Pirlo se crió en Brescia, se fue al Inter, triunfó en el Milan. Y en Manchester, Berlín y Atenas. Y ha renacido en la Juve. Totti todo esto lo ha hecho en Roma. Ambos enfilan la recta final de sus carreras pero llevan tanto tiempo haciéndolo que no terminamos de asumir que una día de estos, cuando la Roma juegue contra el último equipo de Pirlo, ellos ya no estarán. En espera de confirmar un heredero digno, el fútbol italiano se aferra todavía al amor de Totti y Pirlo por este juego, y es inevitable confundir sus carreras con su leyenda. Como las vidas de aquellos grandes poetas a los que Italia debe su lengua y la literatura un buen puñado de sus mejores pàginas.
La Divina Comedia de Pirlo se dirige a Beatriz, el ideal amoroso de Dante, y el Canzionere de Totti invoca a Laura, el sueño imposible de Petrarca. Como Dante, Pirlo aspira a ordenar el mundo. Su devoción no se sublima en el dominio mismo del esférico sino en el control de todo aquello que acontece sobre el césped. A Laura, Totti la ama de otra manera, con locura. Su fútbol reconfigura la realidad a su antojo e invita a lo inesperado. Como los versos de Petrarca, que rechazó a las mejores universidades de Europa porque solo quería ser laureado en Roma. Hoy Totti y Pirlo se batirán de nuevo por la misma dama, pero cada uno lo hará a su manera. ¡Por Laura y Beatriz!
@fernandosb9 16 febrero, 2013
Muy bello, Marc.