Dicen que la música nació en Manchester el día que The Sex Pistols actuaron por primera vez en la ciudad. Ocurrió el 4 de junio de 1976 en el Lesser Free Trade Hall, un garito en el que no cabían más de 150 personas y que no se llenó para la visita del cuarteto londinense. La historia (y la leyenda) están bastante bien contadas, con el necesario punto de épica, en la película 24 Hour Party People, dirigida por Michael Winterbotton.
Fue un concierto pequeño, que sonó mal (pese a que los Pistols eran mucho mejores músicos de lo que se suele decir. El único que no dominaba su instrumento era Sid Vicious) y en el que muchos miraban con sospecha y recelo al cuarteto de punks londinenses que causaban sensación en la capital. ¡Ja! En la capital… Aquello era otra cosa. Estamos en Manchester, el norte, tierra de tipos duros, de trabajadores de verdad, nada de niños bonitos del sur. ¿Qué les iban a enseñar a los rudos mancunianos una pandilla de mocosos dirigidos por un cantante gritón llamado Johnny Rotten (Juanito El Podrido)? A creer en sí mismos y rescatar el pride of the north.
Lo importante de aquella noche no fue el concierto. Nadie se acuerda de la actuación. De hecho, los Sex Pistols dieron otro unas semanas después con mejor sonido, más público y mucha más atención mediática. Da igual. Aquella noche en el Lesser Free Trade Hall se encontraba un chavalín amanerado con 18 años cumplidos llamado Steven Morrissey que luego montó una banda a la que puso por nombre The Smiths. Mark E. Smith también estaba allí. Al llegar a casa , decidió montar The Fall. Dos anónimos se emocionaron tanto de camino a su casa en el suburbio de Lower Broughton que al día siguiente se fueron a Mazel Radio, una tienda en Piccadilly, donde se compraron dos guitarras. Esos dos chicos formaron un conjunto llamado Joy Division. Su cantante, Ian Curtis, se ahorcó poco después en la cocina y pasaron a llamarse New Order. Los organizadores del concierto eran unos tales Buzzcocks. Tony Wilson asistió a la velada. Poco después fundó Factory Records.
Y así nació la música.
En ningún otro lugar se vive la música como en Manchester. Allí el rock y el fútbol conforman una película que se impregna en la vida cotidiana y se convierte en algo casi indisociable. Los chavales sueñan con porterías y guitarras eléctricas. Y nada representa esa simbiosis como el United. Uno piensa en los pases precisos de Bobby Charlton en el centro del campo y se acuerda de aquellos discos de pop barroco que hicieron los Bee Gees en los 60. La zurda suave y sedosa de Ryan Giggs sólo es comparable a aquella voz mágica de Graham Nash con The Hollies. Wayne Rooney parece la versión futbolística de los Happy Mondays: cualquiera le ve por la calle y piensa que es un gamberro, alguien incapaz de entender el juego de esa manera tan profunda, casi poética. Shaun Ryder era (y es) su clon. Pero luego escuchas Kinky Afro y te das cuenta que, efectivamente, el gol ha entrado por la mismísima escuadra.
Paul Scholes es sensibilidad y melancolía, como una canción de The Smiths. Nicky Butt tuvo su momento de oro bregando en media cancha, igual que lo tuvieron Inspiral Carpets en aquellos años de Madchester. La grandeza de Peter Schmeichel (que no nació allí, pero como si lo fuera) es una larga canción de The Stone Roses como I Am The Resurrection. Cristiano Ronaldo jugó y se hizo hombre en el United. Pero él es más un hit de Buzzcocks como Ever Fallen in Love o, quizá, Block Rockin’ Beats, de The Chemical Brothers. Denis Law bailó a buen seguro más de una canción de Georgie Fame. Un gol de cabeza de Bryan Robson se sentía en la grada como si pincharan Pounding, de Doves, a todo trapo. Roy Keane era intenso como una canción de Magazine, un líder. David Beckham tiene que ser New Order, con el mismo final agridulce y casi autoparódico.
En Manchester no hay futbolistas, sino estrellas del rock.
Cuando John salga del pub el miércoles, vaya caminando hacia Old Trafford, le dé al play y empiece Liam Gallagher a cantar “Some might say that sunshines follows thunder/ Go and tell it to the man who cannot shine”, se acordará de todos los futbolistas que han jugado en ese club (aunque les fastidie a los citizens Liam y Noel) y en todas las canciones que se han escrito en Manchester y entonces sabrá que es noche de partido grande.
Y habrá más de uno que en tribuna le dedique un último suspiro a George Best. Pero Georgie es el protagonista de su propia historia. Otro día.
Lista Spotify –«En Manchester no hay futbolistas, sino estrellas del rock”
@migquintana 13 febrero, 2013
Qué bueno verte por aquí, Nacho.
''Panic'' de The Smiths es una de mis canciones favoritas, así que me pongo ya la lista en Spotify! 😀