Cuando en la celebración de algo (un título, un ascenso, una permanencia) ves a gente que tiene las maletas al lado de la taquilla del vestuario, la tarjeta de embarque en la boca y el corazón en la garganta, da que pensar sobre el inexorable paso del tiempo, el mundo y sus vueltas (así en general) y en los contratos que nos unen o separan de nuestras propias vidas y circunstancias. Por eso el año pasado mientras Bodipo corría de un lado a otro más que en toda la temporada y Zé Castro lo grababa todo con su HD sin despeinarse, dos jugadores imprescindibles para el ascenso del Depor se estaban despidiendo de sus compañeros. Morel y Colotto, Colotto y Morel abrazaban y le decían algo al oído a Lassad que parecía que también terminaba una convulsa etapa con final feliz. Las cámaras se centraban en Xisco, autor material de la gloria en los dos últimos partidos, que también preparaba el pasaporte “porsiaca”. Pero con Morel y Colotto algo se moría en el alma y en el espíritu de un equipo al que Oltra le dio fútbol, sentido y sensibilidad. Algo que vive en un rectángulo en el que vive un amigo con guantes y donde los goles no son la salsa del fútbol sino su moho y su hedor. Esos dos señores eran intocables para el valenciano y le daban a su defensa una pátina de orgullo, un poco de salida de balón, disciplina táctica a raudales y sudor caliente a borbotones. Malos tiempos para la la lírica, la épica, la hípica y tantas cosas esdrújulas como endócrino, hígado, magnífico o héroe.
El año pasado, el Depor recibió 45 goles.
El verano pasó como pasan esas cosas que nos gustan más que las otras. Llegó Marchena, perro viejo, listo como el hombre, pero cansado y derrotado tras su paso por el Villarreal más desastroso de la historia reciente, y también dos portuguesesEl Deportivo nunca ha tenido una defensa fija, siempre ha ido variando (uno desde el Sporting de Lisboa y otro desde el Benfica vía Servette) con nombres de cracks pero que a pesar de ello despertaban muchas y lógicas dudas. Evaldo estuvo en el ojo del huracán desde el principio y Roderick Miranda no estuvo ni en el ojo, ni en el huracán y, a veces, ni en el banquillo. Suplentes en segunda como Ayoze, Aythami o Manuel Pablo se convertían en titulares indiscutibles (pero discutidos) en primera. Zé Castro se recuperó de sus lesiones y pasó a ser menos útil en la cancha que en la grada. El único titular que estaba a la altura de la categoría de la competición, Laure cayó lesionado en diciembre tras el partido contra el Valladolid y aún no hemos vuelto a saber nada de él.
Y eso que al principio todo pintaba mejor. El Depor empezaba con un resultado engañoso contra Osasuna y dándole un baño al Valencia en Mestalla tras una primera parte desastrosa que serviría de trailerAun iniciando bien, recibieron 3 manitas en las primeras once jornadas de los errores defensivos garrafales que vendría después. Parecía que el cuarteto Manuel Pablo-Aythami-Marchena-Evaldo se iba a convertir en el estribillo que precediera los solos de un rejuvenecido Aranzubía. Pero Aythami (siempre en el disparadero de la crítica) dejó su puesto a Zé Castro y ya ese día le cayeron a los coruñeses una manita de un equipo que estaba ahogándose entre dudas, polémicas y ruedas de prensa de Mourinho o Karanka. A partir de ahí desaparecieron Manuel Pablo y Evaldo de los laterales y comenzaron a campar por sus respetos Laure, Ayoze y, muchas veces, los felices extremos rivales. Como dato empírico irrebatible, el Zaragoza le hacía la tercera manita de la temporada en 11 jornadas. El baile había empezado y todos querían bailar con las más fea, que en este caso viste de blanco y azul.
Este año, el Depor ya ha recibido 54 goles.
Se acabó la paciencia en Oltra tras la manita de Falcao + 1 (con otra pareja de centrales inédita, Insúa-Roderick) y un par de partidos más, y llegó Domingos que se fue el lunes pasado tan aterido de miedo como cuando se enfrentaba en Tenerife a las noventeras defensas ajenas. Aterrizó el entrenador de las gafas y la pulcritud del que hacía tiempo del que no sabíamos nada de sus aventuras más que por referencias puntuales y escasas a la selección galega de balompié. También entraron en el sistema dos fichajes de invierno como Silvio y Kaká que lo único que han aportado hasta ahora son otros dos protagónicos con gancho para la triste comedia deportivista de este año donde ni la suerte, ni las cuentas, ni las meigas ni las fadas sonríen. La puerta de atrás sigue abierta y así seguirán al no ser que Marchena rejuvenezca o Aythami se afiance (es el central con el que menos goles recibe el Depor, es un dato) o surja la sorpresa de la cantera (Insúa) o de la adaptación de Kaká o se dé el milagro de que Zé Castro se convierta en un jugador de primera desde la segunda B o tercera de su nivel actual. Mientras, los buenos aficionados al fútbol seguiremos mirando a los ojos a Aranzubía y moviendo la cabeza de lado a lado como diciéndole “no te queda nada que sufrir todavía, compañero”.
Por cierto, Colotto no lo está haciendo mucho mejor en el Espanyol y a Morel lo detuvo hace poco la policía.*
*: Este final es para los que os gusta las películas que te ponen al final que pasó con cada uno de los personajes.
@migquintana 16 febrero, 2013
Lo hablábamos ayer. Qué diferencia entre la defensa (y el sistema defensivo) del Depor el año pasado y el de esta temporada. Sólo son dos nombres, pero Morel y Colotto, como dices en el texto, ponían esos intangibles -cada vez más tangibles- que este año necesita el equipo.
Es que no hay por donde coger a Evaldo, pero tampoco a Ayoze. Luego, en el eje de la defensa, sólo Zé Castro y el recuerdo de Marchena parece capacitado para jugar en Primera, porque de Kaká poco sabemos… y de momento, lo que sabemos no es nada bueno, aunque sería demasiado injusto juzgarlo por estos partidos. Y en el lateral derecho, más de lo mismo, Manuel Pablo hace tiempo que ya no está, que resta demasiado, y Silvio parece muy lejano de su versión del Sporting de Braga. No hay talento, no hay contundencia y, encima, el resto del equipo les penaliza, con lo que salir del pozo de atrás hacia adelante va a ser muy complicado.
P.D: Y el pobre Aranzubía, que exigido está un rato, está haciendo su peor temporada en mucho tiempo.