellido y un sitio privilegiado en la historia de la Unión Deportiva Las Palmas. Germán pasó a ser Germán Dévora, máximo goleador del club y actual presidente de honor; y Paco se convirtió en Paco Castellano, el futbolista que más partidos ha defendido la camiseta amarilla en Primera. Sus carreras dibujan en paralelo y a la perfección la mejor etapa del fútbol canario, que llegó a tener a cinco representantes en la Selección, y de una UD Las Palmas que disputó de forma brillante varias Ligas al Real Madrid de Miguel Muñoz.
Sin embargo, los «Diablillos Amarillos» nacieron con la UD Las Palmas en Segunda División. Su incorporación al primer equipo fue progresiva, pero no sería hasta su regreso a Primera (1964/1965) cuando sus principales figuras (José Manuel León, Germán Dévora y Paco Castellano) se unieron al completo con Juan Guedes y Tonono, las estrellas de la generación inmediatamente anterior. En el primer partido de aquella temporada, el debut de estos cinco jugadores en la máxima categoría, el rival al que se enfrentaban era el Fútbol Club Barcelona. Lo complicado del oponente y la juventud de aquel equipo podían hacer presagiar lo peor, pero aquellos jugadores tenían algo mágico. El espectacular marcaje de Paco Castellano a Sandor Kocsis y los dos goles de Germán Dévora en el arranque del encuentro, dieron a la UD Las Palmas la primera victoria de las muchas que estaban por llegar.
Pese a no jugar como delantero nato, Germán siempre terminaba encontrando el camino del gol.
El equipo se asentó con cierta comodidad en Primera durante las tres primeras temporadas, superando con éxito las ausencias de varios de sus futbolistas a causa del servicio militar, importando aún más talento canario procedente de la vecina Tenerife y matizando su esquema hasta encontrar su composición ideal, pero todavía faltaba algo.Con Molowny, el equipo despegó y peleó la Liga 67/68 hasta el final con un gran fútbol El nombre que daba sentido a todo, la figura que ya había exprimido el tierno talento de estos jugadores, el padre futbolístico de aquella brillante generación. Faltaba Luis Molowny, «El Mangas». Con diez canarios en el once titular (Ulacia, el portero, era vasco como mandaba la tradición), la UD Las Palmas jugó un fútbol brillante durante toda la temporada 67/68. Aquel era un equipo virtuoso en lo técnico, comenzando por Juan Guedes, el motor que lideraba el centro del campo a bajas revoluciones con la espalda recta y un golpeo de balón exquisito. A su lado estaba el recién llegado Justo Gilberto, un todoterreno tinerfeño que, desde el puesto de interior derecho, daba sentido al sistema (un 4-3-3 con diferentes alturas) al combinar perfectamente su posición con la de los ofensivos Dévora, Gilberto, José Juan y León. Juntos tocaban, se asociaban y desequilibraban. Como una parsimoniosa melodía de piano, el equipo se gustaba lentamente con el balón en los pies hasta que el camino del gol se despejaba, algo que terminó sucediendo hasta en 56 ocasiones, récord del curso. Sin embargo, gran parte del buen funcionamiento de aquel equipo residía en la parte de atrás. Escoltados por Aparicio y Martín Marrero, la pareja canaria de centrales se convirtió en inexpugnable. Tonono fue reconocido como uno de los mejores líberos europeos, y Paco Castellano, además de imponer su poderoso físico y de ser un excelente marcador, aportaba una especial relación con el gol. Uno de ellos, el último del año, fue en el Bernabéu, donde Las Palmas se jugaba el título tras estar todo el año en las primeras posiciones. Llegaban a 4 puntos del Real Madrid a falta de dos partidos, pero una victoria volteaba el goalaverage y hacía viable el milagro. Con 1-1 en el marcador y los madridistas replegados, Martín Marrero disparó al palo. Ahí se esfumaron las opciones amarillas, pues poco después Pirri anotaba el gol que, de forma matemática, teñía el campeonato de blanco. Los de Molowny terminaban terceros con un cierto sinsabor por lo injusta de la derrota, pero a su magnífico año aún le quedaba una dulce recompensa.
