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Su irrupción fue la más ruidosa entre los centrales de este siglo. Gerard siempre coleccionó buenas palabras, pero para él no parecía estar destinado el Olimpo de los mejores. Cuando Sir Alex Ferguson autorizó su vuelta a casa nadie en Manchester se escandalizó. Cinco días antes, Rio Ferdinand y Nemanja Vidic se habían coronado reyes de Europa en Moscú y la pareja tenía recorrido, como el tiempo se encargó de demostrar. A Barcelona regresaba un central aseado, alto pero no lento y con un pie refinado, como gusta al Camp Nou. Sus primeros meses fueron correctos. Gerard sumaba muchos minutos con el cartel de suplente todavía en la frente. El cambio llegaría en Lyon, ida de octavos de final de la Champions League 2008-2009. Carles Puyol ocuparía esa noche el lateral izquierdo por ausencia de Eric Abidal. El Barcelona de Guardiola, aún en búsqueda de sí mismo, sufriría lo suyo para arrancar un empate del cálido Gerland. Los franceses habían empujado de lo lindo y solo un inconmensurable Gerard, convertido ya en “Piqué”, evitó un daño mayor para los azulgranas. El resto de la temporada iba a ser un maravilloso in crescendo, con citas de una personalidad y relevancia diferentes a todo lo visto en la década anterior. Las más grandes leyendas de los últimos 30 años acudían al elogio después de que Piqué confirmara y ampliara esas sensaciones en la 2009-2010. Entonces empezó a caer. Su floja 2010-2011 fue salvada por unos notables meses de abril y mayo, pero el terrible bajón de la siguiente campaña provocó las primeras reacciones en la masa social. Piqué fue cuestionado incluso por su entrenador, que dejó de considerarle imprescindible. Los resultados, eso sí, dirían lo contrario; en apenas cuatro días, el Barcelona cayó ante Chelsea y Real Madrid, ambos sin el concurso del central catalán. Sin hacer ley del resultado, se estaba confirmando una premisa que tiempo atrás hubiera sonado a perogrullada vacía: Gerard Piqué es fundamental para el Barcelona. Veamos por qué.
La aparición de Gerard Piqué en la temporada 2008-2009 impactó con intensidad en el mundo del fútbol
Como futbolista que amamantó La Masía, Piqué conoce el complejo estilo blaugrana. Domina los principios básicos del juego de posición culé y los exhibe permanentemente; retiene el balón hasta la llegada de un oponente y no lo suelta antes de hora. Para ello se sirve de una delicadísima técnica en el pase corto, donde es uno de los mejores del continente. La pelota vuela rápida y rasa al receptor, siendo sencilla de controlar. No tiene problemas en emplear ambas piernas (foto de la derecha), inclusive bajo presión de numerosos adversarios. Son acciones estas con las que Gerard disfruta, pues refuerzan su calidad diferencial y exaltan su carácter. El barcelonés descifra de memoria los mecanismos del sistema y a diferencia de Mascherano o Puyol, no necesita pensar. Sabe dónde aparecerá Pedro (Foto) o la ubicación de Busquets. En envíos largos es más incompleto. Su visión periférica es buena, y entiende qué sucede en la otra punta del campo (foto de abajo a la izquierda) pero a la hora de acceder a él es irregular. Si el compañero se encuentra separado de su marca y el lanzamiento solo requiere aterrizar en la zona, lo coloca con facilidad; si hay que ajustar al máximo tiende a fallar. Por el aire la bola no le corre recta, se le eleva demasiado y suele ser complicada de bajar. Su fútbol sin balón también aporta en salida: crea líneas de pase en lado débil (foto de abajo a la derecha) para oxigenar y conducir. No le asusta meterse en terreno rival; convive bien con el espacio reducido y la suelta con naturalidad (Foto), lo que ayuda al Barcelona a subir en bloque. Sobre la importancia de su conducción nos extenderemos a continuación.
Pocas cosas calan más en el aficionado que ver cabalgar al ataque a un central. Sobre ello construyó su mito el Kaiser Franz Beckenbauer, jugador venerado en el imaginario de la gente. A Piqué estas excursiones le encantan y no sin motivo. Su sensibilidad en área ajena es sorprendente, no solo en ejecución (es frecuente verle intentar regates con relativo éxito) sino en ubicación (Foto). Gerard es sin duda un activo del Fútbol Club Barcelona en situaciones extremas. Sus subidas intimidan y dan fruto.
Como ya vimos, el peso de Piqué en la transición ofensiva es vital. Sin embargo, hay un aspecto poco comentado en el juego del defensa internacional: su incidencia en el contragolpe barcelonista. Gerard está especialmente dotado para el primer pase, por malas que sean las condiciones (foto de la izquierda). Cuando los de Vilanova recuperan cerca de Valdés, con los delanteros muy encima, Piqué encuentra el modo de iniciar con quien se ofrezca. Su virtuosismo en este apartado incluye los despejes orientados, medidos y a plena voluntad (Foto). Este punto ha de valorarse, pues el Barça hoy día contraataca en mayor número de ocasiones y tiene buenos mimbres para ello. Por otra parte, tenemos al Piqué cartero, la faceta más espectacular de su repertorio. Como iremos comprobando, Gerard en carrera no es nada lento. Cuanto más espacios, más velocidad punta alcanza. Cuando coge la moto tras cortar la pelota es difícil de detener. A su físico suma un sentido espacial excepcional para detectar el pasillo por el que pasar (Secuencia Completa). Así hizo cosas salvajes en el pasado.