La selección española estaba inmersa en la compleja fase de clasificación de la Eurocopa de Italia 68 y, para disputar unos amistosos previos, puso sus ojos en el fútbol insular. La convocatoria contaba con siete futbolistas originarios del archipiélago canario, lo que ya suponía un gran éxito, pero fue en Malmö, ante Suecia, donde obtuvo su justo reconocimiento cuando cinco de ellos (Tonono, Castellano, Guedes, Dévora y el zaragocista Santos) coincidieron al unísono sobre el campo. El resultado fue de 1-1 con un gol del propio Paco Castellano, pero lo histórico de aquel día quedó retratada en una foto para el recuerdo.
El bloque se mantuvo la temporada siguiente, el estilo se consolidó y las buenas noticias siguieron llegando. Tonono se hizo indiscutible en la Selección junto a Gallego, León se destapó como goleador con once tantos, Martín Marrero se asentó en el lateral… y, como consecuencia, el equipo volvió a estar muy arriba. En esta ocasión no pudo pelearle la Liga al Madrid hasta el final, pero ascendió un escalón y terminó como subcampeón. Un meritorio e histórico puesto que permitió a la UD disputar su primera eliminatoria europea ante el Hertha de Berlin, con quien cayó eliminado por la mínima. El Insular de Las Palmas era testigo directo de los hitos que estaba viviendo el club y los chicos que los protagonizaban eran aún increíblemente jóvenes, pero la desgracia golpeó por partida doble al equipo de Molowny.
Talento argentino como respuesta a la inesperada tragedia
Tres meses después de jugar su último partido, Juan Guedes fallecía el 9 de marzo de 1971 a causa de un cáncer de colon. Cuando dejó huérfano al vestuario, al club y a la provincia, el exquisito centrocampistaSu calidad, carácter y jerarquía convirtieron a Guedes en un jugador inmortal en Las Palmas canario únicamente tenía 28 años. Era demasiado pronto. Siempre es demasiado pronto. La mejor prueba de lo honda que fue su huella son las palabras que sus compañeros, años después, siguen dedicándole. «No he conocido a un jugador de su jerarquía, y no sólo por su calidad futbolística. Quizá Valerón podría estar a la altura de sus pases, pero lo que hacía a Guedes diferente era su personalidad, su carácter en el terreno de juego», comentaba Aparicio, su primer capitán. «Sabía muchísimo de fútbol. En el campo, si veía que yo tenía que marcar a un jugador que me estaba creando muchos problemas, venía y me decía que él se encargaba. Entonces le daba una castaña sin que se notara. Era un artista», afirmaba Paco Castellano. En la misma línea, José Manuel León reflexionaba sobre cómo «encontrar un nuevo Guedes no fue posible». Y es que su ascendencia sobre sus compañeros y el dolor por su pérdida eran tales, que aquel año el equipo acabó a dos puntos del descenso.
La pérdida de su referencia, tanto espiritual como futbolística, trajo consigo una serie de cambios.
Con Molowny ya fuera del club desde el año anterior, la directiva de Las Palmas confío el nuevo proyecto deportivo a Pierre Sinibaldi, «un corso revolucionario que ya había ganado en Waterloo». En su primer año el equipo recuperó sensaciones, se hizo más complejo en lo táctico y terminó en una notable quinta posición que le permitía volver a competir en Europa. Aun así, Niz, el eterno recambio natural de Guedes, parecía insuficiente para llenar su vacío en el centro del campo. El club, ante la falta de relevo autóctono, decidió buscar en el mercado sudamericano. Al fin y al cabo, en lo futbolístico, son primos hermanos por parte de cancha. Las gambetas, la excelsa técnica, la elegancia y pausa, ya unían a Las Palmas y Sudamérica mucho antes, incluso, de que el fichaje del paraguayo Soto resultara positivo doce meses antes, pero ésta fue su confirmación. El elegido para reforzar la medular fue el argentino Teodoro Fernández, que junto al canario Trona seguía acompañando a Justo Gilberto. En su paso por Las Palmas, Teodoro dejó varios goles importantes. El más recordado por todos, con casi toda seguridad, es el que anotó ante el Slovan de Bratislava en la Copa de la UEFA 72/73, ya que supuso la clasificación para unos octavos de final que significaban su mejor actuación europea, aunque luego se perdiera contra el Twente holandés.
Conforme se sucedían las temporadas en la mitad baja de la tabla, siguieron llegando jugadores de la Argentina. Verde pasó sin mucho ruido y menos goles, pero Carvenalli se asentaría en la portería canaria durante los siguientes seis cursos. Luego llegó Quique Wolff, quien destacaría sobremanera en una zaga que, de nuevo en forma de tragedia, perdía a su gran referencia. Tonono, central elogiado por el mismísimo Beckenbauer y símbolo inolvidable del club, fallecía el 9 de junio de 1975, cuatro años después de su amigo Guedes. Dos golpes demasiado duros y demasiado seguidos azotaban por sorpresa a una provincia que se había acostumbrado a ser feliz a un ritmo tan lento que parecía driblar a la preocupación. Días antes de marcharse, Tonono había sido titular en el decisivo partido ante el Celta de Vigo. Era la última jornada y Las Palmas necesitaba vencer para mantener la categoría. Con un 3-1, el conjunto canario selló la permanencia ante su afición en lo que, de forma inesperada, fueron los últimos minutos de Tonono en El Insular.
Ese mismo verano, León decidió retirarse tras trece años en el club, y Sinibaldi abandonó la isla. Era 1975 y ya sólo quedaban dos «Diablillos Amarillos» en el club. Ellos eran, como no, Germán Dévora y Paco Castellano. Les acompañaba Martín Marrero y otros muchos jugadores de la tierra, pero el cambio de acento ya era evidente. A Carvenalli, Wolff, Teodoro FernándezEn la última temporada de Dévora y Castellano, Las Palmas llegó a su primera final de Copa y Verde se le unía el bonaerense Carlos Manuel Morete, un goleador insaciable que incidía en una argentinización del club que fue completa cuando, en la siguiente temporada, además de llegar el elegante Brindisi, Roque Olsen ocupó el banquillo. Las Palmas recuperó sensaciones y volvió a practicar un fútbol exquisito, lo que le llevó a ocupar la cuarta posición final y a clasificarse para disputar su tercera competición europea en diez años. Tras ese gran curso, Roque Olsen se marchó al Elche y llegó Miguel Muñoz, el técnico que privó a Las Palmas del título de Liga de 1978 y el que, a la postre, escribiría la última página brillante, aunque con poca tinta, de la carrera de Germán y de Paco. En líneas generales, el año fue bueno en Liga, con Brindisi deslumbrando, pero en Copa del Rey fue aún mejor. Tras eliminar a Málaga, Español, Cadiz, Atlético de Madrid y Sporting de Gijón, el equipo canario se clasificó para su primera final de la historia. La sede de la esperada cita volvería a ser el Bernabéu, pero en esta ocasión el rival era el Barcelona de Johan Cruyff y no el Madrid de Pirri. Los azulgranas dominaron por completo el partido y el temprano 2-0 apagó la energía canarioargentina, que sólo pudo reducir distancias por medio de Brindisi antes de que Rexach pusiese el definitivo 3-1. La derrota fue inapelable, pero no podía empañar lo mágico del momento para un club que, en cierta manera, ponía el broche de oro a su etapa más brillante. Y es que, aunque Dévora y Castellano no disputaron un sólo minuto en la final, los «Diablillos Amarillos», 16 años después de su nacimiento, volvían a estar presentes en un éxito del club. Parecían eternos. Y así lo fueron.
Veinticinco años con más lágrimas que sonrisas
Cuando era jugador, Guedes ya pensaba en el futuro del club de sus amores. «Siempre decía que un día iba a ser presidente de la UD Las Palmas y que se vería fumando puros con Santiago Bernabéu en el palco del Real Madrid. Desde ese cargo, había decidido que Tonono sería el secretario técnico del club, y que Germán y León serían los entrenadores. Yo le preguntaba qué es lo que tenía previsto para mí … y, ya ves, he estado treinta y un años como masajista», recordaba Aparicio. Por desgracia, aquel romántico plan de Juan no pudo cumplirse. No al menos al 100%, porque Germán Dévora y José Manuel León, al igual que Paco Castellano, sí que fueron técnicos del club. Sobre todo como interinos, intentando rescatar al club en los malos momentos, lo que les hizo coleccionar más derrotas que cuando eran futbolistas.