Ya sea mediante el pase o la conducción, Piqué es fundamental para el contragolpe
Atacar nunca fue un problema, ni siquiera en los peores momentos del futbolista. Su relación con el cuero seguía siendo exclusiva en la plantilla. La cara amarga surgía al advertir el sufrimiento de Gerard en casi cualquier conyuntura defensiva. Si la élite deportiva castiga un mínimo bajón físico, en el caso de Piqué esto se acentúa, pues su maquinaria inicial como ya dijimos es lenta y se aviva progresivamente. Pese a que su talento defensivo es enorme, el ex del Manchester no es ilimitado.
El gran defecto se localiza en los apoyos lejanos de los atacantes rivales, sobre todo cuando estos se dan a la espalda de Sergio Busquets, Xavi o Dani Alves (foto de la derecha). En descargo de Gerard, hay que decir que el Barcelona es quizás el colectivo que más espacios “regala” en ese sector; Xavi es débil y Alves por estructura grupal siempre dejará huecos. El “3” del Barça tiende a protegerse con su posición y solo acude si se siente del todo seguro. Alejado de su portería no intenta robar; mantiene la distancia con el atacante (foto de abajo a la izquierda) y concede la continuación, aunque raramente lo desbordan. Son carencias que no cuestan goles pero sí permiten salidas. A medida que se aproxima a su puerta, la seguridad crece. Tapando la derrota de Alves ante el extremo yerra poco (foto de abajo a la derecha) y con gran asiduidad interrumpe la avanzada, si bien el tackling no es su fuerte; calculando el trayecto del driblador es muy preciso (Foto) pero su acierto yendo abajo depende en exceso de su inspiración. Con el equipo junto achica a distintas alturas (1, 2), se muestra autoritario. Pero donde de verdad Gerard Piqué se hace irremplazable para el Fútbol Club Barcelona es en las jugadas dinámicas. Cuando hay que decidir.
Los apoyos más alejados de su propia portería, el principal defecto de Gerard Piqué
El Barcelona es el conjunto que más piezas pretende incrustar en su fase ofensiva posicional. El sueño de la idea es el martilleo constante en las inmediaciones del área enemiga. Cuando el funcionamiento general no es bueno, las contras son inevitables. Ahí radica la dificultad de ser defensa en el Camp Nou. Ser lento penaliza y ser una bala no garantiza nada, pues el secreto está en el gobierno de las emociones. Aquí Piqué es diferencial. En situaciones de pérdida y transición del contrario conserva la cordura de la retaguardia (foto de la izquierda), impide que esta se desmorone. Reubicar espacios en pocos segundos es unas de sus grandes aptitudes (foto de abajo a la izquierda), rasgo que comparte con Carles Puyol y que explica el motivo que hace innegociable a esta dupla en las tardes más exigentes. En alguna circunstancia su rigidez en el giro le hace perder la referencia de la marca (foto de abajo a la derecha), algo que su explosividad no puede corregir. En cambio, corriendo hacia su meta es sensacional. Volvemos al concepto “maquinaria progresiva”; si enciende el turbo su zancada resiste casi todo (Secuencia Completa)
El punto de penalti es el último recoveco de jerarquía de Piqué. Es el más obvio, la herencia de su paso por la Premier. Como ya expusimos en el tema del contragolpe, su despeje orientado ahuyenta el peligro con suficiencia. En el área su corpachón gana saltos (Foto) y marca territorio. Ni Puyol ni mucho menos Mascherano son centrales que gusten de la fricción (Foto). El sentido del equilibrio de Gerard le hace casi imposible de derribar, un plus relevante a la hora de ganar la posición en los centros laterales. Concentrado, los intercepta a menudo (Foto). Precisamente la concentración ha sido una de sus lagunas. La mentalidad. Rendir día a día es algo que hacía casi tres años que no cumplía y que en esta 2012-2013 parece estar encontrando de nuevo. Su personalidad le convirtió en hombre de grandes citas grandes, del que esperar lo mejor bajo presión, pero le alejó de la mínima regularidad. Lo que está claro es que, con sus virtudes y sus defectos, Piqué es de nuevo indispensable para el Barça.
Matías 19 febrero, 2013
"Pocas cosas calan más en el aficionado que ver cabalgar al ataque a un central."
Totalmente de acuerdo. De hecho, en mi caso, creo que me estoy enamorando de los centrales con una gran capacidad de conducción. Piqué, Hummels, Javi Martinez (en el Athletic), en su momento Lucio…
Respecto a la importancia de Piqué creo que ha quedado evidenciada en los meses en los que, por distintas razones, no estuvo. El Barca sufrió mucho en defensa. No sólo por Piqué, está claro, Puyol ya no es el jugador de hace tres años y el equipo está más abierto. Sin embargo, en ese contexto, la diferencia entre tener a Piqué y no tenerlo, es muy grande. Y hasta me atrevería a decir que cualquiera Piqué puede ser un elemento diferencial, ya que el nivel de Mascherano es pobrísimo. Y como dice David, tal vez no tenga la regularidad de antaño, pero si continua en un alto nivel en los grandes partidos, puede ser decisivo.
El análisis es excelente, como todos los que hace David. Amo el deporte y trato de aprender todo lo que puedo, así que se agradecen estos aportes. Ojalá, algún día, el periodismo argentino produzca análisis que sean la mitad de buenos de los que se pueden leer en Ecos.