Y es que Las Palmas, desde aquellos días de vino y rosas, sólo ha recuperado la sonrisa de forma puntual: el ascenso de 1985 con Roque Olsen, el de 2000 con Kresic después de pelear cuatro años en el barro de la Segunda B, los primeros coletazos de «La quinta de El Insular» en la temporada siguiente… y poco más. No ha sido fácil, desde luego. El fútbol ha cambiado mucho desde 1962 y los Rubén Castro, Jorge Larena, Guayre, Ángel López y Carmelo no tuvieron el tiempo necesario para dar relevo a los «Diablillos Amarillos». Ni Silva a Tonono, ni Valerón a Guedes. En realidad, calidad nunca ha faltado. Ni falta. Puede que evolucione el físico del futbolista canario hacia uno más potente (Vitolo o Jesé son un buen ejemplo), pero la esencia permanece porque en Las Palmas el fútbol es ofensivo, técnico, elegante y de gol. Y Lobera, lo está demostrando. Aún es muy pronto, pero ya se vuelven a escuchar las bocinas de los coches. Quien sabe, quizás éste sea el inicio de una historia que debamos recordar dentro de cincuenta años.
«Ecos del Balón» quiere agradecer enormemente a Enrique Castellano el haber pensado en nosotros para contar la fascinante historia de esta Unión Deportiva Las Palmas que tuvo a su tío como eje vertebrador. De la misma manera, también queremos mandar un afectuoso saludo a Toni Ruiz por la amabilidad y disposición mostrada para hablar con nosotros sobre el fútbol canario.
@SharkGutierrez 29 marzo, 2013
Levantarse a las cinco de la mañana y ver que en Ecos del Balón se habla de la Unión Deportiva Las Palmas, no solo me llama la atención, sino que alenta mi insomnio a la par que el recuerdo de los cuentos de mis tíos y mis abuelos. De los abuelos de mis amigos, de lo que se sufría cuando se iba al Insular. Lo que era el Insular para los equipos rivales: "La pequeña bombonera".
Que Toni Cruz o la familia de Castellano se haya prestado a ayudarte de forma altruista a contar nuestra historia que resuena con el timple de nuestra tierra, resume un poco como somos todos los grancanarios: humildes, hospitalarios y buena gente. De verdad, Quintana que muchas gracias por dar este texto a conocer y por relatar con la música del "Pío-Pío", todas aquellas imágenes que gente de mi generación (como de la nueva) solo hemos podido ver en Súper 8 o en VHS remasterizado. Es como si lo estuviera viendo ahora mismo.
Esta Unión Deportiva Las Palmas, es fruto de nuestra tierra, de nuestra lucha, esfuerzo y sobre todo sufrimiento. Pero ante todo, de la cultura del "potrero". Aquí se encuentra en cada plaza, parque, rincón, cancha o polideportivo. Se cuida el fútbol base, se aprecia y se siente como años pasados han dado jugadores al panorama nacional que ponen la piel de gallina, el nudo en la garganta y los ojos vidriosos. No es mucho, no somos un grande, pero debemos tener un hueco en la categoría que nos pertenece por derecho: la primera división.
Solo me queda decir lo que dicen estos vídeos, sonando a las casi 6 de la mañana en mi ordenador:
https://www.youtube.com/watch?v=v8m1S-sWWrM https://www.youtube.com/watch?v=wBl0c8XwUmE https://www.youtube.com/watch?v=o7CqzBRAzEE https://www.youtube.com/watch?v=lgtBKdaXHTI https://www.youtube.com/watch?v=Lp2N3EgCfI4 https://www.youtube.com/watch?v=xm7ZbBbZDWg https://www.youtube.com/watch?v=ETb-db70Sgg https://www.youtube.com/watch?v=zT1_W7gXZsY
Emoción, corazón, sentimiento y otras cosas más embriagan mi corazón por este equipo. Porque el fútbol sin sentimiento, no es fútbol.